Un día después de los disturbios que opacaron la multitudinaria marcha en apoyo al paro agrario del jueves, la Plaza Bolívar de Bogotá les pertenece de nuevo a las palomas, los turistas y los fotógrafos ambulantes que invitan a posar al lado de circunspectas llamas.

Pero las huellas de los enfrentamientos entre algunos manifestantes –o infiltrados, según las acusaciones mutuas de los diferentes actores– y la policía, todavía son visibles en las paredes y ventanas de muchos edificios cercanos.

A las primeras, las cubren grafitis nuevos en las que reivindicaciones históricas se mezclan con referencias al paro.

Y en horas de la mañana, mientras las ventanas de algunos comercios permanecían cubiertas con maderas protectoras, en frente de otros edificios se podía ver a grupos de trabajadores barriendo pacientemente los vidrios rotos durante los encontronazos

Lo que se rompió durante los incidentes del jueves, sin embargo, no sólo fueron cristales.

Enfrentamientos en otros sectores de la ciudad provocaron dos muertos y cerca de 150 heridos, según las autoridades locales.

Y la violencia también tuvo como consecuencia la ruptura, así sea temporal, de las negociaciones entre el gobierno y los campesinos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño, que llevaban varios días intentando acordar soluciones a los problemas del agro.

Militarización

Efectivamente, a raíz de los sucesos del jueves el presidente Juan Manuel Santos ordenó la retirada de su equipo negociador y también anunció que había ordenado la militarización de la capital y el despliegue de 50.000 efectivos del ejército para garantizar la movilidad en las carreteras hasta ahora bloqueadas por los protestantes.

Y el mandatario también acusó a los pequeños productores de los tres departamentos de no querer llegar a un acuerdo por culpa de "oscuros interés políticos" que se habrían adueñado del paro.

"Cuando estuve en Tunja [sede de las negociaciones], los voceros del paro me garantizaron que con que acordáramos un primer punto, uno solo de solución, levantarían los bloqueos", dijo Santos.

"Hemos ofrecido no una, sino dos, tres o cuatro soluciones concretas. Y cuando están a punto de cerrarse los acuerdos, alguien sorpresivamente llama, alguien extrañamente aparece, los instiga a aumentar sus demandas, a correr la cerca. Y se echan para atrás", afirmó el mandatario, quien dijo que las propuestas gubernamentales "quedaban sobre la mesa".

Para intentar reparar lo roto, unas horas después los voceros de la protesta en los tres departamentos mencionados anunciaron haber llegado a "acuerdos parciales" con el gobierno.

Suficiente, dijeron, como para invitar a los campesinos a poner fin a los bloqueos de carreteras y, con ello, permitir la reanudación del diálogo.

"Rechazamos enérgicamente las acciones de violencia y vandalismo, como siempre lo hemos hecho desde que inició la protesta", dijo el boyacense César Pachón coordinador del movimiento Dignidad Papera y vocero de la protesta, quien también negó intereses políticos detrás del movimiento.

"Vamos a mantener el paro pero permitiendo la libre circulación de los vehículos, manteniéndonos a la orilla de las carreteras", explicó.

Otras rupturas

Este paso, sin embargo, podría a su vez terminar rompiendo la unidad que los campesinos habían logrado mantener hasta el momento.

"Respetamos y saludamos la mesa de negociación en Boyacá, pero queremos decir que en esa mesa no estamos representados todos", declaró la denominada Mesa Nacional Agropecuaria y Popular, MIA, que se presenta como vocera de los campesinos.

"No es suficiente dialogar con 3 departamentos, son 17 los que están movilizados", indicó la MIA.

Protestas Bogotá

Los enfrentamientos del jueves en varios puntos de la capital dejaron más de un centenar de heridos.

"No aceptaremos que el gobierno nos sectorice y nos señale. Somos una sola voz en el país", agregó.

Y los incidentes también parecen haber llevado a un punto de quiebre la actitud de Santos hacia el movimiento político de izquierda Marcha Patriótica, acusado por el presidente de estar detrás de la falta de acuerdos en el tema agrario.

"El movimiento Marcha Patriótica no busca sino llevarnos a una situación sin salida, para imponernos su propia agenda", denunció el mandatario.

"No les importa para nada los intereses de los campesinos, ni que se logren acuerdos regionales, solo les importa su agenda política", aseguró.

Santos no llegó a acusar directamente a Marcha Patriótica de estar detrás de la violencia.

Pero el señalamiento fue denunciado por algunos sectores como una "estigmatización irresponsable" en un país en el que, durante mucho tiempo, el militar en la izquierda fácilmente ha equivalido a una sentencia de muerte.

Contexto pre-electoral

En el pasado, varios funcionarios del actual gobierno ya habían señalado a la agrupación de vínculos con las FARC.

Pero Santos siempre había mantenido una posición mucho menos agresiva, llegando incluso a coincidir con el movimiento en manifestaciones por la paz.

A través de su vocera, la exsenadora Piedad Córdoba, Marcha Patriótica rechazó los señalamientos de Santos e invitó al presidente a dialogar con ellos.

Y, sobre todo, insistió en que el paro ya no era exclusivamente agrario, sino un paro "nacional agrario y popular" en el que confluían transportadores, trabajadores de la salud, estudiantes, madres comunitarias y campesinos.

Queda por verse, sin embargo, si el grueso de la población, que se ha solidarizado con los campesinos, está dispuesta a trasladar su apoyo a esa suma de reivindicaciones y por cuanto tiempo.

Y, sobre todo, hasta qué punto la violencia del jueves, puede romper también parte de ese lazo.

Por eso, en estos momentos, y a menos de un año de las elecciones legislativas y presidenciales, las diferentes partes están dedicando buena parte de su esfuerzo a tratar de repartir responsabilidades.

El gobierno, que por boca del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, acusó a las FARC y a "sus aliados políticos", ofrece recompensas a quienes ayuden a identificar y judicializar a los responsables.

La Marcha Patriótica afirma que la violencia ha sido generada desde el Estado.

Y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, responsabiliza a infiltrados de una extrema derecha que, a su vez, culpa de todo a la blandenguería del presidente Santos.

Y, para mientras, cerca de la Plaza de Bolívar, hay quien sigue recogiendo los pedazos quebrados.