Cómo logré escapar de una red de traficantes sexuales en Estados Unidos

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Lynn Savarese
Shandra fue víctima de una red de traficantes sexuales.
Llegué a Estados Unidos en junio de 2001. Para mí, una tierra de promesas y oportunidades. Y me sentía emocionada por estar en un nuevo lugar, que me resultaba extrañamente familiar por las películas y la televisión.Escuché mi nombre al llegar al aeropuerto y vi a un hombre sosteniendo un cartel con mi foto.Me sonrió cálidamente. Se llamaba Johnny y pensé que me llevaría al hotel en el que iba a trabajar.El hecho de que el hotel se encontraba en Chicago y que yo había aterrizado en el aeropuerto JFK de Nueva York, a unos 1.200 kilómetros, muestra lo ingenua que era.Tenía 24 años y no tenía ni idea de dónde me estaba metiendo.
En busca de oportunidades
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Shandra Woworuntu
Shandra (a la derecha del hombre) trabajaba en un banco en Indonesia.
Busqué trabajo en el extranjero para sacar adelante a mi hija de 3 años.
Fue entonces cuando vi un anuncio en el periódico para trabajar en el sector hotelero en Estados Unidos, Japón, Hong Kong y Singapur.Elegí Estados Unidos y envié mi currículum.Entre los requisitos pedían que hablara algo de inglés y que pagara una tasa de 30 millones de rupias indonesas (que en 2001 equivalían a unos US$2.700).
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Shandra Woworuntu
Shandra posando (obligada) con otras tres chicas, víctimas del tráfico sexual, cerca de un burdel en Connecticut, EE.UU.
El proceso de selección era lento y había muchas entrevistas."El servicio al cliente es fundamental en este trabajo", me dijeron.El plan era que mi madre y mi hermana cuidaran de mi hija mientras yo trabajaba fuera durante seis meses, ganando unos US$5.000 al mes.
Cuando llegué al aeropuerto, Johnny (el traficante) se llevó todos mis documentos.
Después, volvería a casa para cuidar de ella.Pero cuando llegué al aeropuerto de Nueva York, Johnny me quitó todos mis documentos, incluido mi pasaporte, y me llevó hasta su auto, junto a otras dos mujeres.Fue entonces cuando las cosas empezaron a volverse extrañas.
La "chica nueva"
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Shandra Woworuntu
Así era el burdel donde llevaron a Shandra en su primer día en Estados Unidos.
Nos llevó a una casa en Brooklyn y gritó: "Mama-san! ¡Chica nueva!"
Después nos hicieron meternos en otro carro y, de nuevo, intercambiaron dinero. Y lo mismo sucedió más adelante.El cuarto conductor tenía una pistola y nos obligó a entrar en su auto. Nos llevó a una casa en Brooklyn y gritó: "Mama-san! ¡Chica nueva!".Estaba aterrorizada. Sabía que "Mama-san" significaba la madame del burdel. Pero ya no había escapatoria.Cuando se abrió la puerta vi a una niña de unos 12 ó 13 años tumbada en el suelo, gritando, mientras un grupo de hombres se turnaban para golpearla.Su nariz sangraba y gritaba de dolor. Uno de los hombres sonrió y comenzó a jugar con un bate de béisbol en frente de mí, amenazándome.Pocas horas después, me obligaron a mantener relaciones sexuales.
Sobreviviendo
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Shandra Woworuntu
Shandra con el último hombre que traficó con ella, antes de lograr escapar.
En deuda
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A pesar de todo el sufriemiento, Shandra logró volver a sonreir.
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Shandra logró escapar, pero no todas las víctimas corren la misma suerte.
"Candy"
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Shandra Woworuntu
Shandra quiere evitar que otras jóvenes caigan en manos de los traficantes. En la imagen, una niña lee un cómic que alerta sobre el tema.
Encontré una comisaría y le conté toda mi historia a un policía. Pero no me creyó.
Las constantes amenazas y la necesidad de estar en alerta eran agotadoras.Tenía un diario en el que trataba de registrar fechas, pero era difícil porque no había forma de saber, dentro de los burdeles, si era de día o de noche.
La huida
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La organización Safe Horizon de Estados Unidos ayudó a Shandra a quedarse legalmente en el país y a encontrar un trabajo.
Eddy
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Hoy en día, es una activista por los derechos de las mujeres y la concienciación sobre el tráfico sexual.
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Mentari
Eddy, un americano de Ohio, escuchó su historia y contactó al FBI para ayudarla.
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Su caso salió en la prensa internacional. En la imagen, en una conferencia con miembros del Congreso.
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