CachemiraImage copyright
Getty

Image caption

Muchos de los habitantes de Nakyal, en la zona de Cachemira controlada por Pakistán, han tenido que buscar refugio en las montañas cercanas.

En una colina boscosa del lado paquistaní de Cachemira, el sector de Nakyal, hay un pequeño poblado.

Verdes montañas rodean la remota aldea, por lo que la vista desde ahí es tranquilizadoramente hermosa. Hermosa, pero engañosa.

El poblado está ubicado a pocos centenares de metros de la fuertemente militarizada Línea de Control, la frontera de facto que divide a Cachemira entre Pakistán e India.

Lea también: El conflicto más alto del mundo llega a su tercera década

Lo que significa que las montañas están llenas de puestos militares.

Y episodios aleatorios de violencia, protagonizados por soldados de gatillo fácil, son una amenaza constante.

El pasado 8 de agosto, por ejemplo, una joven mujer, madre de un niño de cuatro años, se convirtió en la víctima más reciente de esta violencia.

Image copyright
Getty

Image caption

Las casas de Nakyal muestran las huellas de los intercambios de disparos entre los soldados de ambos lados de la frontera.

Los habitantes de la aldea estaban celebrando una boda familiar cuando la bala de un francotirador atravesó la noche y la impactó en la cabeza, cuenta su esposo, Tariq Mohammed.

"El disparo provino de allá", dice señalando hacia un puesto militar indio que mira hacia la aldea.

"Ellos (los soldados indios) convirtieron nuestra celebración en un funeral, sin ninguna razón", se queja.

Varias semanas después de la tragedia, Mohammed todavía está intentando asimilar su pérdida.

Está enojado con India, pero también acusa a Pakistán de no hacer suficiente para proteger a los suyos.

Image caption

Tarig Mohammed perdió a su esposa, la madre de su hijo de cuatro años.

"Estamos atrapados entre estos dos ejércitos y pagamos un precio muy alto", dice.

"Dicen que pelean por Cachemira, pero a ninguno de los dos le importa la gente de Cachemira", se queja.

En ambos lados

La historia es muy parecida al otro lado de la Línea de Control, de 740 km de longitud.

Los dos ejércitos a menudo intercambian disparos y fuego de morteros, violando el cese de fuego acordado en noviembre de 2003.

La violencia reciente ha dejado numerosos civiles muertos en los dos lados. Los dos bandos se acusan mutuamente por los ataques "injustificados".

Image caption

Javad Ahmed guarda los restos de los explosivos indios caídos en el lado pakistaní de Cachemira.

Después de una caminata de 10 minutos colina arriba, pasamos por sembradíos de maíz y un arroyo de agua fresca y llegamos a otra casa.

Ahí nos encontramos con Javed Ahmed, un soldado retirado. En una mesa tiene cascos de morteros y otras municiones indias, recogidas luego de ataques contra su vecindario.

Hace algunos años perdió a un tío como resultado de los disparos entre las fronteras.

Otros ataques han herido a más familiares; propiedades han sido destruidas, ha muerto ganado.

"Pero nadie del gobierno estatal de la Cachemira bajo administración pakistaní se ha interesado por nuestro caso", se queja Ahmed.

"Nunca nos han ofrecido compensación monetaria, aunque nos toca vivir en la primera línea de fuego del conflicto entre Pakistán e India por Cachemira", agrega.

Desplazados

La intensidad de los recientes ataques transfronterizos ha obligado a cientos de aldeanos a abandonar sus casas en búsqueda de lugares más seguros.

Desde mediados de agosto unas 260 familias se han mudado hacia las afueras de Nakyal, afincándose en la ladera de una colina llena de pinos donde han instalado campamentos improvisados.

Aunque, sin ayuda gubernamental, esos campamentos son lugares bastante miserables.

Image caption

Zulekha Khatoon es una de varios desplazados.

"Mis hijos está aterrorizados y traumatizados por todos los ataques con morteros. A veces no pueden comer ni dormir", dice Zulekha Khatoon, madre de cuatro.

Y lágrimas corren por sus mejillas, cuando agrega: "Así no se puede criar a los niños. Nos sentimos abandonados por las autoridades (paquistaníes)".

Ese sentimiento de abandono es ampliamente compartido en la zona de Cachemira administrada por Pakistán.

Aunque en los medios pakistaníes se habla poco de ello, probablemente porque a las autoridades del país hacen todo lo posible por controlar la narrativa sobre Cachemira.

Par ello, le niega a muchos periodistas independientes acceso a la región y también hace muy difícil el trabajo de quiénes llegan ahí.

Muchos de los periodistas que reportan sobre Cachemira sufren intimidación y acoso por parte del ejército de Pakistán, algo que nuestro propio equipo experimentó cuando estuvimos ahí.

Parece que el costo humano del conflicto de Cachemira en este lado de la frontera está subestimado. Y a menudo también escondido del ojo público.