Un cuarto de siglo después de haber publicado su aclamado y polémico libro "El fin de la Historia y el último hombre", Francis Fukuyama está preocupado.
La idea central de aquella obra del politólogo estadounidense era que, tras el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, la democracia liberal había triunfado como forma de gobierno en el mundo, que la evolución ideológica tocaba un punto final.
Pero, ¿cómo encaja en esa tesis la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, o el avance del populismo en Occidente en general?
En una entrevista telefónica con BBC Mundo, Fukuyama se manifiesta especialmente inquieto por lo que ocurre en EE.UU., debido a la importancia que este país tiene en el orden mundial.
"Trump representa una amenaza, no tanto a la democracia sino al liberalismo", afirma Fukuyama, de 64 años, desde su despacho en la Universidad de Stanford, California, donde dirige el Centro sobre Democracia, Desarrollo y Estado de Derecho.
Sin embargo, pese al "gran revés" que cree que sufrieron las democracias, Fukuyama sostiene que si volviera en el tiempo escribiría del mismo modo su célebre libro, que ha tenido una veintena de ediciones en el mundo.
Lo que sigue es un resumen del diálogo:
¿Cuál es su sentimiento actual sobre la democracia?
La democracia está teniendo muchos desafíos ahora, por el ascenso del nacionalismo populista en muchas partes del mundo, incluido Estados Unidos.
Estoy particularmente preocupado por lo que ocurre en Estados Unidos, porque Estados Unidos ha dado el ejemplo para muchos otros países. Y si no lo hacemos bien, eso va a enviar una mala señal a muchos otros países alrededor del mundo.
La reacción a la globalización ha producido una especie de ascenso del nacionalismo y la intolerancia, de un modo que amenaza el Estado de derecho y la protección igualitaria en la forma de orden liberal al que estábamos acostumbrados.
¿Es el nacionalismo de derecha en Estados Unidos y Europa una amenaza mayor a la democracia que, por ejemplo, el autoritarismo en Rusia o China?
Son todos desafíos. Pero si la amenaza viene desde dentro de una democracia establecida, de una manera es un desafío mayor: es algo que no esperábamos y podría tener un efecto más amplio en la estructura general del orden mundial, porque Estados Unidos ha sido tan importante en mantener ese orden.
¿Ve la presidencia de Trump como una verdadera amenaza a la democracia? ¿O en realidad Trump fue electo porque hay una disfunción mayor en el sistema?
Esas cosas pueden ser verdad simultáneamente. Pienso que Trump representa una amenaza, no tanto a la democracia sino al liberalismo, la idea del Estado de derecho y de poner límites al poder.
Pienso que su elección fue comprensible a la luz del hecho de que la democracia estadounidense no había estado haciendo un muy buen trabajo en representar a la clase trabajadora y a mucha gente que fue dañada por la globalización.
No creo que ambas cosas sean incompatibles.
¿Pero ve algo positivo en el ascenso de Trump al poder? Algunos señalan eso, que muchos blancos de clase trabajadora ahora se sienten representados…
Estoy de acuerdo, ningún partido político estaba haciendo un buen trabajo representando ese grupo de gente. Trump reconoció eso y en un sentido el sistema se ha vuelto más representativo.
Las democracias han sobrevivido grandes desafíos, como el fascismo o la guerra. Y todo el sistema en Occidente se basa en la idea de que el hombre quiere la libertad antes que la tiranía. ¿Podría esta historia estar más socavada ahora que antes?
No está siendo socavada. Hay varias cosas diferentes ocurriendo. Primero que nada, la gente se vuelve complaciente. Y creo que cuanto más te alejas de las grandes crisis que definen la democracia, como por ejemplo la Segunda Guerra Mundial en Europa, más la gente la da por sentada.
Segundo, hay cosas que ocurren en la economía que tienen que ver con el impacto de la globalización y el aumento de la desigualdad, que también están impulsando esto. Entonces pienso que es una combinación de estas cosas.
Pienso que su elección fue comprensible a la luz del hecho de que la democracia estadounidense no había estado haciendo un muy buen trabajo en representar a la clase trabajadora".
Francis Fukuyama, autor de "El fin de la historia y el último hombre".
Ahora, usted es el hombre que se volvió famoso por hablar del "fin de la Historia", la idea de que la democracia liberal podría estar aquí para quedarse como la forma final de gobierno. ¿Hubo algo equivocado con esa idea? ¿Hace alguna autocrítica?
Bueno, debes entender lo que era la idea. Los marxistas dijeron que hay un fin de la historia, que sería el comunismo. Y yo simplemente dije que parecía que si había un fin de la Historia, iba a ser más algo como la democracia liberal.
Y creo que eso aun es cierto. Pero eso no es lo mismo que decir que todas las cosas van a ser siempre geniales en las democracias o que siempre vas a tener una tendencia ascendente. Porque como en los 1930s, tuvimos un gran revés.
El verdadero tema es: ¿hay una forma superior de orden político que una democracia liberal? Y no creo verla.
¿Pero usted todavía es optimista?
No, no a corto plazo. A largo plazo sí.
Si pudiera volver al momento en que escribió sobre el "fin de la historia", ¿lo haría de la misma forma en que lo hizo?
Sí, por supuesto.
Una última pregunta, relacionada con América Latina: es una región donde la democracia ha emergido sobre dictaduras, violencia política, populismo y diferentes formas de autoritarismo. ¿Podría enseñarle algo América Latina al mundo occidental ahora?
Las tendencias en América Latina en los últimos pocos años han sido buenas. Tuvieron ese período en que el "chavismo" le marcaba la agenda a varios países en la región. Y la mayoría de ellos han implosionado, como la propia Venezuela, o han sido reemplazados por gobiernos más conservadores que creo que tienen políticas económicas más sensibles.
En ese sentido, América Latina pasó por esa fase populista pero está saliendo de ella antes. Las causas y el impacto son un poco diferentes, porque en Latinoamérica el populismo está todavía todo en la izquierda, mientras en buena parte de Europa y en Estados Unidos el populismo está a la derecha y tiene que mucho que ver con la inmigración, valores culturales y demás.
No es una historia completamente comparable. Pero en el sentido de países que persiguen nacionalismo económico, América Latina puede proporcionar una buena advertencia a las sociedades occidentales.