El satélite que medirá las tormentas como nunca antes

A sus 31 años, el puertorriqueño Daniel Alvarado Varela no tiene hijos, pero sí tiene un "bebé" que pesa casi 4 toneladas. Ese "bebé", como lo califica el científico, es el satélite central de la misión de Medición de Precipitaciones Globales (GPM, por sus siglas en inglés), una nave recién construida que promete observar la formación de tormentas en los océanos tropicales y rastrear su recorrido, así como medir con mayor precisión la lluvia y la nieve. Alvarado, un ingeniero mecánico que trabaja en la estructura del satélite, ha visto crecer a ese bebé desde 2005 y recientemente fue escogido para acompañarlo en lo que él califica como su "graduación": el traslado del gigantesco observatorio desde la costa este en Estados Unidos hasta la isla de Tanegashima, en Japón, desde donde será puesto en órbita a finales de febrero de 2014. Pocos días antes de ese salto continental, BBC Mundo visitó al puertorriqueño en su "salón de juegos": la sala estéril del centro espacial Goddard, en Maryland, cerca a la capital estadounidense, donde él ayudó a construir el satélite en un proceso que comparó con "estar en la niñez jugando con bloques, con Lego, montando los GI Joes e imaginando que ocurren cosas". "Es muy divertido", confiesa con una amplia sonrisa este joven que en sus ratos libres prepara mojitos en un bar. "Esto le pone realidad a esa imaginación que uno tenía cuando pequeño".
Un ojo en la Tierra
El puertorriqueño Daniel Alvarado con una réplica del GPM.
¿Cómo se traslada un satélite?
En el caso del GPM, este fue el procedimiento:
- Los científicos lo pusieron en Goddard en un contenedor especial para protegerlo.
- Lo llevaron en camión hasta una base de la Fuerza Aérea.
- Lo rodaron hasta un avión militar C-5.
- Viajaron en él hasta Japón, con escala en Alaska.
- Lo trasladaron del aeropuerto a un puerto donde estaba esperando una barcaza. Lo movieron con ayuda de una grúa.
- En la barcaza viajó 26 horas hasta la isla de Tanegashima, con una demora inesperada por las condiciones marítimas.
- Del puerto pasó con ayuda de una grúa a un camión que lo llevó al centro espacial japonés.
- Una vez a salvo, comenzaron las inspecciones.
El largo viaje hasta Japón
Pero antes de que puedan demostrar esos objetivos, los científicos deben probar los componentes del satélite en la Tierra de manera exhaustiva. Buena parte de ese análisis comenzó en Maryland y continuó en Japón, luego de que se completara el traslado de la nave, una de las partes más delicadas del proceso. En ese viaje, Daniel Alvarado jugó un rol importante, pues aunque él no es experto en las aplicaciones científicas -como sí es el caso de Kirschbaum-, el puertorriqueño sabe muy bien cómo mover a ese "bebé frágil".Desde la sala estéril y con el satélite de fondo, Dalia Kirschbaum cree que el GPM ayudará a mejorar el conocimiento sobre las tormentas.
Así se veía el satélite en la sala estéril de la NASA, en Maryland.
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