Esto se trata de confianza y de legado.

El presidente Barack Obama está peleando por salvar su reputación de honesto y por reparar el daño que ha sufrido la ley de Salud, que en la mente del público, lleva su nombre: Obamacare.

Él admite que tiene que trabajar duro para volver a ganar la credibilidad que tenía entre los estadounidenses. "Ésta me corresponde a mí", ha dicho, reconociendo que la implementación práctica de su gran reforma ha sido "torpe".

Su problema, como suele ocurrir seguido con los políticos, se remonta a una promesa impulsiva. El mandatario había asegurado que bajo su legislación, la gente podría mantener su actual plan de salud. "Si les gusta, se pueden quedar con su plan", dijo.

Pero eso no es cierto. Muchos planes no logran cumplir los altos estándares de cobertura que exige la ley. Algunos solo cubren condiciones realmente severas, otros no cubren los gastos del parto ni las visitas al médico ni la prescripción médica ni otros aspectos.

Lógicamente esos planes reducidos son más baratos, y es por eso que la gente los quiere mantener.

Los republicanos lo han acusado de mentir y él claramente dijo algo que no era verdad. Eso lo perjudica.

No es casualidad que los nuevos sondeos muestran que el 52% de los estadounidenses no confían en el presidente, los peores índices de su mandato. Obama responde que lo entiende, así como entiende cuán molesta está la gente y es consciente de su necesidad de volver a ser creíble.

Por eso, la gente podrá mantener su antiguo plan por otro año más.

Motines y legados

Existen varios problemas con esta solución temporal.

Gente buscando su plan de salud en Florida, EE.UU.

Las personas que quieran mantener su plan, pueden conservarlo un año más.

No está claro si su reputación sufrirá algún cambio por esta alteración que convierte en verdaderas sus palabras originales, por otros 12 meses.

Su mayor problema es terminar con una crisis en donde la gente piensa que el plan es malo y no funciona en la práctica.

La ideología y la política importan. Claro que importan. Pero no tanto como el hecho de si el plan funciona o no, y si la gente está contenta con lo que obtiene a cambio.

Existen muchos argumentos para decir que, por ejemplo, el programa de salud pública del Reino Unido es mejor que la cobertura de salud de Francia, o viceversa. Ambos presentan muchos problemas. Pero trata de cambiar el uno por el otro y ambas naciones van a estallar. Sus habitantes pueden quejarse en los detalles, pero cuando piensan en estos planes como en una totalidad ellos están de acuerdo con sus coberturas y no querrían cambios a gran escala.

Obama debería lograr que el Obamacare sea al menos tan popular, o su reputación se tornará sombría.

En el corto plazo, su anuncio del jueves tuvo como objetivo evitar una revuelta de los legisladores demócratas en el Congreso, impidiendo que voten por un proyecto republicano que, para la Casa Blanca, solo busca debilitar la ley.

Pero también está en juego la imagen y el legado del presidente, saber si su mayor reforma para la sociedad estadunidense es vista como una carga impuesta o una oportunidad para una salud mejor.