Los países miembros del ALBA se reúnen este martes en Guayaquil, con el reto de retomar la integración donde la dejara su creador, Hugo Chávez, y despejar las dudas que se tejieron sobre el futuro del mecanismo a la muerte del carismático mandatario venezolano.
"Vamos a proponer avanzar hacia la construcción de una gran zona económica ALBA-Mercosur y como planteamos en Petrocaribe y se aprobó, ALBA-Mercosur-Petrocaribe", indicó este lunes el actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, en declaraciones de prensa.
Por su parte, el presidente de Ecuador, Rafael Correa -a quien Maduro recibió en visita oficial en Caracas- habló de impulsar el mecanismo del sucre para los pagos intrarregionales y de discutir temas políticos como el espionaje de Estados Unidos.
En fin, al parecer, todo seguirá como siempre para los representantes de Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela, reunidos este martes en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.
Sin embargo, algunos observadores dudan que el encuentro se desarrolle en un ambiente de "negocios como de costumbre", como diría una traducción literal de la expresión en inglés "business as usual".
Petrodiplomacia en tiempos de crisis
La integración de América Latina fue una de las banderas de la política exterior de Hugo Chávez y de su poderosa petrodiplomacia.
La influencia personal del presidente venezolano y el poder de sus recursos energéticos se sentía no sólo en el ALBA, sino también en organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Unasur o Mercosur, al que el país se unió hace poco.
No en vano el presidente de Uruguay José "Pepe" Mujica lo calificó como el mandatario "más generoso" que jamás haya existido en la historia.
Y el expresidente de Brasil Luis Inacio Lula da Silva señaló que pocos dirigentes habían invertido tanto en la construcción de la unidad sudamericana y latinoamericana como Chávez.
Según Francisco Panizza, catedrático de política latinomericana de la London School of Economics, el futuro de esta política estratégica de alianzas dependerá en parte de los vaivenes económicos de la Venezuela poschavista.
"La economía venezolana ya estaba enfrentando problemas con Chávez. Creo que esto va a ser determinante porque acotará las posibilidades de usar el petróleo como lubricante de la política exterior", indicó Panizza a BBC Mundo.
Garantía de continuidad
La petrodiplomacia de Chávez se extendió por todos los rincones de la región a través de alianzas específicas. Por ejemplo, el presidente venezolano creó Petrocaribe para las naciones caribeñas, Petroandino para la región andina, Petrosur para Sudamérica y Petroamérica para toda la región latinoamericana. Además, impulsó acuerdos informales con países específicos.
Sin embargo, la devaluación del 32% decretada a comienzos de año es un llamado de atención sobre los problemas internos y las contradicciones que enfrenta el país.
Si por un lado, de la mano del chavismo, Venezuela tiene hoy la distribución de riqueza más equitativa de América Latina, por otro lado, el gasto público aumentó a un 30%, el déficit fiscal se sitúa entre el 9% y el 12% y la inflación en un 20%.
A este complicado panorama económico se suman interrogantes políticos. Tal y como se había predicho, el nuevo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no ha hecho cambios en la política exterior en el corto plazo.
"Maduro es una garantía de que se va a seguir con toda una serie de políticas que estaban en marcha. Una garantía no sólo para los países de América Latina sino para China y sus inversiones", indicó el politólogo y especialista en economía Ryan Brading, autor del libro "Populism in Venezuela".
¿Integración real o retórica?
Los críticos han señalado que el ALBA es poco más que un club de pedigüeños sin otro sentido que canalizar el petróleo venezolano para sostener alianzas diplomáticas.
Unasur ha logrado avances diplomáticos notables pero, según los críticos, no ha estado en términos económicos a la altura del discurso de Chávez o las ambiciones de sus petrodólares.
En noviembre, Unasur -del que recientemente Rafael Correa ha dicho "ha perdido fuelle"- pareció responder a estas objeciones anunciando una inversión de cerca de US$116 mil millones en proyectos de infraestructura para la integración vial, ferroviaria y de telecomunicaciones.
Según Brading, en este sentido es conveniente tener en cuenta la experiencia de la Unión Europea.
"El primer paso en Europa fue el acuerdo de carbón y acero. En América Latina el petróleo puede funcionar de modo similar. Pensar que esto es pura retórica, que Chávez era un carismático con petróleo, es ingenuo. Hay intereses comunes de todas las naciones en juego que siguen hoy presentes", indicó Brading a BBC Mundo.
"Es parte del curso natural de las cosas. En las democracias los presidentes se suceden. Las políticas tienen que continuar. La integración nunca fue un proyecto unipersonal"
Ryan Brading
Las ventajas de una ausencia
Los líderes sudamericanos que estuvieron en Venezuela en los días que siguieron al anuncio del fallecimiento de Chávez dejaron en claro que la integración es un proyecto que continuará en marcha.
En algunos casos, como con Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador, la afinidad ideológica daba por hecho la continuidad. Una posición similar sostienen las presidentas de Brasil Dilma Rousef y de Argentina Cristina Fernández. Tanto el Partido de los Trabajadores de Lula como el kirchnerismo han sido fervorosos promotores de la integración.
En la práctica, la divergencia entre anuncios e implementación ha dejado en el aire importantes acuerdos como el logrado en 2010 por el Grupo de Trabajo de Integración Financiera del Unasur.
La iniciativa prometía proteger a la región, siempre vulnerable a problemas de la balanza de pagos y de los vendavales financieros internacionales. El objetivo era la creación de un sistema multilateral de pagos con el uso de monedas locales así como la profundización del Banco del Sur para financiar proyectos a tasas ventajosas respecto a los bancos comerciales.
Ningún líder tiene ni el carisma de Chávez ni cuenta con los recursos para reactivar proyectos que pueden parecer sueños románticos condenados por su ambición y complejidad.
En 2007, el mismo Chávez admitió que la construcción del Gran Gasoducto del Sur, que se extendería por 10 mil kilómetros entre Venezuela y Argentina, se había "enfriado".
Sin el apoyo de Petrobras, PDVSA no podía hacerlo sola. Los problemas que había enfrentado Petrobras con la nacionalización del gas y petróleo en Bolivia eran un obstáculo para un proyecto de grandes dimensiones que podía tomar más de dos décadas.
Pero la ausencia de Chávez puede servir para que la unión avance en el fortalecimiento de mecanismos institucionales. Lo ideal sería suplantar con una maquinaria burocrática eficiente el providencialismo de los líderes políticos.
"Es parte del curso natural de las cosas. En las democracias los presidentes se suceden. Las políticas tienen que continuar. La integración nunca fue un proyecto unipersonal", indicó Brading a BBC Mundo.