Si eres un hombre desempleado, ¿prefieres seguir sin trabajo a entrar a una profesión "para mujeres"? Para un número sorprendente de varones, la respuesta parece ser sí.
En Estados Unidos y muchas otras naciones industriales están desapareciendo puestos en ocupaciones tradicionalmente "masculinas", como la de obrero de una fábrica.
Al mismo tiempo, han crecido más rápidamente ocupaciones que la sociedad lleva mucho tiempo asociando con mujeres, como es el caso de la enfermería y otros trabajos en el sector de la salud.
Lógica
La racionalidad económica indicaría que muchos hombres que están en esos sectores económicos decrecientes buscarán nuevos empleos en el sector emergente, pero la realidad indica otra cosa.
"Esto no está ocurriendo en Estados Unidos", le dice a BBC Mundo Jane Dill, experta en asuntos laborales y de género de la Universidad de Akron.
"No hay muchos hombres entrando a profesiones tradicionalmente femeninas como la enfermería. Creo que lo que sucede refleja el estigma que todavía conlleva hacerlo".
Estudios señalan que un obrero blanco estadounidense típico, que por años se ganó la vida cómodamente en la línea de producción de una fábrica de automóviles que ya no existe, es muy reacio a buscar un nuevo trabajo como, por ejemplo, auxiliar de enfermería.
Aunque eso le cueste permanecer más tiempo en el desempleo.
El diario The New York Times, citando estadísticas del gobierno estadounidense, señala que entre 2014 y 2024 se espera que la profesión de terapista ocupacional crezca en 43% y la de asistentes de fisioterapia en 41%.
Pero los mismos datos muestran que 85% del empleo en terapia ocupacional y 68% en el de terapia física corresponde a mujeres.
En países desarrollados de América del Norte y Europa, incluyendo Estados Unidos y Reino Unido, se ha presentado incluso una importante inmigración de mujeres extranjeras para ocupar puestos en sectores como el de la enfermería, ante la dificultad de conseguir suficientes personas locales que estén dispuestos a trabajar en ese tipo de ocupaciones.
Esto al tiempo que los hombres de clase trabajadora en ambos países tienen niveles sustanciales de subempleo y desempleo.
Para mantener la familia
¿Y entonces es simplemente irracional la conducta de estos hombres?
No necesariamente.
Una de las razones por las que empleos como el de obrero industrial eran considerados "de hombres" es porque, en la época de oro de la industrialización en Estados Unidos y Europa, ofrecían salarios que harían posible sostener cómodamente a una familia, permitiéndoles desempeñar su papel tradicional de cabeza de hogar.
Esto a diferencia de muchos empleos "femeninos" que tienen salarios promedio menores, le recuerda a BBC Mundo Janeth Dill.
Renunciar a la esperanza de ser un trabajador en una fábrica de autos de Detroit, para aspirar a ser un ayudante de enfermería probablemente implica aceptar una rebaja notoria de sus condiciones salariales.
En esas circunstancias, vale la pena recordar que este viernes tomó posesión en Estados Unidos como presidente Donald Trump, un candidato que ganó en buena parte por su popularidad en la clase obrera blanca, afectada por una sustancial caída en su nivel de vida.
Trump no les ofrece a los obreros estadounidenses puestos "femeninos".
La simbología de su campaña invitaba a Estados Unidos a "volver a ser grande", apelando a la nostalgia de la década de 1950.
Lo que les promete es empleos industriales como los de antes, cuando su estabilidad económica y el papel subordinado de las mujeres en sus familias estaba mucho menos en duda que ahora.
Cuestión de tiempo
La lógica económica dice que, con el tiempo, los prejuicios culturales en torno a los trabajos "para mujeres" se irá erosionando, a medida que los hombres se den cuenta que sus antiguos trabajos "para machos" en las fábricas no van a volver.
Y que un trabajo en el sector de salud o de los servicios, aunque no tan bien pagado como los que tenían antes en la manufactura, es mejor que el desempleo permanente.
"Creo que los hombres encontrarán su nicho en estos sectores", le asegura Dill a BBC Mundo.
"Por ejemplo, hemos notado un incremento de hombres ocupando posiciones en el sector salud que no requieran demasiado entrenamiento pero que tengan un componente técnico", completa.
Estados Unidos hoy enfrenta la perspectiva de un nuevo presidente como Donald Trump que les ofrece la esperanza, basada en muy pocos hechos reales, pero esperanza al fin y al cabo, de volver a un pasado que muchos de estos hombres consideran menos humillante que su situación laboral actual.
Y si bien ningún experto pronostica que volverán estos empleos industriales en las proporciones que promete Trump, parece bien probable que alguien que siga vendiendo esta esperanza encuentre un eco en el electorado de los países industriales.
Allí numerosos desempleados sienten que hasta su hombría se ha visto comprometida por la crisis económica.