"¿Qué más estás escondiendo?", le gritaron los periodistas a los ejecutivos de Toshiba durante una reciente rueda de prensa en Tokio.
Si tenemos en cuenta que a la cancelación de un anuncio sobre las ganancias de Toshiba y la renuncia de su presidente, le siguió un intercambio de gritos entre sus ejecutivos y los periodistas en una conferencia de prensa apresuradamente organizada, no sería descabellado decir que Toshiba está atravesando uno de los peores momentos de su historia.
El gigante japonés anunció esta semana que aún tardará otro mes antes de publicar sus ganancias, pero ha emitido un informe preliminar advirtiendo de pérdidas por cerca de US$ 3.400 millones.
A muchos analistas les preocupa que esto sea una señal de cosas mucho peores aún por venir.
Malos augurios
"Es realmente inaudito en Japón que una empresa no presente a tiempo sus ganancias", aseguró a la BBC Marc Einstein, de Frost y Sullivan.
"El tiempo y la puntualidad son sagrados en la cultura empresarial japonesa, por lo que las cosas deben ser considerablemente peores de lo que parecen", agregó.
Entonces, ¿qué es lo que ha salido mal en Toshiba, que ha pasado de ser un ejemplo mundial de la fuerza del Japón industrial de posguerra a una empresa que no registra beneficios desde 2013?
Detrás de los publicitados problemas de la empresa se encuentra una gestión "desastrosa", asegura Amir Anvarzadeh de BGC Partners en Singapur.
Parte del problema reside también en el hecho de que los gigantes japoneses saben que pueden confiar en el gobierno para rescatarlos.
"Es casi seguro que el gobierno intervendrá para rescatar a la empresa", agrega Anvarzadeh. "Ellos permitieron que TEPCO (una compañía de electricidad) sobreviviera, así que van a permitir que Toshiba sobreviva también, cuando lo que deberían hacer es dejarla morir".
Aunque dejar caer a Toshiba podría ser una posibilidad, éste es simplemente un escenario demasiado difícil de digerir para los políticos de Japón, sobre todo teniendo en cuenta el gran número de personas que Toshiba emplea, más de 180.000 en todo el mundo.
Empresas moribundas
Además de Toshiba, otras empresas japonesas también se encuentran en apuros, incluidas Sharp, Takata y Mitsubishi. Todas emplean a miles de trabajadores.
Pero Toshiba es un buen ejemplo de lo que está mal.
No ha ganado dinero y ha mentido sobre esto. Ha hecho malas inversiones y ha mentido sobre lo bien que estaban resultando estas inversiones.
Ha fracasado una y otra vez en plantear soluciones para lo que en realidad es un negocio en quiebra.
Y, sin embargo, Toshiba y otras compañía similares siguen sobreviviendo, debido en parte al apoyo del gobierno japonés y a su rechazo a dejar que las grandes empresas fracasen, y en parte debido al entorno fiscal en Japón.
"La deuda en Japón es casi gratuita", dice Einstein, "así que no ha sido difícil para Toshiba ni para ninguna compañía en Japón mantener encendidas las luces."
"Están surgiendo preguntas sobre si esto debería cambiar, pero como no ha sucedido, no existe ningún incentivo para que las empresas japonesas cambien su comportamiento" asegura Einstein.
Papel del gobierno
Como la mayoría de las cosas en Japón este problema tiene que ver con la política gubernamental conocida como de las tres flechas o la Abeconomía.
El primer ministro Shinzo Abe ha sido criticado por no presionar a las corporaciones japonesas para que cambien más, temeroso de alterar el estrecho lazo existente entre la política y los negocios.
Pero hay un problema aún más grande: el daño quele hacen las empresas moribundas a la economía japonesa.
Imagine por un momento que usted es un astuto joven empresarioen Tokio, con ansias de triunfar en su negocio.
¿Cuál sería el punto de esforzarse si todo lo que le han enseñado acerca del modelo de negocio, sobre los productos que la gente compra, cómo obtener beneficios, mantener sus cuentas en orden, son totalmente ignorados por el gobierno y los grandes gigantes industriales?
El joven empresario está jugando de acuerdo con las reglas, pero los grandes no, lo que significa que no hay cancha de juego para los jugadores más pequeños.
Ofrecerle constantemente a las empresas fallidas de Japón acceso a capital y rescatarlas de la quiebra no logrará cumplir con los objetivos anunciados por el presidente de Japón para lograr un país emprendedor e innovador.
Sólo terminará asegurando que la podredumbre se mantenga atrincherada en la cultura empresarial del país.