Por lujuria se entiende el deseo excesivo del placer sexual, un comportamiento condenado fuertemente por la Iglesia y considerado un grave pecado capital.
Pero "Lujuria" también es el título de un polémico libro que este jueves sale a la luz en Italia de la mano de la editorial Feltrinelli y que denuncia precisamente eso: los abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes y el sistema puesto en marcha por el Vaticano (y aún en vigor, a juicio del autor de ese ensayo) para encubrir los casos de pederastia.
Emiliano Fittipaldi, un periodista italiano del semanario L’Espresso, ya puso contra las cuerdas hace sólo unos meses a la Santa Sede con "Avaricia", un libro que revelaba varios escándalos económicos del estado católico aportando como pruebas documentos internos reservados, motivo por el que su autor fue juzgado por un tribunal vaticano y posteriormente absuelto.
Y ahora Fittipaldi vuelve a la carga contra la jerarquía eclesiástica con "Lujuria", 200 estremecedoras páginas en las que revela cómo entre 2013 y 2015 han llegado al Vaticano procedentes de todo el mundo alrededor de 1.200 denuncias por pederastia contra sacerdotes y en el que acusa a Francisco de haber hecho muy poco en los tres años que lleva como Papa para acabar con esos terribles delitos.
"Francisco no ha hecho mucho para luchar contra la pederastia dentro de la Iglesia. El por qué no lo sé. Seguramente haya encontrado resistencias internas, como las hay en todas las transformaciones".
Y continúa: "Yo lo que he hecho ha sido mi trabajo como periodista, he comprobado si las palabras del Papa contra los abusos sexuales se materializaban en hechos. Y hechos la verdad es que hay pocos", asegura Fittipaldi en declaraciones a BBC Mundo.
Por su parte, la oficina de prensa del Vaticano declinó ante BBC Mundo hacer ninguna declaración sobre el nuevo libro de Fittipaldi.
Pero subrayó que el aumento del número de denuncias por pederastia que ha registrado la Santa Sede desde la elección de Francisco como Papa "es positivo y significa que cada vez hay menos miedo a llevar ante los tribunales estos delitos".
"Las víctimas de abusos sexuales saben que aquí se les escucha y que la respuesta es tolerancia cero", apuntaron.
En el círculo cercano
Los hechos, según el autor de "Lujuria", hablan claramente en contra del Papa. "Francisco ha promocionado dentro de la jerarquía de la Iglesia a personas que han encubierto casos de pederastia", acusa Fittipaldi.
Y aporta como ejemplo los nombres de tres cardenales (dos de ellos latinoamericanos) que han sido llamados por el Pontífice a formar parte del C-9, el consejo de nueve cardenales que desde 2013 asesora a Francisco en sus tareas de gobierno de la Iglesia.
Ahí está el cardenal australiano Pell, superministro de Economía de la Santa Sede y considerado el número tres del Vaticano. "Alguien que en los años 80 y 90 ha protegido a curas pederastas y que ha salvado la rica caja de caudales de la Iglesia en Australia de las denuncias por abusos. El propio Pell está acusado de abusos por cinco víctimas", asegura Fittipaldi.
También forma parte del C-9 el cardenal chileno Francisco Javier Cardenal Errázuriz Ossa, acusado de haber encubierto al expárroco pederasta Fernando Karadima.
Karadima fue condenado por abusos sexuales por el Vaticano y suspendido de por vida como sacerdote, pero su causa fue sobreseída por la justicia civil chilena al haber prescrito sus delitos.
"Francisco no sólo ha nombrado al cardenal Errázuriz uno de sus más estrechos colaboradores. Además ha hecho obispo a Juan Barros Madrid, alumno de Karadima y acusado también de encubrirle", señala Fittipaldi.
También comenta que "ante las críticas que suscitó ese nombramiento Francisco reaccionó defendiendo férreamente a Barros Madrid y asegurando que las acusaciones contra él eran de tipo político y que no había que prestarles oído".
Hay más
El tercer caso que saca a relucir este periodista es el del cardenal hondureño Oscar Madariaga, acusado de haber dado cobijo durante seis meses en 2004, cuando ya era arzobispo de Tegucigalpa, a un sacerdote pederasta buscado por la Interpol.
"Y ya antes, en 2002, cuando estalló el escándalo de abusos sexuales en Boston, defendió al cardenal de esa diócesis diciendo que era una buena persona y asegurando qué tampoco él habría denunciado nunca ante la policía a un sacerdote".
El autor de "Lujuria" admite que es posible que Francisco no estuviera al corriente de las acusaciones contra Madariaga por encubrir a un cura pederasta. "Pero es imposible que no conociera las que había contra Errázuriz Ossa por encubrir a Karadima. Y aun así, decidió nombrarle miembro del C-9 y convertirle en uno de sus asesores más cercanos", subraya.
Fittipaldi reconoce que el Papa sí que ha apartado a unos cuantos obispos salpicados por casos de abusos sexuales a menores. "Sí, hay cuatro o cinco casos. Pero lo que veo es que Francisco actúa de distinta manera ante los abusos sexuales a menores dependiendo de si un obispo le cae bien o no, sin tener en cuenta si hay procesos civiles contra él por pederastia".
El arzobispo español Francisco Javier Martínez no ha sido, por ejemplo, apartado de su cargo a pesar de que se ha negado en repetidas ocasiones a colaborar con la Justicia de ese país en la investigación de 10 sacerdotes y dos seglares acusados de abusos sexuales a menores. Hasta el punto de que el juez encargado del caso tuvo que darle un ultimátum".
Desacuerdos
Ni siquiera la puesta en marcha por parte de Francisco una comisión integrada por víctimas de sacerdotes pederastas atenúa el veredicto de Fittipaldi contra él.
"La comisión de víctimas no tiene ningún poder, es sólo un órgano consultivo que únicamente se ha reunido en tres ocasiones en los dos años y medio que han pasado desde su creación. Y su principal reclamación ha sido desoída, no han conseguido que el Vaticano imponga a los obispos y responsables de cada conferencia episcopal la obligación de denunciar ante las autoridades civiles a los sacerdotes acusados de pederastia".
La conclusión de este periodista italiano es rotunda: desde el nombramiento de Francisco como Papa, las cosas no han cambiado mucho en la Iglesia respecto a la pederastia.
Una opinión que sin embargo no todos comparten.
"Me parece que su acusación a Francisco de haber hecho poco y nada contra la pederastia en el clero es difícil de sostener, porque ignora casi por completo varias importantes iniciativas, también legales, que ha tomado para reforzar la política de 'tolerancia cero' para erradicar este flagelo", opina Gerard O’Connell, vaticanista de la revista jesuita estadounidense America Magazine y quien ya ha leído "Lujuria".
"Fittipaldi acusa a varias personas, pero me resultó curioso que al principio del libro hubiera una advertencia del editor que dice que 'todas las personas citadas, aún si condenadas en el primer grado de juicio, deben considerarse inocentes hasta una sentencia definitiva’… Obviamente la editorial quiere protegerse de eventuales juicios".
Diferencia anglosajona
"Me parece que en términos de información el libro no revela nada sustancialmente nuevo. De hecho, recopila y recicla noticias ya aparecidas en medios italianos e internacionales sobre terribles casos de abusos de niños y sobre su encubrimiento. Algunos se remontan a varias décadas atrás, otros son más recientes", asegura Elisabetta Piqué, vaticanista del diario argentino La Nación y autora del libro "Francisco: Vida y Revolución".
Y añade: "Es un compendio seguramente impactante sobre un escándalo que ha manchado como nunca la credibilidad de la Iglesia católica, pero también una operación comercial y un claro ataque al Papa".
Piqué también considera que el autor "minimiza los pasos adelantes dados tanto por él, como por Benedicto XVI en este tema, y critica la Comisión para la Tutela de Menores creada por Francisco con los mismos argumentos que suelen plantear los grupos de víctimas, que jamás estarán satisfechas, algo entendible".
Por su parte, el autor de "Lujuria" se lamenta de que en los países latinos como Italia, España o los de Sudamérica no hayan salido a la luz tantos casos de curas pederastas como en el mundo anglosajón.
"No es que haya menos casos, para nada. Lo que ocurre es que en los países latinos existe una cultura del silencio mafiosa que hace que incluso las familias de las víctimas callen por miedo a ir contra la autoridad moral que representa la Iglesia y que los medios de comunicación apenas hablen de estos casos. Y eso en los países anglosajones eso no sucede", dice.
Y concluye: "Ese es uno de los motivos por los que he escrito este libro, para demostrar que también en los países latinos en general y en Italia en particular existen curas pederastas".