El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, parece haberse anotado una victoria política con la aprobación del acuerdo que impidió fuertes aumentos impositivos y recortes de gastos. Con eso se evitó también hundir a la mayor economía del mundo en una posible recesión. Pero el corresponsal de la BBC en Washington, Mark Mardell, advierte que la batalla aún no está decidida.
Den un paso atrás desde el borde del abismo y observen el panorama.
Por supuesto, Estados Unidos respira con alivio que los políticos adictos al drama al final no precipitaron a la economía de su país y al resto del mundo hacia aguas turbulentas.
Pero sondeen también el campo de batalla y piensen que, al parecer, el presidente ha desarrollado un gusto por la pelea.
No hay duda de que Obama se ha anotado una victoria y que los republicanos en la Cámara de Representantes se han visto forzados a retroceder y, por ello, acabaron enfurecidos y divididos.
Uno de los mensajes centrales del mandatario durante la campaña electoral es que los estadounidenses más ricos debían pagar más impuestos.
La clave de este acuerdo es un nuevo y más alto tributo para los hogares con ingresos por encima de los US$400.500.
Pero, de hecho, Obama tuvo que revisar considerablemente su definición de "rico". Al principio quería que quienes ganaban más de US$250.000 pagaran más.
Muchos en la izquierda política piensan que esto muestra a un presidente débil y envía una señal a la oposición de que Obama cede ante las presiones.
Este parece un argumento ridículo. En toda negociación las partes deben estar dispuestas a hacer concesiones.
Batalla aplazada
Durante la campaña, los republicanos enfatizaron la necesidad de fuertes recortes del gasto público. No lograron ninguno, ni siquiera algo simbólico.
REACCIÓN DE LOS MERCADOS
- En Hong Kong, la bolsa de valores subió 2,9%
- En Singapur, el índice de la bolsa cerró con un aumentó en 1,3%
- En Alemania, la bolsa de valores abrió con un alza de 1,6%
- En Reino Unido, el aumento en la apertura fue de 1,5%
- Las bolsas de Japón y China están cerradas por feriado
Por supuesto que esta batalla política ha sido simplemente aplazada por dos meses.
Quizás en esa ocasión será el turno de los republicanos de anotarse alguna victoria, aunque más no sea para marcar tarjeta.
Pero el tono de Obama después del voto del Congreso no ha sido conciliatorio. Se ha mostrado incluso algo arrogante.
Este hombre parece estar harto de conciliaciones. Puede que en el futuro les deje esa tarea al vicepresidente Joe Biden y al líder de la mayoría del Senado, el también demócrata Mitch McConnell.
Obama les advirtió a los republicanos que no puede haber recortes a expensas de (tome suficiente aire para leer la lista completa) de las inversiones en infraestructura, empleo, educación, investigación y nuevas tecnologías.
Tiene que haber un "equilibrio", dijo el mandatario, algo así como "si nuestra gente sufre un golpe, los suyos pagarán más impuestos".
Límite de la deuda
La próxima batalla entre demócratas y republicanos será en torno del límite de endeudamiento público.
Obama hizo una fuerte advertencia de que no se debe jugar con este tema: "EE.UU. cumplirá con su compromiso de deuda.
El próximo lunes, Estados Unidos alcanza su tope legal de endeudamiento (US$16,4 billones), lo que implica que si el Congreso no llega a un acuerdo al respecto en dos meses, el gobierno no podrá cumplir con sus obligaciones financieras.
Obama también afirmó que debe evitarse más drama y que todo esto no debe ser a expensas de la reforma migratoria, el control de armas y la legislación para combatir el cambio climático.
Esto podría verse como una bravuconada o un riesgoso exceso de confianza.
Sea como fuere, lo que queda claro es que se trata de un político con un mandato, una agenda y las agallas para dar pelea.