Necesitaron más de seis meses, pero los negociadores del gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC finalmente pudieron anunciar un primer acuerdo dentro del proceso de paz con el que buscan ponerle fin a un conflicto que ya dura casi cincuenta años.
Y no se trata de un acuerdo cualquiera: el problema del acceso y uso de la tierra –el primero de los seis puntos de agenda en ser discutido en la mesa de diálogo de La Habana– está en el origen mismo del conflicto colombiano.
Y, en anteriores negociaciones, el tema nunca había sido objeto explícito de discusión entre las partes.
El de este domingo es, por lo tanto, un acuerdo histórico que –según el comunicado conjunto hecho público en la capital cubana– debería marcar "el inicio de trasformaciones radicales de la realidad rural y agraria de Colombia con equidad y democracia".
Y, para muchos, es la prueba definitiva de que el diálogo de paz puede arrojar resultados concretos, a pesar de las profundas divergencias ideológicas que separan a la guerrilla marxista del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, especialmente evidentes en las discusiones sobre el tema agrario.
"Lo que hemos convenido en este acuerdo será el inicio de trasformaciones radicales de la realidad rural y agraria de Colombia con equidad y democracia. "
Comunicado conjunto No.16, Gobierno de Colombia – FARC-EP
Según el comunicado conjunto, el acuerdo "está centrado en la gente, el pequeño productor, el acceso y distribución de tierras, la lucha contra la pobreza, el estímulo a la producción agropecuaria y la reactivación de la economía del campo".
"Busca que el mayor número de habitantes del campo sin tierra o con tierra insuficiente, puedan acceder a ella" y "está acompañado de planes en vivienda, agua potable, asistencia técnica, capacitación, educación, adecuación de tierras, infraestructura y recuperación de suelos", se lee en el comunicado.
Y, según el texto, también "busca que se reviertan los efectos del conflicto y que se restituyan las víctimas del despojo y del desplazamiento forzado", entre otros temas.
Un primer paso
El anuncio del acuerdo fue inmediatamente celebrado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
Lo acordado
Según el comunicado conjunto, hasta la fecha se han lacanzado acuerdos en:
- Acceso y uso de la tierra. Tierras improductivas. Formalización de la propiedad. Frontera agrícola y protección de zonas de reserva.
- Programas de desarrollo con enfoque territorial.
- Infraestructura y adecuación de tierras.
- Desarrollo social: salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza.
- Estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Asistencia técnica. Subsidios. Créditos. Generación de ingresos. Mercadeo. Formalización laboral.
- Políticas alimentarias y nutricionales.
"Celebramos, de veras, este paso fundamental en La Habana hacia un pleno acuerdo para poner fin a medio siglo de conflicto", escribió en su cuenta de Twitter el mandatario.
"Continuaremos con el proceso con prudencia y responsabilidad", agregó Santos.
Y es que, a pesar de su importancia histórica, no hay que perder de vista que este primer acuerdo no deja de ser únicamente un primer paso.
Efectivamente, como recordaron las partes este domingo en La Habana, la negociación está teniendo lugar bajo el principio de que "nada está acordado hasta que todo esté acordado".
Y, durante una comparecencia pública el viernes pasado, el propio Santos insistió en que luego le tocará al pueblo colombiano refrendar o rechazar lo convenido en la mesa de diálogo.
"Cuando tengamos todo, el paquete, el cuadro, el pueblo colombiano va poder decidir: lo compro o no lo compro", dijo Santos.
En ese sentido, el próximo tema en agenda de discusiones –la participación política de la guerrilla, que empezará a discutirse el próximo 11 de junio– amenaza con crear incluso más problemas que el tema agrario.
Según encuestas, la mayoría de la población colombiana no ve con buenos ojos la integración de los guerrilleros a la vida política; sobre todo si, para ello, los insurgentes no se ven obligados a responder por los crímenes que pudieran haber cometido.
Y la insistencia de las FARC en que ellos no son tanto victimarios como víctimas del conflicto, augura encendidos debates sobre el tema.
El reto del tiempo
El otro reto inmediato será el del tiempo.
El presidente Santos dijo desde el inicio de las negociaciones que un compromiso final tenía que alcanzarse "en cuestión de meses, no años", y el gobierno ha estado trabajando con la idea de sellar el acuerdo a más tardar en el mes de noviembre.
"Esto no puede pasar del 2013, el plazo es ese. Debe haber acuerdo antes de que termine el año o no hay acuerdo", dijo, por ejemplo, durante la semana, el ministro del Interior, Fernando Carrillo.
Pero las FARC inmediatamente rechazaron los que calificaron como un "ultimátum".
Y en una entrevista publicada este domingo por la revista Semana, uno de los principales negociadores guerrilleros, Pablo Catatumbo, insistió en que la pretensión le parecía poco realista.
"No queremos un proceso exprés. A una confrontación que ha causado tanta tragedia en el país y que se ha prolongado durante casi 50 años es muy complicado ponerle plazos", dijo Catatumbo.
El problema, sin embargo, es que eso haría coincidir las negociaciones con la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2014, lo que no deja de conllevar importantes riesgos.
Y la campaña por la reelección del presidente Santos –que se da por descontada– podría terminar convirtiéndose en un plebiscito sobre las negociaciones.
Pero por lo pronto el anuncio de este domingo en La Habana definitivamente ha acrecentado el optimismo entre los colombianos.
Aunque, como ha sido el caso desde el inicio de las negociaciones, este sigue siendo un optimismo que no renuncia a la cautela.