Cuando los policías se convierten en ladrones: la oscura historia de una de las unidades más corruptas en Estados Unidos
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El inicio
Un arresto de rutina marcó el comienzo del fin de los funcionarios policiales. David McDougall, un detective el Departamento Policial del Condado de Harford, en Maryland, había estado vigilando a una persona sospechosa de traficar drogas.Se trataba de Aaron Anderson. El 19 de octubre de 2015, McDougall y su equipo, miembros de un grupo antinarcóticos, estaban listos para aprehender a Anderson, quien había estado viviendo en un motel con su novia.Su captura ocurrió de acuerdo a lo que se había planificado. Pero los eventos desencadenados por su detención fueron una sorpresa para muchos.Revelaciones
Casos y casos
Una de las víctimas de esta unidad fue Ronald Hamilton, quien había servido una sentencia por posesión de drogas. Tras su liberación, se mudó a una casa de siete habitaciones que tenía una piscina. Un informante le dijo a Jenkins que en el interior encontraría armas, drogas y dinero.Así que el jefe de la GTTF y algunos miembros de su equipo lo detuvieron acusándolo de traficar drogas. Hamilton insistía en que se dedicaba a la venta de autos usados. Pero dijo que, en su casa, tenía dinero. Los policías se fueron a la residencia y encontraron dos bolsas, una con US$50.000 y otra con US$20.000. Se quedaron con la última. Otra de sus víctimas fue Dennis Armstrong, a quien detuvieron tras una persecución. En su vehículo encontraron escondidos US$8.000, pero únicamente US$2.800 regresaron a la comisaría como evidencia.Denuncias
El abogado de Stevenson conocía a Jenkins muy bien. En 2010 defendió a una pareja que el director de la GTTF detuvo por posesión de drogas. Descubrió que el oficial había alterado la secuencia de lo ocurrido y que, por esa razón, el caso no prosperó cuando fue analizado por la fiscalía.No fue el único con el que se tropezó Bates, quien notó un patrón en el proceder de Jenkins: le gustaba arrestar a personas en la calle y encontrar la manera de realizar una redada en sus casas.Sus clientes le decían que se llevaba dinero, drogas y joyas, pero como eran acusados de crímenes, nadie les prestaba atención cuando denunciaban el robo.El colapso
El 1 de marzo de 2017, día en que Jenkins y su equipo fueron detenidos, iba a ser un buen día. El sargento estaba a punto de recibir una promoción. Para que el proceso se concretara, no podía estar sujeto a ninguna investigación interna. Pero lo estaba: un vehículo del departamento se había dañado y Jenkins tenía que explicar qué había pasado. Para eso, tanto él como los integrantes de su escuadrón se iban a reunir con quienes estaban a cargo de la investigación. El encuentro iba a ser en el segundo piso, así que después de dejar el armamento en custodia —de acuerdo al procedimiento regular en esos casos— subieron en el ascensor. Cuando las puertas se abrieron, un equipo del FBI estaba esperando a los miembros de la GTTF.Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
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