Cuando el jinete profesional irlandés Declan Murphy sufrió un terrible accidente hípico durante una carrera en 1994, luego de haber ganado todas las competencias ese año, algunos diarios publicaron por error que había fallecido.
El jinete le contó a la BBC cómo logró resurgir y volver a competir.
"Tenía unos cuatro años cuando me senté por primera vez en un poni.
En el lugar donde crecí -una aldea en County Limerick, Irlanda- teníamos acceso a los ponis con la misma facilidad que niños en otros lados tienen acceso a bicicletas.
Aprendí a andar a pelo y requería bastante coraje: cuando te caías nadie venía a ayudarte a volver a subir al caballo.
Me acuerdo cuando probé una montura por primera vez. Pensé: '¿por qué las usará la gente?'.
Fui un destacado corredor aficionado pero nunca me interesó demasiado hacerme profesional. Mi sueño era ser abogado.
Durante mi infancia leía mucho sobre la vida de los irlandeses que habían emigrado a Estados Unidos y eso quería hacer yo.
Así que lo hice: empecé a estudiar derecho criminal en la Universidad de California.
Pero luego recibí una invitación para correr para un famoso entrenador de caballos en Inglaterra.
Se llamaba Barney Curley y él me generaba mucha intriga porque era un apostador que antes se había preparado para ser sacerdote jesuita.
Fue él quien me introdujo al mundo de las carreras profesionales.
La sensación más increíble que uno puede tener montando a caballo es cuando logras una perfecta sintonía con el andar del animal… ser uno con una enorme bestia de media tonelada mientras galopa a más de 60 kilómetros por hora.
Genera una adrenalina increíble. Uno trata de calcular el ritmo para hacer que el caballo termine la carrera con toda su fuerza.
Un instante de locura
El día del fatídico accidente yo estaba montando al favorito, Arcot, y era la última carrera importante de la temporada.
Había sido un año fantástico: había ganado 60 carreras.
Recuerdo que Arcot saltó la penúltima valla e íbamos primeros, pero de pronto todo empezó a salir mal.
Faltando 200 metros para la última valla sentí que mi caballo no tenía la fuerza para mantener su galope.
Tomé un decisión táctica y acorté las riendas. Había calculado todo perfectamente pero en un instante de locura el animal dio un paso demasiado largo, su pelvis se quebró y chocó contra la valla.
Salí lanzado hacia adelante y mi cabeza chocó con su cabeza, dejándome inconsciente antes de caer al suelo.
Otro caballo que venía atrás me pisó. El jinete hizo todo lo que pudo, logró esquivar a mi caballo caído y trató de saltar por encima del mío pero el animal cayó sobre mi cabeza.
A mi madre nunca le gustó que yo fuera jinete, pero a mi padre le encantaba y estaba muy orgulloso de mis logros.
Ambos estaban mirando la carrera por televisión ese día, al igual que mi novia, Joanna.
Ellos me habían visto caer muchas veces y sabían que estaba todo bien cuando el comentarista de la carrera decía “y ahí está Declan Murphy, nuevamente de pie”.
Sin embargo esta vez el comentarista solo pudo decir que “no tenemos noticias sobre el estado de Declan Murphy, los mantendremos al tanto”.
Me llevaron al hospital y me conectaron a un sistema de soporte vital.
El cirujano que me operó le dijo a Joanna que había sufrido un enorme daño cerebral y que mi situación era crítica.
Le dijo que tenía un 50% de posibilidades de sobrevivir,y que si lo hacía probablemente iba a tener secuelas graves.
Los médicos recomendaron desconectarme del sistema de soporte vital pero la decisión la debían tomar mis padres, que estaban viajando desde Irlanda.
Mi papá tiene miedo a volar así que venían por barco.
Esto retrasó la decisión, que podía haberse hecho a las tres horas si hubieran decidido volar. Pero en lugar de eso, tardaron diez horas.
Fortaleza mental
Yo recuperé la conciencia a las siete horas.
En medio de todo esto, el hospital había dejado de publicar informes sobre mi estado así que los diarios lo tomaron como una señal de que había muerto.
Yo tenía 28 años cuando ocurrió mi accidente pero cuando desperté del coma mentalmente había quedado como si tuviera 12.
No podía recordar los últimos años de mi vida, incluyendo mi relación con Joanna.
Estaba muy mal. No podía caminar, no podía comer, estaba entubado y postrado en una cama de hospital.
Muchas veces pensé “no lo lograré”. Pero decidí “engañar” a mi mente, haciendo las cosas en dosis pequeñas.
Por ejemplo, si un día lograba caminar 10 metros con muletas, al día siguiente caminaba 12.
Cuanto más que crees que lograrás algo, más haces para lograrlo.
Una de las cosas más difíciles que perdí a consecuencia de mi accidente fue mi relación con Joanna. No la podía recordar como mi pareja y en mi cabeza de niño de 12 años la sentía como una hermana.
Después de mi accidente por mucho tiempo la gente se refirió a mí en tiempo pasado. “Eras tan bueno, qué bien que corrías caballos, qué estilo increíble tenías, eras tan elocuente”.
Eso empezó a molestarme mucho porque quería “ser” en el presente.
Muchas veces sentía que perdía la cordura y necesitaba algo en que enfocarme para no enloquecer. Así que me puse una meta: volver a andar a caballo.
Subirme a un caballo por primera vez después de mi accidente fue una experiencia surrealista.
Simplemente me senté ahí, sintiendo al caballo debajo mío.
Un tiempo más tarde me animé a galopar y cuando me bajé caminé a su lado, sintiendo el ruido de sus pisadas y de mi corazón.
Fue ahí cuando decidí volver a correr.
Sentí que era algo que tenía que hacer, tenía que probarme a mí mismo que podía.
Y por suerte lo logré: 18 meses después de mi accidente competí en la carrera de Chepstow, en Gales, y gané.
En ese instante la enorme carga de las expectativas desapareció. Ya no tenía que demostrarle nada a nadie, mucho menos a mí mismo.
Logré probarme que podía hacer todo igual que había podido hacerlo antes.
El riesgo fue enorme. Si sufría cualquier tipo de caída o golpe no hubiera sobrevivido.
A la gente le sorprendió que pudiera volver a subirme a un caballo y ganar una carrera.
Y les sorprendió aun más que después pude dejarlo todo y seguir con mi vida.
Ahora estoy casado y tengo una hija de siete años llamada Sienna.
Me siento enormemente afortunado de que después de todo lo que viví pude reconstruir mi vida y ser feliz.
La autobiografía de Declan Murphy, Centaur (Centauro), saldrá a la venta el 27 de abril en el Reino Unido.