Al igual que en la vecina Miami, en la playa de la ciudad estadounidense de Fort Lauderdale son comunes los hoteles de lujo, los cuerpos esculturales y los autos deportivos.

En semejante escenario, decenas de mendigos hacen fila cada miércoles para comer gratuitamente en el puesto de comidas de Arnold Abbott, un chef de 90 años.

Así ha ocurrido durante ocho años pero a alguien le debe de haber molestado que la caridad se ejerza a la vista de todos porque la alcaldía de la ciudad acaba de prohibirlo.

"El problema es que a las autoridades de la ciudad les falta una pequeña cosa de su personalidad, y esa cosa se llama compasión", le dice Abbott a BBC Mundo.

Según la ordenanza, aprobada hace tres semanas, los organizadores de este tipo de acciones no pueden repartir comida a una distancia menor de 152 metros de una zona residencial.

Además, necesitan un baño portátil y deberán cumplir con controles sanitarios.

Desde que la norma fue aprobada, la policía ya le ha entregado tres citaciones judiciales a Abbott, la última este mismo miércoles, ante los gritos de indignación de cada vez más partidarios.

Por cada infracción se enfrenta a una pena de hasta 60 días de cárcel y/o una multa de US$500.

El alcalde Jack Seiler ya había advertido antes de este miércoles que no daría su brazo a tocer a pesar de la mala prensa que está recibiendo su ciudad.

Turismo

Por su rebelión contra una ordenanza percibida por muchos como injusta, Abbott se ha convertido en un héroe de internet.

"Soy atea pero si creyera en Dios le daría las gracias por haberte creado a su imagen y semejanza", le escribió Donna Cherwinski en un mensaje de Facebook que Abbott leía con su voz quebrada por la edad el pasado domingo frente a su computadora portátil.

Como Cherwinski, miles de personas le han escrito mensajes de agradecimiento en los últimos días.

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Abbott cree que la alcaldía se propone echar a los indigentes de Fort Lauderdale porque espantan el turismo.

"La playa es hermosa. Y siento que los mendigos tienen el mismo derecho que cualquier persona que venga a disfrutar las bellezas de la playa y comer al lado del agua".

Por su clima benigno los indigentes del sur de Florida pueden pasar el invierno en la calle sin riesgo de morir congelados, como ocurre con frecuencia en el norte del país.

No existe un censo de indigentes en Fort Lauderdale, pero su número en el condado ronda los 10.000, según los activistas de la organización fundada y dirigida por Abbott, Love Thy Neighbor.

Los indigentes de la zona, como es de esperar, sienten gran agradecimiento por Abbott. Cuando la policía apareció en la playa la semana pasada, los presentes corearon su nombre.

"Es un gran hombre", dice Paul Ranni, 59, quien vive en las calles de la zona desde hace décadas.

Ranni siente que las autoridades no hacen nada para ayudarles. Se queja de que la policía les acusa de falsos crímenes e infracciones, como robos.

Dependencia

Fort Lauderdale no es la única ciudad de Estados Unidos que establece una medida contra la caridad en público.

Al menos 31 alcaldías de EE.UU. han aprobado prohibiciones o restricciones a la entrega de comida gratuita, o tienen planes de hacerlo, según un conteo de la Coalición Nacional para los Mendigos.

Los defensores de estas normas creen que dar de comer a los pobres es perjudicial porque les mantiene en una situación de dependencia.

El alcalde Seiler le dijo a BBC Mundo que su ciudad "está a la vanguardia" de la asistencia a los desamparados. Entre otras medidas, Seiler dijo que su ciudad provee a los indigentes de asistencia sanitaria y para encontrar hogar.

"Creemos en un enfoque integral y no en acciones fragmentadas", dijo Seiler, quien elogió a Abbott por su compasión y le encomendó a que dé de comer dentro de las iglesias, como hacen otras organizaciones caritativas en la ciudad.

Seiler le recordó a Abbott que debe acatar la ley.

"La ley es la ley. Sería un escándalo no solo nacional, sino internacional, si yo de repente decidiera que se haga cumplir de modo selectivo debido a la atención de los medios de comunicación", dijo Seiler.

Pero lo cierto es que la policía ha respondido de manera desigual. Este lunes, al tiempo que Seiler daba su entrevista a BBC Mundo, el activista Aaron Jackson fue multado por dar pizzas frente al edificio de la alcaldía.

Sin embargo, un día antes los agentes dejaron pasar las acciones de otro activista, Charles Lachaine, quien instaló un tenderete con un gran cartel que decía "Free Food" (Comida Gratis) en una de las calles principales de la ciudad, junto al parque Stranaham.

"Estoy siguiendo los pasos de Abbott", dijo Lachaine, un joven que se dedica a la construcción y que dijo sentirse inspirado por el anciano activista.

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Abbott, que es veterano de la II Guerra Mundial y trabajó como representante de joyerías, comenzó su defensa de los más necesitados a edad tardía. Inspirado por su difunta esposa Maureen fundó una escuela culinaria para formar a indigentes y darles oportunidades de trabajo.

Algunos de los graduados ahora trabajan en Europa y otros lugares de Estados Unidos, según Abbott.

Por su idealismo, su esposa le apodaba Don Quijote. En el salón de su casa tiene varias figuras del símbolo de la literatura en español.

Como Don Quijote, él promete continuar su lucha "contra los molinos de la injusticia".