Lloré de la risa. Y por paradójico que parezca, me ocurrió en el Quatsch Comedy Club de Berlín, una ciudad donde la gente tiene fama de estar entre las más aburridas del mundo.

Resulta un estereotipo, como todos, cuestionable.

A los alemanes, obviamente, les gusta el buen humor, algo que se ha hecho evidente en los últimos años con la popularización de lugares destinados a espectáculos cómicos por todo el país.

De hecho, el humor tiene profundas raíces en su cultura, en la que se ha practicado por siglos bajo las formas de la sátira política y la burla.

Sin embargo, los alemanes son frecuentemente elegidos como la nacionalidad menos divertida a nivel global en encuestas, lo que hace de la creencia de que carecen de sentido del humor un lugar común internacional.

Amantes de la ironía

"Nunca había sabido de ese estereotipo hasta que conversé con algunos ingleses. No creo que los alemanes nos consideremos a nosotros mismos personas aburridas", le dijo a la BBC Nicole Riplinger, una profesora de inglés y francés de la ciudad de Saarbrücken, en el suroeste de Alemania.

"Definitivamente nos encanta el humor, en especial la ironía y los cuestionamientos sociales", añadió.

Estos últimos tienen una larga tradición en Alemania, donde el uso de tabúes políticos y sociales fueron por años la base de espectáculos satíricos y programas de televisión.

Pero si los alemanes siempre han tenido una veta humorística, ¿cómo nació este desafortunado estereotipo?

El origen

Nicola McLelland, profesora de lingüística alemana en la Universidad de Nottingham, cree que la forma en la que se construyen las diferentes lenguas puede afectar el modo en que las distintas culturas perciben los chistes.

Según McLelland, una de las bases del humor es la ambigüedad en la interpretación de algunas palabras y la construcción de oraciones que puedan crear significados alternativos en la mente de quien escucha.

Un grupo de alemanes con trajes tradicionales, bebiendo cerveza

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La manera en que los idiomas funcionan puede afectar la forma en que las diferentes culturales hacen y perciben las bromas.

Sin embargo, si hablamos de un idioma como el alemán, las construcciones lingüísticas pueden ser muy diferentes al resto de las otras lenguas.

Como pasa con el griego y el ruso, por ejemplo, en ese idioma, los sustantivos pueden tener tres géneros y cuatro casos o funciones de la palabra en la oración, mientras los verbos también pueden tener muchas declinaciones diferentes.

La cosa se complica cuando se utilizan los conocidos sustantivos compuestos, una rareza para los que hablamos otras lenguas, y es el hecho de que en alemán una palabra puede estar formada por muchas otras.

El significado exacto de una oración puede volverse entonces un problema para el que no es nativo de la lengua, de ahí que comprender el humor alemán sea, gramaticalmente, un verdadero dolor de cabeza para los extranjeros.

De hecho, esta capacidad de la lengua de Goethe para ser extremadamente concisa tal vez explica por qué cuando los alemanes hablan español, aunque lo dominen a la perfección, pueden parecernos personas serias o poco divertidas.

La torre de Babel

Christian Baumann, un abogado de Núremberg cuyos viajes lo han expuesto a diferentes culturas alrededor del mundo, coincide en que las diferencias culturales juegan un papel importante para acrecentar los estereotipos sobre Alemania.

Baumann cuenta que en uno de sus primeros viajes a Estados Unidos se atrevió a hacer algunas bromas, pero lo hizo traduciendo literalmente sus pensamientos del alemán al inglés.

¿El resultado? Nadie se rió. Algunos lo acusaron, incluso, de ser un poco grosero.

"Creo que cuando intentas comunicarte con una traducción literal del alemán a otro idioma pierde mucho sentido lo que dices. Y cuando tienes que hacer una broma, simplemente ya no será divertida ", explicó.

Baumann considera que las diferencias entre los idiomas juegan un papel fundamental a la hora de entender el humor.

"En inglés, por ejemplo, la gente suele ser siempre muy educada al hablar, incluso si están criticando algo. Pero en alemán es diferente. Decimos siempre lo que tenemos en mente, así que, naturalmente, creo que las personas tienen la impresión de que somos muy lógicos, groseros y no sabemos divertirnos ", afirmó.

El comediante alemán Christian Schulte-Loh coincide en este punto.

En su libro, Zum Lachen auf die Insel: Als deutscher Komiker in England ("Para reírse de la isla, un cómico alemán en Inglaterra"), sostiene que los alemanes son demasiado honestos para ser corteses y los ingleses, demasiado educados para ser honestos.

Pero Schulte-Loh, que se presenta regularmente en el Quatsch Comedy Club de Berlín, asegura que el estereotipo sobre los alemanes también le sirve como base para sus presentaciones.

Según contó, en una ocasión tuvo que actuar en el Club Top Secret Comedy de Londres, y antes de empezar el espectáculo, notó que el público parecía cansado.

Sin dudarlo, recurrió a su colección de estereotipos alemanes para hacerlos reír.

"¡Hola, soy el comediante. Pero soy alemán y soy cristiano!", dijo.

Hizo una pausa y luego afirmó: "Bueno, creo que decir eso era lo que faltaba para acabar con todas las expectativas".

La gente rió a carcajadas.

Lee la historia original en inglés en BBC Travel