Hay que decirlo con todas sus letras: el hecho de que en Cuba circulen dos monedas (el CUP —popularmente conocido como moneda nacional— y el CUC, el peso convertible— es una anomalía.

A los turistas y visitantes ocasionales les cuesta entender la dinámica: ¿Un país con dos monedas? ¿Cómo usarlas? ¿Cómo se definen las tasas de cambio? ¿Qué impide la unificación monetaria?

Lo singular es que esas mismas preguntas se las hace el ciudadano. Y otras más: ¿Por qué debo pagar en CUC en muchos establecimientos si mi salario es en CUP? ¿Por qué debo ir a una casa de cambio si la tasa es estable? ¿Por qué no aceptan moneda nacional en todos los comercios?

Hay otras preguntas, que tienen que ver con el monto de los salarios y la capacidad adquisitiva de la moneda.

No pretendemos (ni podemos) responder esas interrogantes. Eso es una responsabilidad de las autoridades competentes, que, dicho sea de paso, explican muy poco sobre la política monetaria nacional.

El tema tiene muchas implicaciones, no cabe en un simple artículo. Al menos tratemos de explicar (que no justificar) la causa de esta situación. A principios de los noventa, con la caída del campo socialista, principal socio comercial de la isla, la economía cayó estrepitosamente.

La escasísima oferta de bienes y servicios se contrapuso obviamente al exceso de circulante. La determinación fue mantener los niveles de empleo, pero eso exigía una liquidez monetaria que afectó la capacidad del peso cubano.

Pareció necesario dolarizar parcialmente el sistema. Las empresas comenzaron a usar el dólar como unidad de cuenta y para las transacciones. Se creó un sistema de tiendas para recaudar divisas, con el declarado objetivo de utilizarlas en la redistribución posterior de los recursos.

La economía puede ser una ciencia, pero su concreción práctica está lejos de ser exacta. En buena medida se alcanzó cierto saneamiento de las finanzas, aumentó la afluencia de divisas al país y se logró bajar la tasa de cambio real a favor del peso cubano: de 140 pesos por cada dólar a principios de la década, se redujo a las cifras actuales.

Pero el costo social es evidente. La doble circulación monetaria resultante de este proceso creó inevitables diferencias entre los que tenían acceso a las divisas y los que debían conformarse con el auxilio del estado.

Por otra parte, muchos cubanos (casi medio millón de trabajadores, según algunos datos) ya no trabajan para el sector estatal. La dinámica es distinta: el eje de sus operaciones suele ser el CUC o su equivalente directo en CUP. Los precios de los productos y servicios son francamente altos (incluso inalcanzables) para buena parte de la población, que todavía recibe su salario en pesos cubanos.

La tendencia debería ser bajar los precios, adecuarlos a la demanda. Pero deben enfrentarse también a otros obstáculos: la inexistencia de un mercado mayorista con precios diferenciados; una política tributaria en ciernes, urgida de adecuaciones…

A niveles empresariales el problema es otro: el desequilibrio entre la relación trabajo-resultados-salario, la débil regulación, la falta de mecanismos cambiarios en ciertos niveles… afectan la productividad y la eficiencia. Por otra parte, la dualidad hace difícil establecer mediciones fiables.

De esos temas se debate en Cuba. Al calor del proceso de actualización del modelo económico (el mismo término "actualización" es polémico; más que actualizar, aquí hay que transformar), en espacios académicos y en centros decisores se analizan las variantes con objetividad y sentido práctico.

Se debate, pero el debate no es nacional. La información pública no es suficiente, al ciudadano corriente le llegan escasos ecos y pocas explicaciones convincentes. La medida —está expresado por los más altos cargos del gobierno— siempre fue asumida de manera transitoria. Pero el periodo se ha hecho demasiado largo.

Se ha dicho que ha comenzado el proceso de reunificación de la moneda y que es irreversible. Pero no se han fijado (o al menos no se han divulgado) fechas. Supuestamente, a partir del "día cero" el Banco Nacional de Cuba emitirá una moneda única, el CUP. Todas las transacciones se harán con ese peso.

Es el objetivo. Pero quedan muchas inquietudes. Y la discreción de los entes decisores no ayuda a esclarecerlas.

Por el momento, algunas tiendas recaudadoras de divisas han comenzado a aceptar que se pague en CUP, a partir de la tasa establecida. Pero no parece una operación del todo diáfana, teniendo en cuenta que la compra de un CUC está fijada en 25 CUP. Pero si vendo el CUC solo recibo 24 CUP.

La reunificación comenzará por el sistema empresarial y después se extenderá hasta ámbitos más domésticos. Queda por ver sus implicaciones reales. La mayoría de los ciudadanos se sienten ante una disyuntiva: hay que hacerlo, pero ¿cómo?


Yuris Nórido es periodista de medios oficiales como el diario Trabajadores y el sitio digital CubaSí. Es miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC), "porque confío en que puede ser motor de cambios necesarios para este país".