Aún no se dieron a conocer las cifras exactas, pero ya se sabe que son récord: el "Plan de exteriorización voluntaria de capitales" -más conocido como blanqueo- que cierra este viernes en Argentina es el más grande en la historia del país.
Los más de US$110.000 millones declarados -algunos estiman que se podría llegar a los US$130.000 millones- representan la declaración de fondos “en negro” más importante del mundo, según una consultora local.
Sólo Italia logró un blanqueo de proporciones similares (US$102.000 millones) en 2009, de acuerdo con una comparación realizada por Litvin, Lisicki & Asociados, uno de los estudios contables más grandes de Argentina.
Brasil, a pesar de tener una economía mucho más grande que la argentina, logró blanquear la mitad: US$53.000 millones en 2016.
¿A qué se debió el éxito?
El gobierno del presidente Mauricio Macri lo atribuye a la confianza en su gestión.
Como comparación, cita el fracaso de los dos blanqueos realizados durante la administración anterior, al mando de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).
El primero, en 2009, logró captar US$4.700 millones que no habían sido declarados. El segundo (2013-15) apenas US$2.600 millones, según datos de las Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Cercados
Sin embargo, incluso los más fervientes simpatizantes del macrismo admiten que un factor determinante para explicar el éxito del actual blanqueo es la inminente puesta en marcha de acuerdos para realizar intercambios automáticos de información financiera y tributaria con más de 100 países.
Estos convenios, firmados en el marco de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), permitirán que a partir de septiembre el fisco argentino pueda obtener información sobre cuentas bancarias de sus ciudadanos en países como Francia, Alemania, España, Italia, el Reino Unido, Luxemburgo y las islas Seychelles.
A partir de 2018 y 2019 también deberán brindar información otros países famosos por ser paraísos fiscales, como Suiza y Panamá.
César Litvin, socio del estudio Litvin, Lisicki & Asociados y consultor del proyecto oficialista de blanqueo, coincidió que el inminente intercambio de información fue la causa número uno del éxito de esta iniciativa.
Pero le dijo a BBC Mundo que la mayor seguridad jurídica garantizada por el actual gobierno fue también un factor determinante.
No repatriar
Un argentino que eligió sincerar una cuenta no declarada en Estados Unidos le contó a BBC Mundo otro motivo que lo llevó por primera vez en más de medio siglo a aceptar una propuesta de blanqueo.
“No era obligatorio repatriar el dinero, así que de esta forma me garanticé la posibilidad de seguir teniendo mis ahorros seguros en el exterior y sin el temor de que me cobraran multas altísimas si descubrían mi cuenta”, contó el hombre, ya retirado, que prefirió mantener el anonimato.
Sin embargo, esta es justamente una de las críticas que le hacen algunos a la llamada Ley de Sinceramiento Fiscal.
La norma estipuló que quienes “exteriorizaban” hasta unos US$19.000 no debían tributar nada, hasta US$50.000 pagaban un impuesto del 5% y por encima de esa cifra un 10%, sin obligación en ningún caso de repatriar los bienes.
“¿Seguridad jurídica? Pagás el 10% de lo declarado y el resto lo dejás afuera. Negocio redondo para los evasores cercados por la informática”, señalo una lectora del diario La Nación, en un foro de comentarios sobre el blanqueo.
“En un país serio los que evaden más de 10 años primero van en cana [a la cárcel]”, dijo otro lector en referencia a la cárcel. “Y después tienen que pagar todo lo que deben".
En ese sentido, fueron muchos los que consideraron que el sinceramiento es, en realidad, un “premio al que hizo las cosas mal” y que el haber hecho “el blanqueo más grande del mundo” debería dar vergüenza, más que orgullo, a los argentinos.
“Es un récord vergonzante para nuestro país, que también debe ser el que más blanqueos por década realiza. El mensaje es claro: evadí cuanto puedas que cuando precisas blanquear vas a tener un blanqueo a mano”, señalo un usuario identificado como Ricardo Ares.
“Para redoblar la vergüenza, se extendió el beneficio de blanquear hasta a parientes directos de los funcionarios”, agregó Ares, haciendo eco de una crítica generalizada por la decisión del gobierno de agregar en el decreto reglamentario esa posibilidad, que había sido expresamente vedada cuando se aprobó la ley en el Congreso.
Fuga
En efecto, el caso del hombre con una cuenta en EE.UU. es bastante frecuente en esta nación sudamericana.
Con una historia de reiteradas confiscaciones de ahorros por parte del Estado -el caso más conocido fue el llamado “corralito” de 2001- muchos argentinos optaron por llevar su dinero al exterior.
Según la OCDE, Argentina es el octavo país del mundo con mayor volumen de capitales fuera de su tierra.
En 2016, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) estimó que ese dinero “fugado” afuera supera los US$230.000 millones.
Pero eso es sólo lo que está dentro del sistema financiero. Hay que sumarle el capital en cuentas offshore y el dinero de pequeños ahorristas que decidieron guardarlo lejos de los bancos, por ejemplo, debajo del colchón.
Algunos estiman que la cifra final se acerca más a los US$400.000 millones.
Por eso, los críticos señalan que este blanqueo no cambia la“cultura de la evasión” en Argentina.
Y resaltan que si bien se logró captar la cifra más alta hasta ahora de lo fugado, al no obligar a repatriar ese dinero el beneficio para el Estado es mínimo.
Apenas lo recaudado por esa tasa del 5-10%, que según César Litvin sumará cerca de US$10.000 millones (que se usarán para pagar deudas pendientes a los jubilados).
El futuro
No obstante Jorge Colina, del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), le explicó a BBC Mundo que el asunto debe ponerse en contexto.
“La realidad es que cobrar todo lo adeudado hubiera sido imposible en términos prácticos para cualquier Estado. Hubiese implicado juicios, largos procesos; por eso lo mejor fue hacer este blanqueo, que fue lo recomendado por la OCDE”, afirmó.
Colina consideró que si bien todo blanqueo condona de cierta forma al evasor, al menos este tiene una virtud inusual: también premia al que hizo las cosas bien, exonerando a los contribuyentes que estén en regla de pagar el impuesto a los bienes personales (un impuesto a la riqueza) durante tres años.
El experto también aclaró que el principal beneficio para el Estado no es lo recaudado ahora, sino lo que se recaudará en el futuro ahora que se aumentó la base imponible.
“Ahora muchísima gente que tenía bienes no declarados deberá empezar a pagar impuestos sobre ellos”, afirmó.
“Y algunos que decidieron blanquear sus ahorros también podrían elegir invertir ese dinero en el país si las condiciones mejoran”, agregó.
Esa es la apuesta del actual gobierno.
Algunas cifras dan lugar al optimismo: en el primer bimestre del año, las escrituras en la ciudad de Buenos Aires crecieron casi un 70% respecto del mismo período de 2016, algo que se atribuye al blanqueo de capitales.
No obstante, otros advierten que si Argentina no cambia su régimen impositivo -que actualmente tiene la presión tributaria más alta de la región, equivalente a un 35% de su Producto Interno Bruto (PIB)- las inversiones se irán a otro lado.
Y el éxito del “mayor blanqueo de la historia” quedará simplemente como una anécdota más en la complicada historia económica argentina.