El valor de una divisa puede fortalecer o dañar la economía de un país.
Si es muy alto, hace a las exportaciones del país menos competitivas. Si es muy bajo, las importaciones se hacen costosas y puede disparar las tasas de interés y la inflación.
Al mismo tiempo, bruscos movimientos en su cotización generan alerta y preocupación en los mercados de divisas.
El último ejemplo ha sido la caída importante del valor del yen japonés en meses recientes.
Por otro lado, el valor del euro se ha incrementado frente a una cesta de signos monetarios, creando preocupación entre altos funcionarios de la región.
No es de sorprenderse entonces que en la reunión de ministros de Finanzas de las 20 economías más grandes del mundo en Moscú, un importante tema de la agenda sea justamente el valor de las divisas.
Incluso antes de que se llevara a cabo el encuentro algunos habían advertido que la amenaza de la llamada "guerra de las divisas" era algo muy probable en la economía global.
¿Qué es exactamente una guerra de divisas?
Es un término utilizado para describir la devaluación de las monedas, un escenario donde varios países tratan de devaluar su signo monetario en un intento por ganar ventaja el uno sobre el otro.
Tomemos por ejemplo la caída del yen japonés frente al dólar estadounidense y el euro.
Es bastante probable que esta devaluación le dé un impulso a las exportaciones y hacer a los bienes japoneses más baratos para compradores extranjeros si el valor de la moneda de esas naciones no cambia significativamente. Esta movida podría afectar las exportaciones de esos países.
Ahora, si países que compiten con Japón comienzan activamente a intervenir en los mercados para devaluar sus monedas, entonces estamos ante una guerra de divisas.
El temor es que estas operaciones para devaluar monedas se pueda extender rápido en la medida en que los países tratan de adaptarse a los movimientos de los otros signos monetarios.
¿Cuándo fue la última vez que hubo una?
La última vez que se desató un conflicto monetario fue en la década de 1930.
Ocurrió en la medida en que los países comenzaron a abandonar el patrón oro. Este patrón fijó el valor de las divisas al precio del metal precioso y prevenía que un país imprimiera demasiados billetes.
Sin embargo, también le impedía a los creadores de política económica flexibilidad a la hora de lidiar con shocks económicos.
En la medida en que las naciones comenzaron a abandonar el patrón oro una tras otra, comenzaron a devaluar sus monedas.
Muchos economistas describen esto como que si los países tratan de exportar desempleo a otras naciones o "empobrecer al vecino". Las devaluaciones también llevan a esos países a imponer tarifas a las importaciones, lo que significa proteccionismo.
Pese a que en los últimos meses ha habido intervenciones de varios países en los mercados de divisas, no ha sido a una masiva escala internacional que lleve a decir que estamos frente a una guerra de divisas.
¿Alguien gana en este tipo de guerra?
Bueno, no mucho. La simple razón es que si todos devalúan sus monedas al mismo tiempo, terminan negándose cualquier ventaja unos a otros.
También puede tener un efecto negativo, ya que una moneda débil hace las importaciones más caras. Al mismo tiempo, las fluctuaciones en las cotizaciones también pueden terner un efecto dañino en el comercio. Quizás en mayor ejemplo de eso fue la guerra de divisas durante la década de 1930, que afectó considerablemente el comercio internacional y contribuyó a la Gran Depresión.
¿Qué es lo que ha desatado los temores?
Las preocupaciones han aumentado en parte por la caída abrupta del valor del yen y el aumento del euro.
La divisa japonesa se ha devaluado casi 15% frente al dólar estadounidense desde el pasado mes de noviembre, mientras que el euro ha ganado valor 6% frente a una cesta de divisas en los últimos seis meses.
Los políticos japoneses han indicado que continuarán aplicando medidas que han llevado a esa debilidad del yen.
Por otra parte, algunos líderes de la eurozona han mostrado sus preocupaciones sobre la fortaleza de la moneda única, afirmando que estaba afectando las exportaciones de la región.
En un contexto en que tanto Japón como la eurozona todavía están atrapados en una recesión, algunos temen que puedan utilizar una moneda débil para afianzar sus exportaciones y generar crecimiento económico.
¿Entonces vamos directo a una guerra de divisas?
En realidad, no. En momentos en que está cayendo el valor del yen, los analistas indican que lo que busca el gobierno japonés es detener la inflación e impulsar el crecimiento económico.
Tampoco hay evidencia para sugerir que Japón ha intervenido deliberadanente en los mercados para debilitar su moneda. Pese a que los líderes del país apoyan un yen débil, eso no significa que hayan presionado para establecer una meta en torno a cuál debe ser su cotización.
"En un contexto en que tanto Japón como la eurozona todavía están atrapados en una recesión, algunos temen que pueden utilizar una moneda débil para afianzar sus exportaciones y generar crecimiento económico"
Al mismo tiempo, no han indicaciones de países que compiten con Japón que digan que también están tratando de debilitar sus monedas para compensar la ventaja que tiene ahora la economía japonesa con su yen devaluado.
Algunos analistas también han argumentado que la agresiva flexibilización monetaria aplicada por los bancos centrales de Europa y EE.UU. después de la crisis financiera de 2008-2009, jugaron un papel importante en la debilitación de las monedas de sus economías.
Como resultado, afirman, es poco probable que el G20 vaya a tomar medidas contra la flexibilización monetaria japonesa.
Estos puntos de vista han sido respaldados por altos funcionarios responsables de política económica. "No hay una devaluación competitiva, no hay guerra de divisas", aseveró Sergei Storchak, viceministro de Finanzas de Rusia.
"Lo que está ocurriendo es una reacción del mercado a una medida exclusivamente interna".
¿Qué va a decir el G20?
El G20 ha pedido en ocasiones anteriores a sus miembros no intervenir en los mercados de divisas.
Es altamente probable que el grupo dé a conocer un comunicado similar al final de su reunión.
A principios de esta semana, el G7, que incluye a Japón, emitió un comunicado donde dijo que no va a fijar objetivos para la cotización de sus divisas.
El jueves, Anton Siluanov, ministro de Finanzas de Rusia, anfitrión del G20, dijo que será similar. "El lenguaje podría diferir, pero la intención será la misma", aseguró.