Cómo es la vida en Los Roques, el idílico oasis de Venezuela donde (casi) no existe la crisis
El testamento
A sus hijos, sin embargo, no les sonó bien eso de que sus ancianos padres se marcharan a Venezuela, un país que aparece en los medios siempre por noticias preocupantes. El Ministerio de Exteriores del Reino Unido recomienda viajar al país sólo si es necesario. "Estaban un poco preocupados, así que decidimos dejar hecho nuestro testamento", afirma Rosemary con una sonrisa. "¿Firmar el testamento antes de venir a Venezuela?", pregunto sorprendido. "Sé que suena ridículo, pero es cierto", asegura William, riéndose un poco de sí mismo y de esos hijos que a cierta edad se convierten en padres controladores de sus propios progenitores.El matrimonio voló vía París a la temida Caracas, una de las ciudades más violentas del mundo."No nos sentimos en peligro para nada", afirman tras pasar apenas una noche de hotel cerca del aeropuerto antes de volar al día siguiente durante media hora hasta Gran Roque, el único de los 42 cayos del archipiélago que está habitado."El secreto mejor guardado"
Tampoco hay peligro en Los Roques, que escapa de casi todos los problemas que afectan a la Venezuela continental, sobre todo de la inseguridad."Es el secreto mejor guardado", me dice Rosemary, que no comprende cómo semejante destino está tan poco explotado.La otra cara de Los Roques
A apenas dos arenosas calles de esas posadas boutique asoma la otra Venezuela, esa que no verán los jubilados europeos ni los jóvenes que se toman un trago mientras disfrutan de música chillout y del atardecer. Son las 8:00 de la mañana y la calma del Gran Roque sólo la rompen los ruidosos niños que acaban de entrar en la escuela y cantan el himno nacional para comenzar la jornada.Miguel Salazar repara su atarraya, la red con la que se gana la vida pescando. Lleva 20 días sin salir a faenar.A los pescadores les está afectando el cierre de la frontera decretado por el presidente Nicolás Maduro en enero que impide el comercio con las islas de Aruba, Bonaire y Curazao, próximas al archipiélago. Vender la mercancía a los comerciantes venezolanos de la costa supone hacerlo a un precio diez veces menor.A eso se suman los problemas de abastecimiento. Un barco del gobierno carga los suministros desde la costa una vez a la semana. Algún supermercado incluso compra en Caracas y lo transporta por su propia cuenta.No hay tanta escasez como en otras partes del país, pero el flete eleva los costos.Entro a un supermercado y encuentro pan de molde y leche de larga duración que hace semanas que no veo en Caracas. El cartón de 30 huevos es más caro que en la capital."Está todo muy costoso. A veces no se puede pagar", me dice Salazar mientras Loli Marcano, quien se autodefine como su "concubina", lava y tiende la ropa a un sol que ya desde temprano quema."La gente empieza a hacer cola en cuanto ve que atraca el barco", me dice Marcano, desencantada.Como Salazar es roqueño y lleva aquí toda la vida le pido que compare. "Hace diez años había de todo y era más económico. El sueldo alcanzaba. Y había más turistas", dice con nostalgia y sin despegar los ojos de la red. Asegura que es diabético e hipertenso y que tiene que pedir que le traigan de Bonaire y Curazao las medicinas que ya no encuentra aquí.El elevado precio de los anzuelos y del aceite para el motor del barco es otro problema para los que viven de la pesca artesanal, principal actividad junto al turismo."Aquí somos reyes"
Pese a todo, Rafael Mendoza, otro pescador, compara favorablemente la situación de Los Roques con la de Isla Margarita, otro hermoso paraje venezolano que él tuvo que dejar atrás porque se está viendo duramente afectando por la crisis de precios y empleo. "Aquí uno sí se puede ganar la vida", me dice mientras clava con paciencia en el palangre cientos de anzuelos.José Luis Durán lleva 18 años en Los Roques y también se muestra satisfecho. Trabaja en el Instituto Nacional de Parques, donde cobra un salario mínimo que le alcanza para poco y que complementa haciendo y vendiendo en dólares pulseras y anillos de plata para los turistas."Aquí somos reyes. Esto es el paraíso", me dice una mañana sin camiseta y sin ninguna urgencia por empezar su jornada laboral. Durán destaca que en Los Roques no hay delincuencia. Sorprende ver a niños jugando en la calle y a los turistas paseando de la mano ya en plena noche cerrada. Es algo impensable en Caracas y otras ciudades del país.Tampoco se ve hambre ni desnutrición, pese a que algunos se quejan de que la caja con alimentos subsidiados que vende el gobierno no llega con la regularidad prometida."Cualquier persona te da un pescado", dice Durán, sin familia en Los Roques, despreocupado. "Comida siempre vas a encontrar con abundancia", me dice señalando la cercana orilla del mar.Vida dolarizada
En los albergues para turistas, donde la vida está dolarizada, hay casi normalidad."Digamos que el roqueño no es pobre", me dice Luz, cocinera de una posada. "Está caro, pero se consigue de todo. Si en Caracas la harina PAN (de maíz, para hacer las tradicionales arepas) cuesta 180.000 (bolívares), aquí cuesta el doble", añade, casi ajena a los problemas.El miedo a la situación de Venezuela y la supresión de vuelos internacionales en los últimos meses han hecho caer la llegada de extranjeros, explica. Pero se compensa con la devenezolanos residentes en el extranjero, a los que no hace falta descubrir la belleza del archipiélago."Viven fuera del país y al cambio…", me dice Luz sin completar la frase. Si ganan en moneda extranjera, los venezolanos pueden regresar a su país y disfrutar de unas vacaciones a un muy buen precio."Aquí no hay crisis", concluye Luz, que parece conocer mil maneras de preparar el pescado.Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
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