Los habitantes de esta zona han establecido sus cosechas en los campos y han plantado sus árboles de nueces en las empinadas laderas de las montañas de los alrededores generación tras generación.
Pero últimamente han escuchado que bien profundo en la tierra descansa una potencial fuente de gas.
"Hemos oído el rumor de que hay petróleo debajo del suelo", dice una mujer. "Lo que dicen es que todos tendremos que mudarnos".
No hay manera de saber si realmente tendrán que irse de allí, pero lo que sí se sabe es que el pueblo está ubicado en una de las más de 20 cuadras de terreno en las que el gobierno chino tiene puestas sus esperanzas.
Se trata de un proyecto minero nacional que, en lo que se refiere periodo de tiempo, es uno de los más ambiciosos jamás realizados en cualquier lugar: un espaldarazo al gas de esquisto.
Plan audaz
Muchas cuadras serán subastadas muy pronto y hace unos días el gobierno chino dio una clara señal de su intención: la Royal Dutch Shell recibió la aprobación oficial de su asociación con una empresa de propiedad estatal en la provincia occidental de Sichuan. Se espera que después de la fase de prueba inicial de perforación se pueda pasar a la producción de gas comercial en unos pocos años.
El audaz plan de China es pasar de ser un principiante absoluto a uno de los mayores productores mundiales de gas de esquisto en menos de una década.
Es muy fácil identificar la razón por la que los economistas del país se han interesado repentinamente en aquello que se esconde debajo de la tierra en áreas rurales.
El aire contaminado que está asfixiando a los habitantes de muchas ciudades chinas ahora es tan visible, tan venenoso, que se ha convertido en un gran dolor de cabeza para el gobierno.
Las centrales eléctricas que utilizan carbón para producir el 70% de las necesidades energéticas de China son en gran parte responsables de esa contaminación.
De modo que el gobierno ha visto una enorme oportunidad en el gas de esquisto, tomando en cuenta que sus reservas estimadas son mayores que las de Estados Unidos y Canadá juntas.
La fracturación hidráulica, también conocida como fracking, utiliza grandes cantidades de agua mezclada con productos químicos para penetrar las capas subterráneas de esquisto.
En EE.UU., el gas natural que se ha conseguido liberar de las rocas de esta manera ha traído importantes ganancias en el ámbito energético.
Pero al país le tomó 60 años y decenas de miles de pozos para alcanzar su producción actual de alrededor de 170.000 millones de metros cúbicos al año.
China espera pasar de no producir nada a superar la mitad de la tasa de producción de EE.UU. en menos de una década, hasta alcanzar los 100.000 millones de metros cúbicos en 2020.
"Primero que todo, es necesario explotar el gas de esquisto desde el punto de vista de la seguridad energética "
Wang Ruiqi
Pero además de equilibrar la matriz energética nacional de China y alejarla del carbón, hay otra razón.
"Primero que todo, es necesario explotar el gas de esquisto desde el punto de vista de la seguridad energética", dijo Wang Ruiqi, una analista de la empresa de inteligencia de mercado ICIS.
"Nuestra dependencia de las importaciones de gas natural es muy alta ahora".
Wang confía en que al menos el objetivo a mediano plazo -producir 6.500 millones de metros cúbicos de gas de esquisto en 2015- se puede lograr.
Preocupación
Pero hay otros que no están tan seguros.
En el pueblo de Xinchao están mantando a un cerdo. Los lomos grasos del animal se bambolean mientras el cuchillo de carnicero atraviesa sus huesos.
Si el boom del gas de esquisto realmente llega a estos lugares, entonces el ritmo de vida tradicional cambiará.
Sin embargo, existe poca información pública acerca de la fracturación hidráulica, algo que contrasta con lo que ocurre en Estados Unidos, en donde actualmente existe un vigoroso debate sobre el hecho de que el fracking puede causar graves daños ambientales por la contaminación de los acuíferos de agua potable con productos químicos.
Y para China en particular, hay otro problema grave.
El alto volumen de agua necesaria para el fracking será un gran desafío para un país que ya tiene una grave escasez.
Algunas estimaciones sugieren que incluso para el objetivo de 6.500 millones de metros cúbicos, la industria del fracturamiento hidráulico tendría que consumir más de un tercio de la cantidad total de agua ya utilizada por todo el sector industrial de China.
También hay un reto tecnológico potencial.
Los depósitos de gas de esquisto de Estados Unidos se encuentran a unos 2.000 metros bajo la superficie. En China son mucho más profundos, hasta de 4.000 metros.
Esto podría hacer que el gas fuese mucho más costoso de extraer.
"Yo me mudaré, iré a ver el mundo exterior", dice una mujer en Xinchao mientras trabaja en el campo, cuando se le pregunta qué hará si el fracking realmente viene a la ciudad.
Pero puede que ello nunca suceda.
Existen serias dudas sobre si el campo chino podrá realmente producir combustible rápidamente.
Y lo que está aún menos claro para China es si el gas de esquisto será un recurso que valdrá su costo, o si más bien se trata de una problemática cosecha que es mejor dejar en paz.