¿Jugarían igual Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Robin Van Persie o Gareth Bale si los partidos se realizaran a temperaturas bajo cero, a más de 3.000 metros de altura o en el verano más intenso? Probablemente sí, pero sólo tras un intenso proceso de adaptación.

La preparación física y salud de los futbolistas puede verse seriamente comprometida según el clima en el que jueguen. No es lo mismo marcar goles a nivel del mar que a 3.600 metros, o correr a -18º C que a 40º C.

Hasta el mismo Joseph Blatter, presidente de la FIFA admitió esta semana que realizar "la Copa del Mundo en el calor del verano de Qatar simplemente no fue algo muy responsable, a pesar de que Qatar tiene los recursos para desarrollar la mejor tecnología de enfriamiento".

De hecho, los peligros de jugar a 40-50º C podrían llevar a que el Mundial Qatar 2022 se haga en los meses de invierno, cuando la temperatura es más amable.

Pero lo que no tiene posposición son las eliminatorias en Sudamérica, y este martes dos selecciones deciden su futuro en lo más alto: La Paz, a más de 3.600 metros sobre el nivel del mal.

En este caso, el equipo visitante, Ecuador, ya está acostumbrado a menor presión atmosférica con una capital que, si bien no supera la barrera de los 3.000, con sus 2.800 metros de altura exige a los futbolistas una preparación distinta.

¿Qué comparten con sus colegas en otras condiciones extremas?

"Más difícil respirar"

Victor Turcios, en camiseta azul

Del trópico a temperaturas bajo cero: Turcios, en camiseta azul, ha tenido que adaptarse (foto: cortesía Víctor Turcios).

Víctor Turcios no es Messi, pero sí es un futbolista de El Salvador que juega en el Rovaniemen Palloseura FC de Finlandia, el equipo más al norte del continente europeo.

Por su ubicación geográfica probablemente sea el que se expone a las temperaturas más bajas del mundo, de hasta -25º C. Esto no impide a los equipos jugar. De hecho, la pretemporada comienza en enero, en medio del invierno.

La preparación de este volante es muy distinta a la de otros jugadores de clubes. Tiene que hacer un trabajo específico con el entrenador físico para mantener un ritmo de partido que no le afecte demasiado.

"Aquí vamos al gimnasio dos días a la semana para fortalecer las piernas y los abdominales. También hacemos trabajos aeróbicos para mantener el ritmo cardíaco entre 145 y 150″, le cuenta a BBC Mundo.

"Cuando juego en campo abierto, a -5ºC, noto la diferencia en mi cuerpo. Se me hace más difícil respirar y siento las piernas un poco más pesadas"

Víctor Turcios

Cuando las temperaturas son muy bajas, los partidos se realizan bajo techo; al aire libre el frío en los pulmones no los dejaría jugar. "Sería muy arriesgado estar en una cancha abierta".

"Cuando juego en campo abierto, a -5º C, noto la diferencia en mi cuerpo. Se me hace más difícil respirar y siento las piernas un poco más pesadas", agrega Turcios.

Para evitar lesiones, a este salvadoreño de tierras tropicales y a sus compañeros le monitorean constantemente el corazón, las pulsaciones, el sistema circulatorio, además de hacerle análisis de sangre.

Los ejercicios aeróbicos de los jugadores del Rovaniemen se realizan en su mayoría en el gimnasio y el objetivo es mantener una carrera continua que no sea al 100%. "Al principio es de un 50%, luego se eleva a un 60% y hasta un 70%, para poder estar a un ritmo que nos ayude a soportar las exigencias de un partido".

No obstante, jugar en un clima tan extremo puede ponerlos en una situación de ventaja. "Para cualquier equipo que venga acá, le sería difícil rendir a un 100% como lo hace en su clima natural. Incluso algunos equipos finlandeses de la capital, o del sur, les afecta un poco", relata Turcios.

Turcios la vería difícil si lo transfirieran a un equipo –digamos– de Qatar.

Cuestión de sudoración

Jugador de la selección de Francia

Cuando se supera las barrera de los 39ºC la fatiga pasa factura.

Si a Turcios le duelen los pulmones cuando hace mucho frío, un futbolista de tierras muy calientes tiene otros problemas que solucionar.

Aquí el asunto es la sudoración. Cuando hace mucho calor, el cuerpo reacciona aumentando el flujo sanguíneo en la superficie de la piel, llevando el calor dentro del cuerpo a la superficie. Esto es el sudor.

Si la temperatura exterior pasa la barrera de los 39-40º C, el cerebro le ordena a los músculos que bajen el ritmo y es cuando se produce la fatiga.

El mejor método para refrescar a una persona que sufre de un ataque de calor es meterlo en agua helada o aplicar hielo en la ingle y axilas, donde están localizadas arterias cruciales.

Una persona que corra a 15 km por hora en temperaturas superiores a 37º C necesitará producir cuatro litros de sudor por hora.

Jamie Pringle, fisiólogo del deporte del Instituto del Deporte de Inglaterra en Sheffield, le explica a la BBC que mientras más en forma esté el deportista, en mejores condiciones estará de hacerle frente al calor.

"El entrenamiento ayuda a aumentar el volumen de la sangre en el cuerpo", señala Pringle. Esta es la razón por la cual un deportista de élite puede tener de 10 a 12 litros de sangre, en comparación con los seis litros de un hombre promedio.

Un futbolista profesional, con un entrenamiento riguroso creará grandes volúmenes de sangre y, por lo tanto, sudará más y se enfriará más rápido y efectivamente cuando suban los termómetros.

El futbolista también tiene que cuidar otras áreas, pues el calor extremo también hace que se hinchen los pies y la presión atmosférica requiere de una mayor fuerza para producir el mismo tipo de movimiento. "Entonces se va a agotar más rápido", le explica a BBC Mundo el médico deportivo Guillermo Aponte.

Cuando se trata de oxígeno

Aponte sabe muy bien de cambios en el cuerpo en situaciones extremas porque es el médico del CF Bolívar de La Paz, Bolivia, donde se juega a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar.

Daniel Vaca, portero de la selección de Bolivia

En La Paz, los jugadores deben realizar ejercicios aeróbicos y anaeróbicos en una rutina específica.

A esa altura hay menor presión atmosférica, "alrededor de 640 milímetros de mercurio, cuando lo normal son 730″, aclara el especialista. Y esta menor presión parcial de oxígeno produce ciertos cambios en el organismo.

Si bien la preparación de pretemporada no es muy distinta, "lo que sí hay que tomar en cuenta –explica Aponte– es la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardíaca", pues en los jugadores adaptados es un poco más alta de lo que se maneja a nivel del mar.

"Estos cambios implican que el jugador tiene que adaptarse a jugar con una deuda de oxígeno que es mayor, y por tanto debe utilizar mecanismos distintos para producir energía", explica Aponte.

El proceso de adaptación del jugador es de entre 20 y 25 días, con un plan de entrenamiento que mezcla ejercicios aeróbicos con anaeróbicos.

"Otro factor importantísimo es cómo el jugador percibe estar en la altura. Al estar a menor presión, hay menor fricción en el aire. Por tanto necesita menos energía para producir potencia cuando patea la pelota o necesita cierta velocidad", añade.

Uno puede pensar que estos jugadores tienen una posición de ventaja cuando juegan en casa. No obstante, bajar de las alturas para un partido como visitante puede generar más desventajas de las que otros equipos experimentan cuando suben a La Paz.

"El hecho de bajar implica varios procesos fisiológicos. La presión sanguínea disminuye y es lo que te produce más sueño y en cierto sentido una disminución del estado de lucidez", aclara Aponte.

En general, para el especialista, para un futbolista es mucho más complicado bajar de la altura que subir el mismo día a un partido y marcharse.