Un equipo de operaciones especiales, intercambio de balas y una cabaña en llamas: ese es el escenario en el que se libró, en la tarde del martes, una de las cacerías humanas más grandes de todos los tiempos en el suroeste de Estados Unidos.
Las autoridades están tras los pasos del expolicía Christopher Dorner, que había permanecido prófugo por más de una semana y se presume está ahora cercado dentro de una casa de montaña en el estado de California, donde su búsqueda ha mantenido en vilo a los ciudadanos tanto como a las fuerzas del orden.
Dorner, de 33 años, está señalado por el asesinato de una pareja y por ataques contra cuatro policías, en los que un agente resultó muerto y otro gravemente herido. Durante la tarde del martes, otros dos efectivos de seguridad fueron baleados presuntamente por el hombre y uno de ellos fue reportado muerto desde el hospital.
"El sospechoso no ha sido identificado positivamente pero tenemos razones para creer que es él", afirmó Cindy Bachman, portavoz de la oficina del alguacil de San Bernardino, donde se concentró la operación de búsqueda.
Su imagen –la de un hombre de tez morena, con mejillas regordetas, calvo y barba apenas crecida, sonrisa abierta de dientes a la vista- está impresa en afiches y carteles luminosos callejeros, en un intento de las autoridades por contar con la ayuda de la ciudadanía para dar con su paradero, después de ocho días de búsqueda infructuosa.
Dorner, un exagente del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), estaría librando una guerra no convencional y asimétrica contra la institución que lo empleó entre 2005 y 2008: así lo expresó en una suerte de manifiesto publicado en internet, que las autoridades consideran de su autoría, en el que mencionó a docenas de posibles objetivos de sus ataques.
El hombre, que también es exteniente naval de reserva, estaría así cobrando venganza por su despido de la fuerza policial, que ocurrió después de un proceso en el que se lo halló culpable de dar falso testimonio.
Policías en la mira
"No vamos a tolerar este reinado del terror que nos ha robado la tranquilidad mental que los residentes del sur de California merecen"
Antonio Villaraigosa., alcalde de Los Ángeles
Ante los rastreos por cinco condados californianos y hasta la frontera con México, las autoridades habían ofrecido una recompensa de US$1 millón para quien aportara información sobre el fugitivo.
No vamos a tolerar este reinado del terror que nos ha robado la tranquilidad mental que los residentes del sur de California merecemos, señaló a los medios de prensa el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa.
La respuesta no se hizo esperar: miles de llamadas sobre presuntos avistamientos de Dorner fueron recibidas por las autoridades en las últimas 24 horas y los detectives tenían en vista más de 700 pistas, según declaró el vocero del LAPD, Andrew Neiman, el martes.
El raid de ataques que se sospecha son responsabilidad de Dorner comenzó el 3 de febrero, con el asesinato de una pareja de novios: Monica Quan, de 28 años, y su prometido Keith Lawrence, de 27 y entrenador de básquetbol, que aparecieron muertos de múltiples balazos dentro su auto en un estacionamiento en la localidad de Irvine, al sur de Los Ángeles.
El padre de Quan, un oficial retirado, había sido el representante de Dorner ante un tribunal disciplinario que falló en contra del expolicía y contribuyó a su despido de las fuerzas. Su nombre era uno de los que aparecían en el llamado manifiesto digital en el que el hombre exponía sus reclamos.
Días después, el hombre presuntamente atacó a dos oficiales del LAPD en la ciudad de Corona. Menos de media hora más tarde, se sospecha emboscó y baleó a otros dos policías en la cercana Riverside, uno de los cuales murió en el ataque y el otro quedó gravemente herido.
La oficina del fiscal del condado de Riverside presentó cargos, el lunes, por asesinato e intento de homicidio acompañada de una orden de arresto sin posibilidad de libertad bajo fianza.
En los documentos oficiales consta que Dorner abandonó el LAPD en 2009, después de presentar una denuncia en contra de una oficial de entrenamiento que, según su declaración, había golpeado a un sospechoso que tenía enfermedades mentales durante un arresto en 2007.
Tras una investigación interna, la acusación fue considerada infundada y, en su lugar, Dorner fue penalizado con el despido por dar falso testimonio.
Sin embargo, el exagente afroamericano apuntó contra la fuerza angelina por considerarla racista y corrupta y aseguró que su expulsión había sido una represalia por violar códigos internos.
Con entrenamiento militar y, según las autoridades, fuertemente armado durante toda su huida, Dorner había anticipado que atentaría contra quienquiera se interpusiera en su venganza planeada por años.
"Utilizaré todo el entrenamiento en manejo de armas pequeñas, demolición artillería y supervivencia que me han dado… Han despertado a un gigante dormido, escribió el fugitivo en su declaración de intenciones publicada en Facebook (y luego eliminada del sitio).
El expolicía acusó al LAPD de haber arruinado sus relaciones interpersonales.
No se queden con mis acciones en los últimos días. Este era un mal necesario que tenía que ser ejecutado para poder recuperar mi nombre y reputación, señaló Dorner en su escrito, en unas líneas destinados a sus amigos.
El jefe de la policía angelina, Charlie Beck, se refirió a los homicidios y ataques armados como acciones de terrorismo doméstico y otorgó protección a más de 50 oficiales –muchos de ellos, nombrados en el manifiesto- y a sus respectivas familias, a las que Dorner también había puesto bajo amenaza.
Escurridizo
El hombre en fuga durante ocho días, que mide unos 1,85 metros y pesa más de 120 kilos, fue clasificado como "armado y extremadamente peligroso y, según un documento presentado a la Justicia, habría recibido la ayuda de al menos una persona conocida, que podría ser un familiar, durante sus intentos de huida.
Por favor, no traten de enfrentarse a él", pidió el teniente Nieman, del LAPD.
"Utilizaré todo el entrenamiento en manejo de armas pequeñas, demolición artillería y supervivencia que me han dado… Han despertado a un gigante dormido"
La amenaza que hizo Dorner.
La persecución llevó la pesquisa desde los condados de Orange y Riverside a la sureña ciudad de San Diego, sobre la frontera mexicano-estadounidense, a las montañas de San Bernardino y finalmente a la villa de esquí alrededor del lago de Big Bear, unos 150 kilómetros al noroeste de Los Ángeles.
Horas antes de que fuera cercado en una cabaña de la zona, las autoridades seguían la pista de Dorner en México, donde realizaron requisas en Tijuana y otras localidades del estado mexicano de Baja California. También las autoridades informaron de varios documentos con su nombre hallados en San Diego, donde –según testigos- habría adquirido equipamiento de buceo.
Los estados de Nevada y Arizona, lindantes con California, permanecían en estado de alerta, mientras que la Administración de Seguridad de Transporte estadounidense emitió una recomendación a pilotos y personal de aeronaves para que estuvieran pendientes de su rostro.
Sin embargo, la información de que Dorner podía estar escondido en las montañas de Big Bear dio la pista que los detectives siguieron desde temprano: su camioneta incendiada apareció allí el jueves pasado.
Desde entonces, los agentes realizaron patrullajes con helicópteros equipados con sensores termográficos y a pie sobre la nieve recién caída.
Aunque interrumpida en ocasiones por las condiciones meteorológicas, la requisa policial de varios días involucró a más de 200 oficiales para una zona de bosque denso y pequeños poblados de montaña entre cerros nevados. En esta época, el centro turístico tiene su temporada alta.
Según dijeron a BBC Mundo en la empresa Big Bear Condominios, una administradora inmobiliaria local, la supuesta presencia de Dorner en la zona generó el éxodo de algunos residentes y las cancelaciones de alquileres temporarios.
Los oficiales hicieron una búsqueda cabaña por cabaña, según informaron a la prensa, hasta dar con él al mediodía del martes en una zona rural cercana y poco habitada.
Revisión pendiente
Según el fiscal de distrito de Riverside, Paul Zellerbach, en caso de ser hallado culpable por la Justicia el exmilitar podría recibir una condena de muerte.
En tanto, la policía de Los Ángeles anunció que reabrirá el caso que resultó en el despido de Dorner, para investigar sus acusaciones de racismo.
El jefe policial señaló que no lo hace para complacer a un asesino sino para demostrar que su dependencia es transparente.
Yo escucho las mismas cosas que ustedes: los fantasmas del pasado del Departamento de Policía de Los Ángeles. Escucho a la gente decir que quizás haya algo de verdad en lo que él (Dorner) dice y quiero poner fin a ese rumor, dijo Beck a los periodistas.
La historia del LAPD da lugar a esas sombras: las sospechas de racismo interno fueron moneda corriente por años y, en 1965 y 1992, los desordenes callejeros motivados por causas raciales estuvieron, en parte, alimentados por los reclamos ante la discriminación y la brutalidad de agentes de la ciudad.
Tras la cacería, la policía también deberá responder por otros episodios donde algunos miembros de sus fuerzas podrían haber cometido abusos.
Por caso, distintos activistas por los derechos civiles protestaron por dos hechos de gatillo fácil: los disparos contra un vehículo que se creyó era conducido por Dorner, con los que resultaron heridas dos mujeres latinas que repartían periódicos y otra intervención equivocada contra un surfista que se dirigía a la playa en la localidad de Torrance.