Una de las respuestas más sorprendentes a mi anterior post fue la de un cubano emigrado que alerta a sus compatriotas de que la batalla anticorrupción puede formar parte de una estrategia enemiga para "que nos dediquemos a perseguirnos y a luchar contra nosotros mismos".

Sin embargo, creo que para la mayoría de los cubanos que residen en la isla está muy claro que cuando se habla de corruptos hay una enorme diferencia ética entre "ellos" y "nosotros", la que ha existido siempre entre quienes viven para robar y los que roban para sobrevivir.

A veces se pretende incluir en la corrupción al albañil que se lleva un poco de cemento para hacer algún trabajo particular y completar sus ingresos. Pero lo cierto es que la suma del robo hormiga de "nosotros" seguramente es menor que una sola de las estafas de "ellos".

En , pasado en memorias USB de mano en mano entre los cubanos, se muestra como un grupo de dirigentes de Servicios Comunales sustrajeron US$1,5 millones transfiriendo más dinero del presupuesto para salarios de inexistentes brigadas de limpieza.

Operación policial

Operación policial contra los dirigentes corruptos en el Centro Comercial Carlos III en La Habana.

Los trabajadores de la construcción deberían robarse 300 mil sacos de cemento para igualar el daño provocado a la economía por esta banda de funcionarios. Y eso que no estamos hablando de los peces más gordos que han sido procesados sino de "pequeños" estafadores.

El cerebro en la trama de los Servicios Comunales de La Habana Vieja confiesa que se gastó US$50 mil alquilando automóviles. Cuenta el mismo que arrendaba los vehículos más caros porque los pequeños le quitaban estatus, algo que, según él, todos deberíamos entender.

Sobre la estafa dice que "esta trampa era lo más fácil del mundo", explicando que los controles bancarios y contables son mínimos. Le bastó una carta del Director de Comunales al banco para aumentar las extracciones quincenales de US$700 hasta US$20 mil.

El mismo inculpado reconoce haberse sorprendido de que ningún funcionario de las instituciones superiores encargadas de controlar sus actividades investigara la razón de semejante aumento en los cheques emitidos por una dirección de comunales municipal.

Tal vez a eso se refería Raúl Castro cuando asegura al final del video que son la "negligencia, incumplimiento del deber e ignorancia de cuadros dirigentes administrativos (…) el manto con el que se cubren todos los desvíos y los robos (…) de cientos de millones de pesos".

Con las ganancias el acusado vivió a cuerpo de rey, se construyó una casa de 3 pisos, reparó otras 7 de sus cómplices y les compró todo tipo de electrodomésticos. Especial atención tuvo con su jefe, el Director de Comunales, a quien le regaló un automóvil y un barco.

Su modus operandi era sencillo: "Yo me acerco a ti, te hago favores porque tienes (…) la tremenda necesidad que tiene todo el mundo, y yo empiezo por traerte la merienda, mañana te invito a almorzar y cuando te has dado cuenta estas totalmente comprometido conmigo".

En muchas ocasiones los robos y las estafas están dirigidas por los mismos dirigentes corruptos que fungen de jefes.

Los corruptos le meten la mano en el bolsillo a sus compatriotas aprovechándose justamente de esa "necesidad que tiene todo el mundo". En se muestra cómo operaba en La Habana una banda liderada por los máximos jefes del Centro Comercial Carlos III.

La operación fue de tal envergadura que participó la policía, el Ministerio del Interior y la contrainteligencia militar. Las imágenes muestran el allanamiento de varias casas de la zona que revendían los productos robados por los administradores de las tiendas.

La propia gerente general cuenta ante la cámara que, mediante vales falsos, también "multaban" las mercancías, cobrando al cliente un 25% por encima del precio establecido, excedente que iba a parar al bolsillo de los dirigentes corruptos y sus cómplices.

En Cuba estos asuntos tienen también un costo político para el gobierno. Un gerente estatal que se enriquece robando a la ciudadanía o un funcionario que obliga a los vecinos a vivir entre la basura, generan más descontento social que toda la propaganda opositora junta.

Ningún Estado está libre de corrupción pero es justo que los ciudadanos conozcan qué hacen sus gobernantes para evitarla. Los videos que circulan clandestinamente deberían ser transmitidos por la televisión para mostrar a toda la nación cómo actúan los corruptos y cómo se les combate.

Manejar las acciones anticorrupción en secreto parece la peor de las estrategias. Nada afecta tanto la imagen del gobierno como mantener un silencio que podría ser interpretado por la gente común como pasividad ante la delincuencia de cuello blanco.