A los indios les encanta que les cuenten historias, especialmente aquellas que ya han escuchado antes.
Las narraciones épicas, la historia, las sagas familiares y los romances nutren su imaginación.
El teatro popular y los cantantes itinerantes han sido los protagonistas durante siglos. El cine ha sido importante desde hace 100 años.
El cine indio es tan viejo como el mismo cine.
Seis meses después de su debut en París en 1895, los hermanos Lumiere llegaron al hotel Watson de Bombay (ahora Mumbai) y mostraron su nueva invención. Y los indios lo adoptaron como si fueran peces en el agua.
Inmediatamente comenzaron a hacer películas de uno o dos rollos.
Y después de años de preparación llegó el primer largometraje: Raja Harishchandra (1913), basado en una conocida historia épica.
A pesar de eso, a Bollywood -que se refiere estrictamente a la industria cinematográfica en idioma hindi y no a las demás industrias cinematográficas en los otros idiomas del país- nunca le han reconocido sus virtudes en la vida cultural e intelectual de India.
Las élites que celebran la música clásica, la danza clásica y el teatro miran con desdén las películas de Bollywood, a las que consideran vulgares, comunes y altamente irreales.
"Las élites que celebran la música clásica, la danza clásica y el teatro miran con desdén las películas de Bollywood, a las que consideran vulgares, comunes y altamente irreales."
El cine, de hecho, ha sido el medio más vibrante con el que India ha contado su propia historia, la historia de su lucha por la independencia, su lucha constante para lograr una integración nacional y emerger como una presencia global.
La exportación de ese cine también ha tenido éxito y es uno de los pocos productos indios que es una marca reconocida en África y Asia, y cada vez más en Europa y Estados Unidos.
El tema de los intocables, por ejemplo, fue abordado en Achhut Kanya (1936) y luego en 1959 por Bimal Roy en Sujata.
El matrimonio de las viudas fue el tema de Ek Hi Rasta (1956), mientras el acoso mortal por la dote apareció en Dahej (1950).
Estos temas vuelven pero en nuevas formas a medida que India cambia. Y hay otros temas políticos.
En 1943, la película Kismet se convirtió en una sensación y su canción más conocida fue Door hato ai dinyawalon Hindustan hamara hai (váyanse ustedes, personas del mundo, India es nuestra), en especial en el momento álgido del Quit India, un movimiento de desobediencia civil.
En 1949, India -recién independizada- se estaba descubriendo a sí misma y a su diversidad.

El amor, la música y los bailes están muy presentes en las películas de Bollywood.
En la película Shabnam se presentó la primera película multilingüe con estrofas en bengalí, maratí y tamil. Así le indicaba a la audiencia que todos eran parte de India mientras se reía levemente de los estereotipos que creaba.
V Shantaram, el prodigioso cineasta cuya carrera duró 65 años desde 1921 hasta 1986, produjo Teen Batti Chaar Raste (1953) sobre el tema de la necesidad de vivir juntos a pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, al relatar una historia sobre una familia donde las novias hablan varios idiomas.
El director Mohan Seghal tomó el mismo tema del antagonismo entre los indios del norte y del sur en su película New Delhi (1956). En una de las partes famosas, el héroe le dice en panyabí a su amante tamil que su padre cree que si encuentra una cobra y un madrasi -como todos los indios del sur eran llamados por los indios del norte- él mataría primero al madrasi.
El poder del amor
Y a pesar de estos temas, el poder del amor los conquista a todos, así como la buena música y los bailes entretenidos.
La década tímida de 1940 tuvo películas trágicas en las que se frustran los planes amorosos del héroe y la heroína y terminan muriendo solos o juntos mientras entonan canciones memorables.
Para mediados de los años 1950, Dilip Kumar, el prototípico héroe trágico de las primeras épocas, desafió el sistema en Naya Daur, donde interpretó el papel de un conductor de carruajes que peleaba contra un nuevo servicio de buses.
Él le gana la carrera al bus y se une a la mujer que ama en un final feliz.
Esta India confiada es cuestionada por el clásico de Guru Dutt de 1957 Pyaasa y la cinta de Ramesh Saigal de 1958 Phir Subah Hogi, que se burla de la India de Nehru con sus pretensiones igualitarias y resultados funestos.
"Las múltiples tensiones en India encuentran sus nichos en Bollywood, que nunca instruye pero siempre entretiene"
Ya para 1960, K Asif tiene su celebración espectacular de India en su epopeya Mughal-e-Azam sobre el reino de Akbar, mientras Raj Kapoor con su filme Jis Desh Me Ganga Behti Hai y Dilip Kumar con Ganga Jamuna exploran qué hace que una persona sea un "dacoit" o un bandido.
Las múltiples tensiones en India encuentran sus nichos en Bollywood, que nunca instruye pero siempre entretiene.
La forma como son presentados los británicos también cambia sutilmente a medida que India se desarrolla.
En la película de Manoj Kumar de 1981 Kranti, los británicos son tiranos sanguinarios proclives al látigo y a los grilletes mientras los indios patrióticos combaten una guerra contra ellos.
En 2001, Lagaan, de Amir Khan, cuenta la historia de un pueblo que reta a los británicos a un partido de cricket con motivo de una disputa por impuestos y consigue imponerse. Ofrece una imagen de una India segura que se replantea su pasado como colonia.
La globalización y un cosmopolitismo creciente hacen crecer la ansiedad sobre qué significa ser indio, especialmente para una mujer joven.
En ese campo, aparecen películas como Hum Aapke Hain Koun (1994) o Dilwale Dulhania Le Jayenge (1995).
Cuando llegamos a Zindagi Na Milegi Dobara (2011), nos encontramos con una vieja historia de amistad masculina entre tres hombres que ocurre en España, aunque los protagonistas son verdaderos indios.
India tiene la industria cinematográfica más grande del mundo.
Es parte de la historia de India, que la narra como ningún otro medio lo hace y genera más dinero que todos los demás sectores. Esperemos con ilusión a su segundo siglo.