"¿Por qué el pueblo de Cuba no cuenta con la posibilidad viable de ir a hoteles o viajar a determinados lugares del mundo?", fue la pregunta que en 2008 le formuló al presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, un joven dirigente comunista, cuyo destino quedó entonces marcado.
Cinco años después, este fin de semana, ese mismo joven viajó de La Habana a Ámsterdam y de Ámsterdam a Estocolmo, gracias a una reciente flexibilización en las reglas migratorias de la isla.
Y al hacerlo, Eliécer Ávila se convirtió en el primer disidente reconocido en salir legalmente de Cuba desde la reciente promulgación de reformas migratorias en ese país.
"Yo soy una especie de conejillo de Indias", le dice Ávila a BBC Mundo vía telefónica -desde la capital de Suecia, todavía golpeado por el jetlag- al referirse a la reforma de las leyes de migración del gobierno de Raúl Castro.
Para él, la profundidad de los cambios que han estado produciéndose poco a poco en Cuba todavía está por verse.
Y el escepticismo le viene por experiencia.
De La Habana a Estocolmo
En aquella famosa sesión de preguntas en la que estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) pusieron al político cubano contra las cuerdas, Ávila agregó: "Yo no quiero morirme sin ir al lugar donde cayó el Ché, ahí en Bolivia".
"Cuba empezó a rodar lentamente una rueda oxidada que no va a poder detenerse."
Eliécer Ávila, opositor del gobierno cubano
En ese entonces, Eliécer era presidente de la Unión de Jóvenes Comunistas de la UCI y partidario del gobierno de Fidel Castro. Como vocero, hizo preguntas sobre migración, acceso a internet y economía.
Sin embargo, las respuestas que obtuvo de parte de Alarcón no sólo fueron insatisfactorias, sino también un punto de quiebre para que el estudiante se convirtiera en un reconocido contradictor del gobierno.
Cuando el 14 de enero pasado entró en vigor la flexibilización migratoria que elimina las restricciones para los viajes de cubanos al exterior, Ávila no perdió oportunidad.
Gracias a una invitación a hacer parte en un foro del gobierno sueco sobre internet y redes sociales, se embarcó en un avión y aterrizó en Europa.
"A pesar del golpecito del frío, llegué bien y estoy contento de estar con mis amigos", le dijo Ávila a BBC Mundo. Y aclaró: "Estamos hablando de un viaje temporal para conocer y profundizar culturalmente en un grupo de conocimientos elementales para desarrollarme en política".
"No se trata de una migración", señaló.
Ávila también participa en una gira patrocinada por la red social cubana La Cubanada -cuyos fundadores residen en Estocolmo- que busca reunirlo con comunidades cubanas y latinoamericanas de Europa para discutir el presente y futuro de su país.
"En lo fundamental, yo disiento de la línea cerrada del comunismo sin participación de las demás tendencias políticas", asegura.
Por qué lo dejaron salir
Cuando en diciembre pasado el gobierno anunció la eliminación del llamado permiso de salida, los medios oficiales explicaron que la medida formaba parte de la "modernización" de las leyes de migración para reflejar las circunstancias actuales y futuras.
Meses antes, el presidente Raúl Castro había dicho que las restricciones se justificaban en 1959 para "defender la revolución", pero que ya no tenían razón de ser.
Vea las claves de la reforma migratoria cubana
El gobierno de Cuba eliminará la necesidad de que los ciudadanos tengan que obtener un permiso de salida antes de viajar al exterior. BBC Mundo responde las principales interrogantes sobre esta medida.
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"El gobierno todavía se conserva el derecho de dejar salir a quienes ellos quieran", matiza Ávila.
"Yo creo que ahora hay un contexto más hostil, internacional y nacionalmente, hacia ese tipo de políticas".
"En este momento, con Raúl [Castro] presidiendo la CELAC [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños] el gobierno quiere dar una nueva cara, una nueva lógica de actuación".
"Están haciendo una prueba, un experimento, a ver cuáles son las consecuencias de que nosotros nos expresemos libremente fuera de Cuba y hagamos cosas que no podemos hacer dentro".
Y predice: "Yo creo que el resultado no les va a gustar. Pero cuando uno da un poquito de libertad, luego cuesta mucho trabajo retirarla".
"Cuba empezó a rodar lentamente una rueda oxidada que no va a poder detenerse", concluye.
De joven comunista a opositor
Después del famoso debate con Alarcón, a Ávila se le impidió seguir sus funciones dentro de la universidad, como escribir en la página web y dirigir la Unión de Jóvenes Comunistas.
Aunque dice que lo trataron de expulsar, "la iniciativa de los estudiantes" lo impidió y se pudo graduar.
Luego, dice, se le denegó dos veces obtener una residencia en La Habana y se le dio un trabajo -"ridículo"- en un su pueblo natal de Puerto Padre, en la provincia de la Tunas, que consistía en cuidar niños en el Joven Club de Computación y Electrónica.
Aunque Ávila dice que el famoso cruce de palabras con el presidente del Parlamento cubano fue un retroceso para su carrera, gracias a ese debate dice haberse "desconectado de un proyecto político que me enseñó su verdadera cara".
"El principal mérito de ese debate fue que inició una nueva ola de discusiones y demandas que ha suscitado pequeñas revoluciones dentro de los centros de trabajo, de las centrales obreras, campesina y estudiantillas".