Doña Flor y sus dos maridos

Poco ha cambiado Cuba desde que Titón dirigiera la película "La muerte de un burócrata", relatando en clave de humor los trámites interminables y absurdos a los que la administración pública de la isla somete a los ciudadanos. El film me vino a la mente por la historia de una amiga que se casó con un valenciano, legalizó su matrimonio en la Cancillería cubana y en la embajada de España y se fue a vivir a la "Madre Patria", donde tuvo una preciosa hija. El tiempo, el implacable, hizo que una década después quisieran divorciarse y entonces se enteraron de que nunca habían estado casados, la notaría internacional no registró el enlace, a pesar de que les cobraron alrededor de US$700. La noticia para la cubana fue un alivio porque implica un trámite menos pero para su esposo resultó traumatizante. Él proviene de una familia conservadora y católica, que se conmocionó al enterarse de que la niña nació fuera del matrimonio. Esta semana otra buena amiga, a la que llamaré Doña Flor, me cuenta que lleva días sin trabajar porque al iniciar un trámite legal descubrió que sigue casada con su primer marido, a pesar de que hace 6 años contrajo matrimonio con otro hombre.
Pagar US$700 para casarse y descubrir una década después que nunca lo has hecho es propio de 100 años de soledad. (Foto:Raquel Pérez)
La informatización de la sociedad no llega, la mayoría de los archivos siguen estando en papel. (Foto: Raquel Pérez)
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