En Japón, la falta de espacio no afecta únicamente a los vivos: las familias lidian con problemas para enterrar a sus seres queridos.
Y el fotógrafo japonés Noriko Hayashi exploró este fenómeno.

“Escalera hacia el cielo”, del fotógrafo Noriko Hayashi, explora las formas en que Japón lidia con la falta de espacio para vivir y, en consecuencia, con las estrategias que se idean para enterrar a los muertos.

La capital nipona, Tokio, es la ciudad más grande del mundo, con una población de unos 36 millones de personas, y el suelo es a la vez caro y muy demandado.

En el cementerio Aoyama, los lugares de enterramiento pueden costar más de US$100.000, por lo que la gente está buscando otras soluciones para enterrar a sus seres queridos.

El Shinjuku Rurikoin Byakurengedo es un edificio de varias plantas diseñado por Kiyoshi Takeyama en el que se guardan cadáveres.

El edificio incorpora una avanzada tecnología desarrollada por Toyota Industries para guardar, y permitir el acceso a, los restos humanos.

Cuando se coloca una tarjeta de identificación electrónica cerca de la lápida, la puerta se abre automáticamente y te encuentras con una lápida de imitación con el nombre de la persona fallecida y su fotografía. En la imagen se aprecia una ofrenda de incienso sobre una tumba.

En el templo Banshoji, las tarjetas electrónicas permiten el acceso a una sala en la tercera planta que se llama Suishoden.

En Suishoden, lámparas LED iluminan 2.000 pequeñas urnas funerarias de vidrio. Cada una contiene una caja con las cenizas de una persona muerta. Cada nicho está decorado con la imagen de Buda. La tarjeta electrónica que se usa para entrar a la sala garantiza el prendido adecuado de luces doradas.

El Proyecto es parte del "Futuro de las Ciudades", una serie de Sony’s Global Imaging Ambassadors, exhibición que se puede ver en Somerset House en Londres, Reino Unido, del 24 de abril al 10 de mayo.
Todas las fotografías son de ©Noriko Hayashi/Panos para SGIA.