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El estudio aporta pruebas claras de la conexión que existe entre las aguas superficiales y las profundas.

Sustancias químicas prohibidas en los años 70 fueron encontradas en los confines más profundos del Océano Pacífico, según reveló un estudio.

El hallazgo de altas concentraciones de contaminantes como bifenilos policlorados (PCB, por sus siglas en inglés) y polibromodifenil éteres (PBDEs) en ecosistemas marinos profundos dejó perplejos a los científicos.

Estos compuestos se utilizaron ampliamente durante gran parte del siglo XX y se dejaron de usar cuando se descubrió que eran tóxicos y se acumulaban en el medio ambiente.

Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Nature Ecology and Evolution.

Los científicos, liderados por Alan Jamieson, de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, midieron los niveles de contaminación en los tejidos grasosos de los anfípodos, un tipo de crustáceos que habita en las profundidades del Océano Pacífico.

Estos animales fueron capturados con un vehículo especialmente diseñado para ello, lanzado desde un bote en la fosa de las Marianas y la fosa de Kermadec.

Ambas están en el Océano Pacífico, tienen una profundidad de más de 10 Km y están separadas por unos 7.000 kilómetros.

1,3 millones de toneladas

Los contaminantes que encontraron en estos crustáceos (PCB y PBDEs, entre otros) se utilizaban como aislantes eléctricos y en productos para retrasar el avance de las llamas.

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Las fosas de las Marianas están habitadas por extrañas criaturas marinas.

La producción de PBC fue prohibida en Estados Unidos en 1979 y por la Convención de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, un tratado de la ONU ratificado en 2001.

Desde 1930 hasta la fecha de su prohibición, la producción global de estas sustancias químicas alcanzó cerca de 1,3 millones de toneladas.

Estos contaminantes que acabaron en el medio ambiente por causa de accidentes industriales y en basurales no se descomponen naturalmente y, por ende, persisten en la naturaleza.

Según los autores del estudio, es difícil entender los niveles de contaminación hallados bajo el Pacífico en un contexto más amplio porque, en parte, estudios anteriores medían contaminación con otros parámetros.

Sistemas conectados

No obstante, dicen que en la fosa de las Marianas, los niveles más altos de PCB superan en 50 veces a los niveles hallados en los cangrejos de los campos de arroz del río Liaohe, uno de los ríos más contaminados de China.

"Los anfípodos que encontramos contenían niveles de contaminación similares a los encontrados en la Bahía Suruga (en Japón), una de las regiones industriales más contaminadas del Pacífico noroccidental", explicó Jamieson.

Los investigadores creen que los compuestos químicos llegaron hasta las fosas a través de restos de plástico ingeridos por animales que murieron y que luego se hundieron hasta llegar al fondo del mar.

Los cadáveres de estos animales fueron consumidos a su vez por los anfípodos y otras criaturas marinas que habitan en estos rincones remotos del fondo marino.

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Alan Jamieson, Universidad de Newcastle

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La contaminación fue detectada en el tejido graso de los anfípodos, un tipo de crustáceo que habita en las profundidades del océano.

En opinión de los investigadores, el océano profundo podría convertirse en un repositorio de contaminantes.

Los compuestos químicos, argumentan, se acumulan a través de la cadena alimentaria de modo tal que cuando llegan a las profundidades del océano, las concentraciones son muy superiores en comparación con las que hay en aguas superficiales.

Según Katherine Dafforn, investigadora de la Universidad de Nuevo Gales del Sur en Australia, quien no participó de la investigación, "aunque los autores pudieron cuantificar las concentraciones de PCB y PCBE en los crustáceos de la zona hadal (las fosas oceánicas profundas), aún se desconoce la fuente de estos (contaminantes persistentes) en estas zonas y también los mecanismos que los llevaron allí".

"Es más, los efectos tóxicos de estos contaminantes y su potencial de biomagnificarse a medida que ascienden en la cadena alimentaria todavía necesitan comprobarse".

Aún así, Dafforn señaló que los miembros del equipo"aportaron pruebas claras de que el océano profundo, más que ser un lugar remoto, está muy conectado con las aguas superficiales y ha estado expuesto a concentraciones significativas de contaminantes producidos por el hombre".