Es un veterano de la era soviética, férreo patriota ruso, astuto diplomático, conocedor del tejemaneje en Washington y, según algunos expertos en inteligencia, un posible espía, extremo que Moscú niega.
Es Sergei Kislyak, embajador de Rusia ante Estados Unidos, el hombre de Putin en Washington cuya gestión de acercamiento a las altas figuras del gobierno estadounidense ha puesto en aprietos la presidencia de Donald Trump.
Medios de Estados Unidos aseguran que los servicios de inteligencia del país lo consideran el jefe de los espías. Pero la cancillería rusa responde indignada que se trata de un "diplomático de talla mundial".
Lo innegable, es que está en el centro de la tormenta política que vive el gobierno de Donald Trump por los contactos que mantuvo con algunos de sus colaboradores durante la campaña.
Primero fueron las conversaciones del embajador con el general Michael Flynn, seleccionado por Trump para ser su Consejero de Seguridad, que lo forzaron a renunciar al cargo.
Luego, la revelación de que se reunió con el Fiscal General, Jeff Sessions, tiene a éste último en agua caliente y, ahora, nuevos reportes indican que el yerno y cercano asesor de Trump, Jared Kushner, también tuvo contactos con Kislyak que levantan sospecha sobre la injerencia rusa en la política estadounidense.
No en vano y con una pizca de ironía la prensa en Rusia los llama "el diplomático más peligroso en Washington".
"Diplomacia discreta"
Según la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zakharova, Kislyak sólo estaba haciendo su labor: "Su trabajo consiste en crear contactos en los países donde están presentes". señaló. "Si no realizan estos contactos, si no participan en negociaciones, entonces no son diplomáticos".
Estar en el epicentro de una tormenta política no es el estilo de este destacado diplomático, reconocido por muchos como una autoridad en las relaciones rusoestadounidenses y en el control de armas nucleares.
En los nueve años que lleva representando el Kremlin en Washington, su estilo ha sido descrito como discreto, hasta callado.
Eso no quiere decir que no defienda la política de su gobierno a capa y espada, sin dar un centímetro.
"Es muy leal con su país y defiende la posición de Moscú aún en las situaciones más difíciles, ya sea la intervención rusa en Ucrania, Crimea o Siria", dijo Famil Ismailov, del Servicio Ruso de la BBC.
Pero, por otra parte, también se le conoce como un afable, simpático y altamente profesional diplomático con muy buen inglés y mejor sentido del humor.
"Después de una ardua discusión no duda en invitar a su contrincante a cenar", continuó Ismailov.
De esa manera se ganó el respeto de sus pares como un diplomático activo, informado y astuto, más siempre un caballero.
Una combinación de características que lo hacían un maestro del juego político y diplomático en Washington.
"Llevo tanto tiempo trabajando en Estados Unidos que conozco a casi todo el mundo", comentó Sergei Kislyak en una oportunidad.
Estrategia
Se jactaba de tener en una de sus sedes el mejor chef de toda la comunidad diplomática, donde servía platos de cocina moderna rusa, vodka condimentado con pimienta y entretenía a sus invitados con su locuacidad y anécdotas.
En una ocasión, en 2011, brindó a 50 personas un fastuoso banquete en la residencia de la embajada, una mansión a pocas cuadras de la Casa Blanca.
Uno de los invitados, Michael A. McFaul, que acababa de ser nombrado embajador de EE.UU. a Moscú, comentó que todos los comensales tenían una cosa en común: "todos eran funcionarios del gobierno involucrados en formular la política de Barack Obama hacia Rusia".
Es una estrategia que ha practicado hasta estos días y que hoy se cuestiona en los círculos políticos, especialmente los demócratas de oposición que ven con sospecha los lazos del presidente Donald Trump con Rusia.
Pero Kislyak defiende su actividad: "Es un trabajo diplomático normal que llevo haciendo: es nuestro trabajo el entender, conocer gente, tanto del lado republicano como demócrata".
Carrera diplomática
Sergei Kislyak, de 66 años, es un diplomático de carrera que inició actividades en la era soviética.
Se graduó del Instituto de Ingeniería Física de Moscú y, entre 1985 y 1989, fue parte de la delegación rusa ante la ONU en Nueva York y luego en la embajada en Washington, en los estertores de la Unión Soviética.
Luego fue nombrado representante de su país ante la OTAN y fue embajador en Bélgica entre 1998 y 2003, cuando regresó a Moscú para ocupar el cargo de viceministro de Relaciones Exteriores durante cinco años.
En 2008 fue nombrado embajador en Washington, el cargo que ocupa hasta el momento.
Durante este período se considera que fue una pieza clave en la negociación entre Rusia y EE.UU. para reducir el armamentismo, al comienzo del gobierno de Barack Obama.
Sin embargo, en años recientes también vio el deterioro de las relaciones entre las dos potencias nucleares, particularmente tras la anexión rusa de Crimea, las sanciones impuestas por Washington contra Moscú y, por último, las acusaciones que el Kremlin interfirió cibernéticamente en las elecciones presidenciales que concluyeron con el triunfo de Donald Trump.
Relación con el gobierno Trump
Sergei Kislyak conoció personalmente a Trump en abril de 2016, durante una charla que el entonces candidato republicano estaba dando sobre relaciones exteriores.
A partir de entonces, la campaña de Donald Trump se refirió a una política de acercamiento con el gobierno de Vladimir Putin y varios del círculo interno del futuro presidente sostuvieron conversaciones con Kislyak.
Pero el deterioro con la saliente administración de Obama continuó, especialmente con las acusaciones de hackeo del proceso electoral lanzadas por el presidente demócrata y la expulsión, en diciembre, de 35 funcionarios rusos acusados de ser "operativos de inteligencia".
Esas acusaciones, respaldadas por los servicios de inteligencia de EE.UU., han asediado los primeros días de la presidencia de Donald Trump y la primera víctima de los contactos de Kislyak con los integrantes del nuevo gobierno fue Michael Flynn, consejero de Seguridad nacional.
El pasado 28 de febrero, sin embargo, Kislyak era uno de los pocos embajadores invitados al primer discurso de Trump ante la sesión plenaria del Congreso.
Pero menos de 24 horas después, se destapó una nueva polémica en torno a las conversaciones que sostuvo el fiscal general, Jeff Sessions, con el embajador ruso.
"Es una situación en la que no necesariamente quiere estar Kislyak", comentó Famil Ismailov del Servicio Ruso de la BBC.
"Pero ya llegó al fin de su carrera y ya ha subido a los puestos más altos de la diplomacia. Es posible que sea reemplazado en pocos meses y se retire", concluyó.