Ahora que el artículo 50 del Tratado de Lisboa fue activado, Reino Unido y la Unión Europea tienen dos años para establecer los términos de su nueva relación.
"Será un proceso de negociación fluido", aseguró la primera ministra Theresa May en octubre del año pasado, a apenas cuatro meses de aquel referéndum del 23 de junio en el que la mayoría de los británicos votaron a favor de abandonar la UE, la opción conocida como Brexit.
Sin embargo, los expertos prevén que, fluido o no, será un proceso largo. Y es que, podría tomar hasta dos años.
Sea como sea, estas son según los editores de la BBC las principales áreas en las que se tendrán que poner de acuerdo Londres y la Comisión Europea.
Economía
El principal tema que los negociadores tienen sobre la mesa en esta área es determinar qué tipo de relación comercial mantendrá Reino Unido con la Unión Europea tras el Brexit, señala el editor de economía de la BBC, Kamal Ahmed.
En términos económicos, cuanta menos fricción tenga esa relación, mejor, señala Ahmed.
Los estudios llevados a cabo por el Instituto Nacional para la Investigación Económica y Social sobre la cuestión sugieren que al dejar el mercado común, el comercio entre Reino Unido y la UE se reduciría entre el 22% y el 30% durante un largo periodo sin especificar.
Sería así a menos que Londres se garantizara para después del Brexit una relación comercial con el bloque similar al que tiene ahora, según las investigaciones del Instituto.
Pero varios países miembro de la UE ya han dejado claro que no apoyarán esa opción.
La fuerte caída del comercio —y como consecuencia del crecimiento y la creación de riqueza— se debería a que el mercado único es un acuerdo comercial global destinado a eliminar las barreras arancelarias dentro de la Unión Europea (el mercado al que Reino Unido destina la mayor parte de sus exportaciones).
Pero sería el resultado de que el mercado único también busca reducir las barreras no arancelarias; esto es, las normas y regulaciones que rigen cuestiones como los certificados de seguridad y la concesión de licencias a productos y servicios prestados más allá de las fronteras de un país miembro, explica el editor de economía de la BBC.
El gobierno británico cree que podría mitigar en parte el impacto del Brexit en las exportaciones firmando acuerdos de libre comercio alternativos con países externos a la Unión Europea, como Canadá y Estados Unidos.
Pero conseguir esas alianzas podría tomar tiempo, advierte Ahmed, aunque serían la clave del futuro de la economía británica.
Inmigración
Otro tema a negociar es qué pasará con el libre movimiento de trabajadores de la Unión Europea a Reino Unido ahora que fue activado el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
El gobierno británico reconoce que cortarlo por lo sano sería problemático para la asistencia social y la salud, la construcción, la hostelería y la agricultura, sectores en los que se emplea hoy muchos trabajadores procedentes de la UE.
Y además, las empresas que operan a nivel internacional suelen necesitar con frecuencia mover personal clave de un país a otro.
A los que se muestran preocupados por la inminente desaparición de esta libertad de movimiento de trabajadores de la UE, la primera ministra Theresa May les ha contestado diciendo que hay demasiados inmigrantes y que en particular la mano de obra barata procedente del centro y del este de Europa ha acabado con las oportunidades laborales de los británicos.
Aunque no hay realmente evidencias consistentes de ello, ya que según datos de entre noviembre de 2016 y enero de este año de la Oficina Nacional de Estadística el desempleo en Reino Unido es de apenas el 4,7%, y de poco más del 10% en entre los menores de 25 años.
Sea como sea, establecer la "porosidad" de la frontera entre Reino Unido y el bloque para la movilidad laboral será vital en las negociaciones con la Comisión Europea, subraya el editor de economía de la BBC.
Por su parte, el editor de información nacional de la BBC, Mark Easton, explica que Reino Unido podría negociar un acuerdo transitorio sobre la materia que pudieran mantenerse en vigor durante varios años después del Brexit.
Decidir por cuántos años se mantendría vigente el acuerdo, esa es la cuestión clave según Easton.
El gobierno ya ha dicho que trabajará con las empresas británicas para diseñar nuevas normas de inmigración que les permitan "seguir prosperando".
Se entiende que consistiría en un sistema de visas, similar al que se les exige hoy a inmigrantes de países que no pertenecen a la Unión Europea.
Podría ser tarea del Comité Asesor en Migración, un ente público independiente, el recomendar al gobierno cuántas visas deberían emitirse por sector para trabajadores procedentes de países del bloque.
El gobierno deberá también negociar cuántos ciudadanos británicos podrán acceder al mercado laboral de la Unión Europea por medio de visas, recuerda el editor.
Asimismo, la primera ministra ha expresado en más de una ocasión que espera que el futuro de los ciudadanos de la Unión Europea con residencia en Reino Unido y el de los británicos que residen en países del bloque se resuelva pronto.
Aunque determinar quiénes conservarán el derecho de residencia no será tan fácil y rápido, advierte Easton.
En ese sentido, May ha insistido en su compromiso para reducir la inmigración neta (la diferencia entre inmigrantes y emigrantes en un área en un determinado periodo, medido por cada 1.000 habitantes) a unas decenas de miles.
Negocios
El principal tema de preocupación para los empresarios de Reino Unido es que su gobierno no alcance un acuerdo comercial preferencial con la Unión Europea, señala el editor de negocios de la BBC, Simon Jack.
Y la mayoría cree que es algo imposible de lograr en dos años, el plazo máximo para que Londres y Bruselas se pongan de acuerdo en los términos de su nueva relación.
Si no se llegara a un pacto en ese plazo, Reino Unido tendría que dejar la UE automáticamente, y se tendría que atener a los lineamientos de la Organización Mundial del Comercio.
Estos contemplan, entre otras cuestiones, aplicar aranceles a los productos de países extracomunitarios que quieran ingresar en el mercado común.
Y esto supondría costes extras a las empresas británicas, lo que las haría a su vez menos competitivas, sobre todo las de algunos sectores determinados, cree Jack.
Así, el editor recuerda que la industria automovilística británica está conectada a una cadena de suministro de escala europea, por la cual los componentes para fabricar autos entran y salen de Reino Unido hacia la UE constantemente y llegan justo a tiempo para el ensamblaje.
Y los aranceles y las restricciones en la frontera obstaculizarían gravemente ese proceso, advierte el editor de negocios de la BBC.
Asimismo, la industria de los servicios financieros de Europa está concentrada en Londres.
Las firmas locales e internacionales con sede en la capital británica pueden vender desde allí sus servicios a toda la Unión Europea.
Y con el Brexit, esto se volvería más complicado, añade Jack.
Ambos son ejemplos claros de por qué muchos empresarios han pedido que se acuerde un periodo de transición que les permita tomar medidas y adaptarse a la nueva situación.
El gobierno británico ha dado señales de que tomaría eso en consideración, dice el editor de negocios, pero también ha asegurado que dejará las negociaciones (con la Comisión Europea) si no consigue el acuerdo que quiere.
Seguridad
En teoría, tanto a Reino Unido como a la Unión Europea les interesa mantener la cooperación en materia de policía, en cumplimiento de la ley y seguridad, dice Danny Shaw, corresponsal en política interior de la BBC.
"Atrapar a criminales, evitar ataques terroristas y salvaguardar a la gente vulnerable es importante para todos nosotros", añade.
Y según él, los atentados frente al Parlamento Europeo la semana pasada no han hecho más que reforzar esa idea.
Aunque en la práctica, no será fácil lograr que la colaboración tras el Brexit sea tan eficiente y efectiva como con los acuerdos actuales, señala el periodista.
Las disposiciones vigentes incluyen:
- La Orden Europea de Detención y Entrega (EAW, por sus siglas en inglés), bajo la cual cualquiera que sea sospechoso de haber cometido un crimen puede ser extraditado de un país de la UE a otro.
- La Europol, una agencia de la UE que coordina las operaciones contra el crimen en los países del bloque y comparte información de inteligencia.
- El Sistema de Información de Schengen de Segunda Generación (SIS II), que emite alertas a los funcionarios de fronteras y a la policía sobre sospechosos, combatientes extranjeros y personas desaparecidas.
Los expertos coinciden en que el acceso de Reino Unido al SIS II, la Europol y la EAW es vital para su lucha contra el crimen, recuerda Shaw.
Este acceso deriva de la membresía de la Unión Europea, la adopción del marco de protección de datos del bloque y el cumplimiento de las resoluciones del Tribunal de Justicia de la UE.
"¿Pero si Reino Unido ya no se somete a esas reglas, por qué debería permitírsele pertenecer al club?", se pregunta el editor.
Aunque Bruselas podría aceptar que Londres tenga acceso al SIS II y otras bases de datos sobre criminalidad, ya que mucha de la información se genera en Reino Unido y la UE también se podría beneficiar de ello, reconoce Shaw.
Asimismo, Reino Unido podría seguir jugando un papel importante en la Europol, como también lo hacen otros países no comunitarios, por ejemplo, Estados Unidos.
Y también podría llegar a acuerdos de extradición con cada país o uno general en esta materia con el bloque.
Pero ello, en el mejor de los casos, tomará tiempo, subraya Shaw.
Y como no hay precedentes para el Brexit y Reino Unido se sumerge ahora en un tiempo de incertidumbre, tampoco hay garantías de que finalmente lleguen a ningún acuerdo en materia de seguridad.
Defensa
Reino Unido es el país de Europa que más gasta en Defensa.
Además, está entre el puñado de naciones que ya destina el 2% de su Producto Interior Bruto (PIB) a este sector, un objetivo que la Organización del Tratado del Atlántico Norte ha fijado a sus miembros como objetivo a cumplir para el 2024.
Y es una de las pocas potencias nucleares de la UE.
El corresponsal de defensa de la BBC, Jonathan Beale, dice que hay quien argumenta que se trata de un "excedente de seguridad" y que Londres debería utilizarlo como moneda de cambio durante las negociaciones con Bruselas.
Pero en realidad, Reino Unido tendrá un precio que pagar, subraya el periodista.
El tipo de cambio posterior a la votación en la que ganó el Brexit ya hizo que la lista de la compra del Ministerio de Defensa se encarezca considerablemente.
Además, Reino Unido podría perder la influencia que tiene sobre los aliados en esta materia, advierte Beale.
Porque aunque la idea de un posible ejército europeo es lejana, varios países del bloque ya han acordado crear un pequeño comando militar central que pueda supervisar operaciones a pequeña escala.
Y fuera de la UE, Reino Unido no podría bloquear una mayor integración en este sentido.
Por otra parte, la industria británica de defensa también sufriría las consecuencias del Brexit, ya que perdería los fondos europeos para la investigación así como poder vender los productos en el mercado único sin aranceles, señala el corresponsal.
Aunque reconoce que, aún fuera de la UE, Reino Unido seguirá siendo un miembro clave de la OTAN.
También continuaría cooperando en defensa con Francia, gracias a sus acuerdos bilaterales.
Y ambos países, además de ser los que más gastan en este rubro en Europa, también son los que suelen estar más dispuestos a utilizar las armas, explica Beale.
Por otra parte, si en algún momento Escocia decidiera independizarse de Reino Unido, la Marina Real tendría que buscar otro lugar en el que guardar sus submarinos nucleares, recuerda.
Salud
El tema de negociación principal en esta materia debería ser el estatus de los trabajadores del Sistema Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) procedentes de los países comunitarios, señala Hugh Pym, el editor de salud de la BBC.
La primera ministra ha asegurado que lo será, pero no ha querido revelar cuál será su posición.
Pero la dirección del NHS teme que el tema se alargue y como consecuencia la dificultad actual del país para encontrar suficientes médicos, enfermeras y trabajadores sanitarios aumente.
Una encuesta llevada a cabo por la Asociación Médica Británica entre médicos del Espacio Económico Europeo (EEE) en febrero mostraba que cuatro de 10 está considerando irse del país ahora que el proceso para el Brexit ya ha empezado y otros dos no tienen claro si quedarse o no.
El Consejo General Médico, por su parte, dice que el 11% de los médicos registrados en Reino Unido -más de 30.000- fueron formados en países del EEE.
Y de acuerdo a Nuffield Trust, una organización sin ánimo de lucro que investiga en el rubro de salud, más del 4% de los trabajadores sanitarios de Reino Unido son comunitarios.
La investigación médica es otro tema que, según el editor de salud de la BBC, Reino Unido tendría que sacar a colación durante las negociaciones del Brexit.
Varias universidades británicas han advertido que las dudas sobre la residencia podrían disuadir a los académicos de venir a Reino Unido.
Por otra parte, si Londres y Bruselas no acuerdan un proceso estandarizado para aprobar medicamentos, Reino Unido tendría que establecer su propio sistema.
Hoy existe un solo regulador: la Agencia Europea de Medicamentos.
Educación
Muchas de las universidades de Reino Unido son hoy instituciones globales y por su personal, sus alumnos y colaboradores son más multinacionales que nunca, subraya el editor de educación de la BBC, Branwen Jeffreys.
Por lo tanto, es un sector que mira con ansiedad a las negociaciones para determinar cómo será la nueva relación entre Londres y Bruselas.
Inmediatamente después del referéndum en el que se impuso el Brexit, el gobierno británico prometió a los alumnos comunitarios que no tendrían que pagar las cuotas que abonan otros estudiantes internacionales en Reino Unido para el año lectivo 2017-2018.
Pero no hay garantía de que eso se mantenga el próximo curso, así que ante la incertidumbre el número de estudiantes procedentes de países de la UE ha caído ya un 9%.
La excepción es Escocia, donde sí han prometido seguir con la medida.
Así que ese es un tema que debería negociarse, dice el editor de educación de la BBC, y también el futuro de los programas de investigación que hoy se sostienen gracias a subvenciones europeas, como el Horizon 2020.
Ciencia
Durante la campaña para el referéndum, los políticos a favor del Brexit prometieron un brillante futuro para la ciencia británica una vez Reino Unido dejara la Unión Europea.
Aseguraban que con la nueva posición se desharían de restricciones como la que la UE establece en lo referente a la modificación genética y que habría oportunidades para asociarse con Estados Unidos y China, explica David Shukman, el editor de ciencia de la BBC.
Y argumentaban que algunas de las grandes organizaciones del sector, como la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) y la Agencia Espacial Europea no pertenecen a la UE y que Reino Unido seguiría adscrito a estas.
Pero a pesar de ello la comunidad científica se mostró abrumadoramente a favor de que Reino Unido continuara siendo miembro de la UE, y ahora mira con preocupación a las negociaciones sobre los términos en los que se hará efectivo el Brexit.
Una de sus preocupaciones, como el de otros sectores, es el de la financiación.
La Unión Europea tiene una gran cartera para invertir en investigación, el programa conocido como Horizon 2020, y Reino Unido recibió de éste más que el dinero que él mismo aporta para ello.
Los países no comunitarios pueden participar de esta financiación, pero también tienen que contribuir al programa en cuestión.
Y este debería ser uno de los temas de negociación, señala el editor.
Medioambiente
El Brexit podría cambiar dramáticamente el aspecto de Reino Unido, advierte Roger Harrabin, el analista experto en medio ambiente que colabora con la BBC.
Y es que las subvenciones agrícolas de la Unión Europea tienen mucho que ver con cómo se ven hoy las praderas británicas, los campos, los arroyos, las flores silvestres y los pájaros, explica.
Pero al dejar el país de formar parte del bloque, estas ayudas deberán ser sometidas a revisión.
"El sistema actual en el que los agricultores reciben dinero europeo por poco más que por tener tierras se va a acabar", dice Harrabin.
Y la apariencia futura del campo en Reino Unido dependerá de si el gobierno favorece con sus políticas la biodiversidad o si desregula el sector para que compita en el mercado global.
Lo segundo podría llevar a una forma más intensiva de explotación de las tierras, en perjuicio de las aves y los insectos que habitan en ellas.
Y el gobierno prometió dejar el medioambiente en una condición mejor que aquella en la que la encontró, dice el experto.
Por otra parte, las regulaciones de la Unión Europea hicieron que los ríos y las playas británicas estén más limpias, y esto es difícil que cambie, reconoce Harrabin.
Pero algunas leyes medioambientales podrían volverse más laxas si el gobierno decide favorecer con ello a los negocios, advierte el experto.
La secretaria (ministra) para el Medioambiente, los Alimentos y los Asuntos Rurales, Andrea Leadsom, ya adelantó que un tercio de las normas ambientales de la UE no serán incorporadas en la legislación de Reino Unido tras el Brexit.
Con todos estos temas por resolver por los negociadores del gobierno británico y los de la Comisión Europea, la incertidumbre no deja de crecer.