Imagínese que en 2.500 años todo lo que ha sobrevivido de las canciones de los Beatles son algunas letras, y que todo lo que se ha conservado de las óperas de Mozart y de Verdi son palabras, no la música.

Cuán excitante sería poder reconstruir la música, redescubrir los instrumentos que tocaron y volver a escuchar esas palabras en su espacio justo.

Eso es lo que está por ocurrir con los textos clásicos de la antigua Grecia.

A menudo se olvida que los escritos que han sido fundacionales para la literatura occidental -los relatos épicos de Homero, los poemas de amor de Safo, las tragedias de Sófocles y Eurípides- eran, originalmente, música.

Fueron compuestos entre los años 750 y 400 a.C. para ser cantados en su totalidad o en parte, acompañados por la lira, flautas hechas de junco e instrumentos de percusión.

Buscando el tono

¿Pero no está la música perdida para siempre? La respuesta es no.

Resucitando melodías

David Creese, de la Universidad de Newcastle de Reino Unido, hizo un instrumento parecido a una citara y en él interpreta una canción que está grabada en una piedra de la Grecia antigua.

Escuche la canción

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Los ritmos -quizás el aspecto más importante de la música- están preservados en las mismas palabras, en los patrones de las sílabas largas y cortas.

Los instrumentos los conocemos por las descripciones, las pinturas y los restos arqueológicos, que nos permiten establecer los timbres y el rango de tonos que producían.

Y ahora, nuevas revelaciones sobre la música de la antigua Grecia han surgido en unas decenas de documentos con anotaciones vocales concebidas alrededor del 450 A.C., consistentes en letras del alfabeto y signos ubicados arriba de las vocales de las palabras griegas.

Los griegos calcularon las relaciones matemáticas de los intervalos musicales, en los que una octava es 2:1, una quinta 3:2, una cuarta 4:3 y así.

Las anotaciones nos ofrecen una indicación precisa de los tonos relativos: la letra A en lo más alto de la escala, por ejemplo, representa una nota musical una quinta más alta que la N, en la mitad del alfabeto. Un tono absoluto puede ser deducido de los rangos vocales requeridos para cantar los tonos que quedan.

Desde hace mucho tiempo, los clasicistas conocían los documentos que fueron encontrados en piedras talladas en Grecia y en papiros en Egipto, algunos de los cuales comenzaron a ser publicados en 1581. Pero en décadas recientes se han encontrado más de estos rastros del pasado.

Fechados entre 300 a.C. y 300 A.D., los fragmentos nos ofrecen una visión más clara de lo que era la música en esa época.

La investigación en la que me he embarcado, financiada por la Academia Británica, tiene como objetivo resucitar esa música.

Música folclórica

Músicos griegos

Quedaron sólo las palabras, pero cada vez se encuentran más pistas de cómo sonaba la música.

Es importante entender que las normas rítmicas y melódicas de la Antigüedad eran diferentes a las actuales.

Debemos dejar de lado nuestros preconceptos de Occidente. Un mejor paralelo son las tradiciones folclóricas no occidentales, como las de India y Medio Oriente.

Prácticas instrumentales que provienen del legado de la antigua Grecia todavía sobreviven en áreas de Sardinia y Turquía, y nos ofrecen un testimonio de los sonidos y las técnicas que crearon la experiencia de la música en los tiempos antiguos.

¿Cómo sonaba entonces la música griega?

Algunas de las melodías que han sobrevivido son inmediatamente atractivas al oído moderno. Una pieza completa, inscrita en una columna de mármol cuyo origen aproximado es el 200 d.C., es una pequeña y evocadora canción de cuatro líneas compuesta por Seilikos. Su letra puede ser traducida de la siguiente manera:

Mientras estés vivo, brilla:

nunca dejes que tu ánimo decaiga.

Tenemos un breve periodo en esta vida para disfrutar:

El tiempo necesita un final.

La anotación es inequívoca, marca un ritmo regular y nos muestra un importante principio de la composición antigua.

En la Grecia de entonces, la voz elevaba su tono en ciertas sílabas y lo bajaba en otras (las tildes en griego antiguo indican tonos, no acentuación). Los contornos de la melodía siguen esos tonos en esta canción y también lo hacen de forma consistente en todos los documentos.

De Eurípides a Homero

Templo de Poseidón

La música de cuando los dioses vivían en el Olimpo quizás le suene rara hoy.

El documento musical más antiguo que ha sobrevivido preservó algunas líneas de música cantada de una obra dramática, Orestes, del dramaturgo del siglo V a.C. Eurípides. Posiblemente él mismo escribió la melodía.

La música en este período solía utilizar intervalos sutiles como los cuartos de tono y se puede ver que la melodía no se ajusta en absoluto a los tonos de las palabras.

Eurípides era conocido por ser un compositor de avant-garde y Orestes muestra una de las razones por las cuales su música era considerada extremadamente moderna: violaba las normas antiguas del canto folclórico griego abandonando estos tonos.

Sin embargo, también reconocemos otro principio adoptado por Eurípides. Las frases "Lo lamento" o "Le suplico" son acompañadas por una cadencia triste y descendente, mientras que cuando el cantante dice "mi corazón salta salvajemente", la melodía brinca también. Era una banda sonora de la antigua Grecia.

Y fue recibida con gran excitación en el mundo griego. El historiador Plutarco nos dice que de los miles de soldados atenienses capturados por Siracusa en una campaña desastrosa en 413 a.C., sólo los que eran capaces de cantar las últimas canciones de Eurípides recibían algo de comida y bebida en las prisiones.

Sirena de John William Waterhouse

¿Cómo cantaban las sirenas? Estamos más cerca de saberlo.

¿Pero qué hay del más grande de los poetas-cantores, Homero?

Homero nos revela que los poétas de su época cantaban acompañados por una lira de cuatro cuerdas, llamada "phorminx". Las cuerdas probablemente estaban afinadas con las cuatro notas que sobrevivieron en el centro del sistema de escalas griego que llegó más tarde.

El profesor Martin West de Oxford reconstruyó los cantos de Homero sobre esa base. El resultado es una tonada algo monótona, lo que probablemente explica la razón de que emergiera la tradición de recitación homérica sin melodía de lo que originalmente había sido una composición cantada.

"¿Qué canción cantaban las Sirenas?", es la primera de la lista de preguntas "enigmáticas, aunque no más allá de la conjetura" hecha por el escritor inglés del siglo XVII Thomas Browne.

"La reconstrucción de la música antigua griega nos lleva un paso más cerca de responder esa pregunta".