Grandes historias de 2013: la tragedia de tren que llenó de luto a Galicia

Cuando la noche del 24 de julio se informó que un tren de alta velocidad se había descarrilado en una curva de la vía cerca de Santiago de Compostela, al principio no comprendimos la verdadera dimensión del desastre, el peor accidente ferroviario ocurrido en 40 años en suelo español. Nos enteramos por un sitio de noticias, mientras celebrábamos el pronto viaje de mi pasante a Londres y el comienzo de mis vacaciones. Pensamos que la cifra de víctimas no alcanzaría los dos dígitos: la mayoría de los accidentes de tren no son tan terribles. Pero pronto quedó claro que el viaje y las vacaciones se cancelaban. Y así comenzó un maratón noticioso cargado de adrenalina y desprovisto de horas de sueño. A la mañana siguiente logramos abordar el primer vuelo de Iberia a la capital de la región de Galicia. Frente a mí iba una señora llorando. Obviamente no quise molestarla con preguntas, pero parecía ser familiar de una de las víctimas. Llegamos a eso de las ocho de la mañana al aeropuerto. Afuera del avión, unas personas vestidas muy formalmente parecían estar esperando a alguien. Eran de ADIF, la compañía que maneja los trenes en España. Traté de hablar con uno de ellos, pero apenas se enteró de que era periodista apuró el paso. Alcanzó a decirme: "Mire, nuestros pensamientos están con las víctimas, no vamos a decir nada más por ahora".
El tren viajaba a más del doble de la velocidad permitida en la curva del accidente.
"La imagen de la recuperación del equipaje fue cuando menos inquietante. Y (también) me impresionó el levantamiento de los vagones. Grúas gigantes iban elevándolos uno a uno, algunos de ellos completamente destruidos, otros ennegrecidos por el incendio ulterior, algunos abiertos por la mitad por acción del choque"
En medio de los tributos a las víctimas, algunos defendieron al maquinista, único imputado hasta los momentos por la tragedia.
Miles de personas participaron en los funerales de las víctimas
"España tiene una red de ferrocarriles impresionante: se puede viajar a bajo costo, rápida y eficientemente casi a todas partes. Y cuando uno se sube a un tren, uno asume naturalemente que va a estar 100% bien. Pero el gran número de víctimas y la devastación en la vía ponen estas asunciones en tela de juicio"
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