Uno de los principales logros económicos de Argentina, luego del default que sumió al país en una de las peores crisis de su historia a finales de 2001, fue el constante aumento de sus reservas internacionales que, gracias al crecimiento económico, llegaron a superar los US$52.000 millones a comienzos de 2011.

Pero ese récord, considerado una de las principales fortalezas del gobierno kirchnerista que lleva una década en el poder, comenzó a derrumbarse en los últimos dos años.

El declive empezó poco antes de los comicios presidenciales de 2011, que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ganó por amplio margen. Las reservas bajaron a US$48.000 millones, un descenso que continuó tras la reelección

Para frenar la caída, la mandataria anunció una serie de restricciones al acceso a divisas, que la prensa crítica denominó "cepo cambiario”. Pero lejos de evitar el desplome, las medidas aceleraron la fuga de capitales.

En dos años, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) perdió cerca de US$15.000 millones, alcanzando en la actualidad menos de US$31.000 millones.

El descenso más vertiginoso ocurrió en 2013, con una caída de casi el 30% de las reservas.

El dólar turista

El culpable principal de esta merma es el turismo, una de las pocas actividades a través de las cuales los argentinos hoy pueden acceder a dólares, y actualmente la principal fuente de fuga de divisas.

Según el economista Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, más de US$10.000 millones se fueron por esta vía en el último año.

La razón es simple: quienes viajan al exterior pueden adquirir moneda extranjera y pagar sus gastos de tarjeta de crédito al valor del dólar oficial, que durante el último año osciló entre los 5 y los 6 pesos argentinos, aproximadamente.

"El culpable principal de esta merma es el turismo, una de las pocas actividades a través de las cuales los argentinos hoy pueden acceder a dólares, y actualmente la principal fuente de fuga de divisas"

Se trata de una cifra mucho más baja que la del dólar informal, que duplicó su valor entre 2012 y 2013 y se mantiene por encima de los 9 pesos.

Esta disparidad, sumada a la alta inflación del país, que desincentiva los ahorros en pesos, llevó a los argentinos a viajar y a gastar en el exterior como nunca antes.

Para intentar contener el fenómeno, el gobierno impuso a fines de 2012 un recargo del 15% sobre los gastos en el exterior, una medida inédita. En marzo de este año aumentó la cifra al 20%.

Sin embargo, la disparidad entre la moneda oficial y la paralela –conocida en Argentina como el "dólar blue"- se mantuvo, y los argentinos siguieron viajando.

Por eso, a comienzos de diciembre, el gobierno aumentó la tasa al 35% y anunció que también comenzará a cobrar ese recargo sobre las divisas que compren los argentinos para viajar, que son adquiridas a través de un permiso que otorga el fisco.

Así, logró que el llamado "dólar turista" alcance una tasa más similar a la oficial, algo que –esperan- frene la caída de reservas.

Los motivos de la fuga

En los últimos años, Argentina ha sufrido una masiva salida de dólares, mayor aún que durante la crisis económica de 2001-2002.

La obsesión de los argentinos con la moneda estadounidense no es nueva, hace décadas que los habitantes del país sudamericano ahorran en billetes verdes para resguardarse de la inestabilidad de la economía local.

Mujer con billetes

En el mercado negro el dólar en Argentina ha
duplicado su valor frente al peso.

Pero según el economista Nicolás Bridger, director de la asesora financiera Prefinex, la fuga se acentuó a partir de 2007 cuando comenzó a aumentar la inflación.

De acuerdo con las consultoras privadas, desde ese momento a ahora los precios subieron un 240%. En cambio, el dólar oficial aumentó apenas un 100%.

Ese retraso cambiario generó un "dólar barato" que incentivó su compra.

Si bien las medidas anunciadas a finales de 2011 lograron frenar temporariamente la fuga -que hasta ese momento superaba los US$20.000 millones anuales- la falta de oferta de moneda extranjera llevó a que el dólar paralelo aumentara casi en un 100% en su valor, una disparidad que incentivó una cantidad récord de viajes y gastos en el exterior.

Además del turismo, el país también debió usar sus reservas para pagar importaciones energéticas y deuda extranjera. Según Econométrica, el déficit del sector energético en 2013 fue de US$6800 millones y el pago de la deuda pública alcanzó los US$5.000 millones.

Al mismo tiempo, se redujo el ingreso de reservas por una caída en la inversión extranjera. Así, mientras casi todos los países de la región multiplicaron sus depósitos en dólares en los últimos cinco años, en Argentina ocurrió lo contrario.

¿Es preocupante la caída de reservas?

Según el gobierno, a pesar de que las reservas han caído, siguen triplicando la cantidad que había cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia en 2003 (cerca de US$11.000 millones).

"Nosotros tenemos unas reservas que han sufrido una rebaja pero que están en niveles consistentes, están muy fuertes con respecto a cualquier etapa histórica", aseguró recientemente el flamante ministro de Economía, Axel Kicillof.

"Si Argentina sigue perdiendo reservas a este ritmo en pocos años ya no tendrá más"

Nicolás Bridger, director de la asesora financiera Prefinex

Por su parte, la presidenta Fernández ha destacado que las reservas argentinas, medidas en comparación con el Producto Interno Bruto (PIB), son más altas que las de algunos países considerados más sólidos económicamente, como Canadá y Australia.

En efecto, mientras que las reservas argentinas representan un 6% de su PIB, las de Australia equivalen al 3,3% y las de Canadá al 3,8%.

Sin embargo, los críticos resaltan que cuando el kirchnerismo asumió el poder en 2003 las reservas, aun siendo mucho más bajas que las actuales, eran mayores en relación el PIB: 11%.

Para Bridger lo preocupante no es tanto el nivel actual de reservas, sino la tendencia a la baja.

"Si Argentina sigue perdiendo reservas a este ritmo en pocos años ya no tendrá más", dijo a BBC Mundo.

Atentos a evitar esto, el gobierno ha tomado varias medidas. Además de aumentar el recargo sobre los gastos en el exterior también les pidió a los exportadores de cereales que tomen deuda extranjera y adelanten US$2.000 millones de la cosecha del año próximo, prevista para abril.

De esta manera el país espera no terminar el año con reservas por debajo de los US$30.000 millones.