En temperaturas extremas los vasos sanguíneos comienzan a estrecharse para preservar la temperatura corporal, produciendo que llegue menos sangre a algunas partes del cuerpo (sobre todo dedos, nariz, y pómulos, las partes más expuestas a la intemperie) y, por lo tanto, menos oxígeno a los nervios, pudiendo provocarse daños irreparable.

Mi intenso ejercicio hace que la circulación se mantenga constante, reduciendo este riesgo de congelación, pero es importante que todas las partes de mi cuerpo estén cubiertas sobre todo con las condiciones de viento o ventisca que me están acompañando hasta ahora.

Estoy siendo muy prudente para evitar esas congelaciones, pero ayer me ha aparecido la primera.

No sé cómo ha podido pasar, porque está en una zona aparentemente no expuesta (zona de la clavícula), pero ahí está. Aunque no es nada importante, es vital el cuidado de esa zona a partir de ahora.

Espero que no vaya a peor.

Este es el diario del aventurero español Juan Menéndez Granados, donde comparte con los lectores de BBC Mundo las experiencias que vive mientras intenta convertirse en la primera persona en alcanzar el Polo Sur en bicicleta, recorriendo 1.200 km de nieve y hielo.