Ocurrió hace un año, cuando Cecilia Giménez decidió restaurar una imagen centenaria en la pared de la iglesia local, en un pueblo del noreste de España. El resultado fue desastroso para el arte… pero tuvo inesperados beneficios para la economía.

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Hace un año, Cecilia Giménez no quería ni salir de su casa. Hoy es toda una celebridad en el pequeño pueblo de Borja, en el noreste de España.

Giménez, de 82 años, fue la restauradora del famoso fresco de Cristo "Ecce Homo" -en latín, he aquí el hombre- de cuyas habilidades artísticas muchos se rieron.

Y aunque al principio incluso sufrió un bajón anímico a partir de las burlas desatadas por su intento fallido, el insospechado y repentino éxito de la imagen hizo que fuera Giménez la que ahora ríe último. Y mejor.

El desfigurado fresco ha atraído a más de 40.000 visitantes y recaudado más de 50.000 euros desde que su octogenaria restauradora dio a conocer la nueva versión, dinero que ha sido destinado a mejorar las instalaciones del hogar de anciano que depende de la Fundación Sancti Spiritus, dueña del caserón donde se encuentra la iglesia que alberga al fresco.

"Es una fundación benéfica de origen medieval que regenta una residencia de ancianos en Borja", le cuenta a BBC Mundo Juan María Ojeda, teniente alcalde y concejal de cultura del Ayuntamiento de Borja.

Repartición de derechos

Como dueños de la iglesia en cuya pared yace el "Ecce Homo", la fundación es dueña de la obra física. Sin embargo, el próximo miércoles 21 de agosto, en celebración al primer aniversario del "renovado" retrato, la fundación celebrará un acuerdo con Giménez, para repartirse las ganancias por la explotación material e intelectual de la imagen.

Mujer fotografía el fresco

El fresco ha convocado a 40.000 visitantes en un año y recaudado unos 50.000 euros.

La artista se quedará con un 49% y la fundación con el resto. El ayuntamiento actúa como patrón de los derechos morales de la obra, los cuales se disputa con la familia del pintor original, Elías García Martínez.

Los derechos morales tienen que ver con que una obra "sea tratada con dignidad, que se respete, que se restaure", comenta Ojeda.

Estos derechos pertenecen al artista mientras esté vivo. Tras la muerte estos son traspasados a quien el artista haya dejado en testamento, expresamente por escrito para la obra.

"Eso no se ha producido. El pintor está muerto y no ha dejado testamentados los derechos morales de una obra menor pintada en la pared de una iglesia", le dice Ojeda a BBC Mundo.

En caso de que no haya herederos, el patrón de velar por el respeto a los derechos morales es la autoridad local, en este caso, el ayuntamiento, según la versión de Ojeda.

Sin embargo, la familia del artista no está de acuerdo, por lo que prefirió no participar en la celebración del próximo miércoles.

¿Ecce Homo, Ecce Mono o Ecce Money?

El fresco original presentaba un Cristo con una corona de espinas.

La obra fue pintada en la década de 1930 por García Martínez, artista y profesor de arte de Zaragoza, y pasó desapercibida por décadas en un oscuro rincón del Santuario de la Misericordia en Borja.

Hasta que Giménez, devota y admiradora de la obra, decidió que necesitaba un poco de atención al estarse desconchando por culpa del húmedo aire de la iglesia.

Los dotes artísticos de la anciana terminaron por desfigurar completamente la obra original en lo que rápidamente se esparció por la prensa y redes sociales como "Ecce Mono". Incluso contó con su propio Trending Topic en Twitter: #EcceMono.

"Yo fui la primera persona informada por el santero, quien cuida el lugar", le relata el concejal Ojeda a BBC Mundo.

"Me pareció muy sorprendente, porque nosotros no teníamos información de que Cecilia interviniera la imagen sin pedir permiso".

"Cuando ves que tanta gente se interesa por el tema, tanta gente desde fuera, cuando te llaman desde Londres para saber sobre una pintura en el muro de una iglesia, te das cuenta de que efectivamente hay una situación"

Juan María Ojeda, teniente alcalde y concejal de cultura del Ayuntamiento de Borja.

El tema explotó cuando una de las nietas del artista original quien vacaciona en la localidad todos los años, llegó a reclamar enfurecida.

"Era una indignación lógica en lo que consideraba una atentado a la memoria de su abuelo", cuenta Ojeda.

Sin embargo, la graciosa imagen –y la historia detrás de ella- comenzaron a repetirse en todas partes. Primero en los medios de comunicación locales y luego en los internacionales. Y la pintura se volvió una imagen milagrosa para la cultura pop, presente en camisetas, protectores de celulares, tazas de café y etiquetas de vino. Hoy sus devotos hacen fila para sacarse una foto a su lado en el santuario.

"Cuando ves que tanta gente se interesa por el tema, tanta gente desde fuera, cuando te llaman desde Londres para saber sobre una pintura en el muro de una iglesia, te das cuenta de que efectivamente hay una situación", asegura el concejal de Cultura.

Ahora Giménez no sólo sale de su casa, sino que montó su propia exhibición de arte, con 25 trabajos los que se estima serán vistos por unas 5.000 personas que pasen por la ciudad hasta el 24 de agosto.