Ezequiel Rochistein

Ezequiel Rochistein junto a Estela de Carlotto.

Cuando a Ezequiel le pidieron que se hiciera voluntariamente el examen de ADN en 2001, no quiso saber del tema.

En esa época los únicos apellidos que reconocía como propios eran "Vásquez Sarmiento".

"Era un tema de negación. No quería que se criminalice a mi mamá de crianza. Yo tengo mucho afecto por ella, hasta el día de hoy vive en mi casa. Toda mi resistencia era por eso, porque se había judicializado", le cuenta Ezequiel a BBC Mundo.

Unos años antes su madre de crianza había tenido cáncer y le había confesado que era adoptado. Nunca imaginó, sin embargo, que la "adopción" en realidad había sido una sustracción realizada por el marido de su madre de crianza, funcionario de la Fuerza Aérea.

Después ella le confesaría que un día entró en la pieza y se encontró con Ezequiel encima de la cama matrimonial. Le dijo también que ella nunca supo de su verdadero origen.

En 2010 y luego de una causa judicial, un juez ordenó requisar su ropa –una camiseta y medias- para realizar el examen.

Ezequiel trabajaba entonces en el Ministerio de Defensa y fue la propia ministra quien le dio la noticia: sus padres biológicos eran Jorge Rochistein y María Graciela Tauro, desaparecidos en 1977, el mismo año en que él nació.

Ezequiel es uno de los pocos nietos recuperados que conserva su nombre de pila. Su madre, María Graciela estaba embarazada de cuatro meses y medio cuando fue secuestrada junto con su marido, Jorge.

Graciela dio a luz en la ESMA, por entonces un centro de tortura donde se improvisó una maternidad cuyos recién nacidos fueron entregados ilegalmente a familias militares o cercanas al régimen que no podían tener hijos.

La fecha exacta de su nacimiento o si Ezequiel tuvo otro nombre en sus primeros días de vida, nadie lo sabe.

"Esto es como un rompecabezas de 10.000 piezas y uno tiene 500″, asegura.

Entre los primeros indicios de su identidad en 2001 y la forzada confirmación genética en 2010 Ezequiel fue padre. Y, tal como Claudia y Mariana, algo "hizo clic" en él.

"Uno va pensando. A pesar de que lo tenía negado y que la causa judicial era lenta, uno lo tiene en la cabeza. Qué hubiese hecho uno si tu hija está embarazada y la hacen desaparecer. La buscás por cielo y tierra, viste. Eso es lo que hizo mi abuela y todas las abuelas en general".

Apenas le confirmaron su identidad real, partió a Mar del Plata a conocer a su abuela y tía maternas.

Y el 1 de noviembre, fecha en que celebra su cumpleaños, tomó a su madre de crianza, a su mujer y a sus hijas y partió a celebrarlo a Mar del Plata, junto a su abuela biológica.

"Mi abuela es la persona más angelical del mundo. Siempre que la ve (a mi madre de crianza) le agradece por la forma en que me crio. Siempre que hablamos le manda saludos y le agradece. Después de eso, qué más te puedo decir. Una persona donde no hubo nunca rencor ni odio, sino que buscó a su nieto, lo encontró y está feliz"

Fue entonces cuando Ezequiel entendió que no tenía que elegir, sino sumar. La familia crecía.

"Cuando hubo esa aceptación, me dije: 'Y bueno, qué tengo que andar dando más vueltas. Son mi familia'".

Su grupo de amigos también creció, en más de 100, a los que ahora llama "hermanos": los otros nietos recuperados.

"Ahora somos 114 personas. No es muy común nuestra historia. Nos hermanamos, a pesar de nuestras diferencias. Yo no voy a estar cuestionándoles si algunos de los nietos llaman 'apropiadores' y yo hablo de 'madre de crianza'. Hay mucho respeto, mucho cariño".