
Son los medicamentos diseñados para controlar el dolor: desde la anestesia que se le administra a pacientes durante una operación hasta los analgésicos para el período postoperatorio y de recuperación.
El nombre genérico es opioides -que pueden incluir la droga ilegal heroína y la muy controlada morfina- y generalmente se refieren a medicamentos suministrados bajo receta médica como la oxycodona (con sus nombres comerciales Oxycontin y Percocet) y la codeína.
Son efectivos y adictivos.
Aunque actúan eficientemente para bloquear los receptores nerviosos del dolor en el cerebro, su uso continuo y abuso pueden crear una dependencia y síntomas de abstinencia.
El abuso de opioides y otros fármacos para el dolor está desbocado en Estados Unidos, donde miles de personas mueren anualmente a causa de sobredosis.

Sin embargo, en el resto del mundo la situación es completamente diferente.
Agonía y dolor innecesario
Un nuevo informe preparado por una comisión de expertos de la salud de todo el mundo, y publicado en la revista especializada Lancet, encontró que en muchos países en vías de desarrollo hay suministros muy limitados de estos medicamentos.
La escasez significa menos cuidados paliativos para millones de pacientes en el mundo que enfrentan dolor crónico y pasan los últimos días de sus vidas en agonía.

El contraste con EE.UU. es enorme, aún cuando se le compara con los otros países donde hay mayor consumo de opioides.
Por ejemplo, a los estadounidenses se les receta seis veces más opioides por persona que a los franceses o portugueses.
En cuanto al consumo de hidrocodona, un derivado de la codeína para tratar el dolor moderado a severo, los estadounidenses consumen 99% del suministro global de este producto.
Entretanto, el informe dice que 25,5 millones de adultos y 2,5 millones de niños en el mundo mueren cada año bajo extremo dolor físico y psicológico.
Además, 35,5 millones de personas viven con condiciones de dolor crónico para el cual no tienen remedio.
Más del 80% de estos casos se encuentran en países de bajos a medianos ingresos.
Leyes estrictas
Pero el contraste no se debe necesariamente a que estos fármacos sean muy costosos para los ciudadanos de estos países, sino que no están disponibles en los sistemas de salud social.
De las casi 300 toneladas métricas distribuidas en el mundo, unas escasas 10 toneladas llegaron a los sistemas de salud de los países de bajos y medianos ingresos.

"Leyes desequilibradas y una regulación excesiva perpetúan un ciclo vicioso de poco acceso que afecta principalmente a los pobres", expresan los autores del estudio.
Estas leyes y regulación están vinculadas a los esfuerzos en esos países para prevenir el uso recreativo y no médico de sustancias controladas, como la morfina y otros analgésicos, pero han actuado en detrimento del acceso a estos opioides para uso paliativo.
"El hecho de que estos medios poco costosos y esenciales se le nieguen a la mayoría de pacientes en países de bajos y medianos ingresos y, en particular a la gente pobre, es un falla médica, pública y moral", añadieron los expertos.
La comisión global que preparó el estudio estuvo compuesta por 61 expertos de la salud de 25 países que investigaron el tema durante tres años.
Para estimar la necesidad mundial de fármacos para el control del dolor, analizaron las tasas de las 20 principales condiciones que suponen un riesgo la vida en cada país.
Estas incluyeron el VIH, cáncer, enfermedad coronaria, lesiones y demencia. Estas dolencias típicamente requieren de algún tipo de programa para controlar el dolor y cuidados paliativos.