Hace unos ocho meses que aterricé en Argentina para trabajar como corresponsal en el Cono Sur, pero todavía recuerdo como si fuera ayer lo que me dijo un vecino porteño en mi primer día en Buenos Aires:

"¿No podrías haber elegido un destino más tranquilo, como Siria, Corea del Norte o Afganistán?", cuestionó cuando le dije que yo era periodista.

Por su relato de la realidad, todo parecía ir mal en el país donde estaba a punto de comenzar mi nueva vida: inseguridad, crisis económica, caos político…

Tardé poco en darme cuenta de que a aquel hombre que quería rentarme su departamento le apasionaba exagerar, pero su discurso se me hizo familiar con el paso del tiempo.

El modelo "no funciona"

Cambio de pesos a dólares en Argentina

La salida de dólares del país se ha convertido en un motivo de preocupación para el gobierno.

En Argentina, cuando se cumplen 10 años de la llegada de los Kirchner al poder, hay un sector de la sociedad profundamente pesimista sobre el presente y, especialmente, el futuro de su país.

Y es que a lo largo de 2013 se acentuaron algunos de los problemas que Argentina empezó a sufrir hace un par de años.

La inflación anual se calcula ya en un 25%, según estimaciones de consultoras privadas.

Y aunque el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner asegura que la cifra real es mucho menor, el propio ejecutivo se comprometió a presentar un nuevo sistema de medición de precios ante el Fondo Monetario Internacional, y algunos miembros del oficialismo empiezan a reconocer el desafío en voz alta.

En mi despacho de la Avenida Corrientes guardo el menú de un restaurante dejado hace meses por el anterior corresponsal, más como documento histórico que para informarme de la carta, ya que los precios de hace un año se parecen tanto a los de este mes como Argentina se asemeja a Siria, Corea del Norte o Afganistán.

Con los 55 pesos que pago ahora por un corte de carne con ensalada, el anterior corresponsal podría haber comprado además un par de empanadas.

La subida de precios se nota también a la hora de tomar un café, hacer la compra en el supermercado o transportarse por la ciudad para llegar a una entrevista, sea en subte o en taxi.

Pero la inflación no es el único tema que preocupa aquí.

La caída de reservas –de Argentina salieron US$15.000 millones en dos años y sólo en 2013 las reservas se redujeron en un 30%, – se observa con atención en los círculos económicos del país.

Si bien el gobierno asegura que Argentina todavía goza de unas reservas notablemente superiores a las que tenía en 2003, cuando Néstor Kirchner asumió el poder, este año se profundizaron los intentos por frenar la salida de dólares.

Se persiguió el retiro de moneda extranjera en los cajeros automáticos de otros países, se aumentó el recargo a las compras con tarjeta fuera del país y siguieron las restricciones a la venta de divisas para quienes desean viajar al extranjero.

El tercer frente para quienes ven el vaso medio vacío es el de la inseguridad.

En las últimas semanas se vivieron episodios de saqueos en varias provincias del país que dejaron más de una decena de muertos y que los empresarios pusieron como ejemplo de su estado de indefensión.

Además, en zonas de la provincia de Buenos Aires y, sobre todo en la ciudad de Rosario, se empiezan a ver incidentes relacionados con el tráfico de drogas, ajustes de cuentas y pelea por el territorio.

El modelo "sí funciona"

Militantes de la Cámpora en Argentina

Los partidarios de Kirchner defienden su modelo de gestión a dos años de que abandone el poder.

Pero no todos ven Argentina con los mismos ojos.

Quienes defienden el modelo de gestión de Fernández de Kirchner subrayan que la inflación o la caída de reservas son sólo algunos indicadores económicos que hay que tener que cuenta, pero dicen que aislados no sirven para juzgar el estado de la economía nacional en su conjunto.

Por ejemplo, argumentan que el país tiene un ritmo de crecimiento de entre el 4 y el 5% anual, que despertaría la envidia de otros países de la región, como Brasil, y ni que decir de otras naciones del mundo, como España o Reino Unido.

También resaltan que el desempleo se logró mantener por debajo del 7%, en niveles inferiores a los de otros países latinoamericanos.

Y en materia de seguridad, recuerdan que las estadísticas todavía colocan a Argentina como uno de los países con menor índice de homicidios de América Latina (5.5 por cada 100.000 habitantes frente a los 23 de México, 33 de Colombia o 45 de Venezuela).

Polarización

En cualquier caso, el 2013 sirvió para distanciar aún más las visiones de una sociedad ya de por sí polarizada.

En más de una ocasión este corresponsal se ha visto en aprietos a cuenta de la pasión que desata la política entre los argentinos, sobre todo cuando el objeto de la charla es Cristina Fernández de Kirchner.

Cuando uno es periodista en un país ajeno, y más aún si trabaja para un medio en el que la imparcialidad es una de las máximas editoriales, es un deber reflejar de manera equilibrada todos los puntos de vista y aristas de una historia. Y de una sociedad.

Pero no es sencillo en Argentina, donde incluso ver la televisión o comprar un diario en el kiosko es una declaración ideológica.

Aún no sé si Argentina es el país idílico que proyectan algunos programas de la televisión pública o si por el contrario todo va terriblemente mal, como proclaman algunas estrellas de la prensa opositora.

La primera vez que en el puesto de prensa de mi barrio pedí que me dieran Clarín –el diario más crítico con el gobierno- y también Página 12 –uno de los más favorables-, el encargado me miró extrañado, con cara de "¿Vos sos periodista o sos bipolar?".

Y uno, que por suerte es Géminis, ha tenido que aprender a ser un poco pro K entre sus amigos defensores del modelo nacional y popular; un poco opositor entre aquellos que lo odian y lo más equilibrado posible a la hora de escribir.

Incierto 2014

Protestas en Argentina. Archivo

El 2013 se despide con protestas sindicales y saqueos en varias provincias del país.

No está claro qué deparará para el país este 2014, pero a sólo un año de las próximas elecciones presidenciales, ambos lados prevén que la tensión política y la división se acentúe.

Tampoco existe un obvio sucesor para Cristina Fernández de Kirchner, a quien la constitución impide optar a un tercer mandato.

Su intervención quirúrgica a causa de un hematoma en el cráneo a finales de este año aceleró las especulaciones sobre quién tomará las riendas del país cuando ella abandone la residencia presidencial en la quinta de Olivos.

El kirchnerismo sigue siendo la fuerza política más votada y con más poder en el interior del país, pero empiezan a surgir otras figuras políticas en la capital y, especialmente, en la provincia de Buenos Aires, el granero electoral de Argentina.

En gran medida, el futuro del kirchnerismo y la suerte de la oposición dependerá del desarrollo de la economía en los próximos meses.

Mientras, si en una cosa coinciden los que defienden al gobierno y los que lo atacan, es que en 2013 algo empezó a cambiar en Argentina.