Colombia: cómo es vivir en Santa Cruz del Islote, la isla artificial más densamente poblada del mundo
Un joven acaricia a su gallo de pelea como si naciera de su propio cuerpo mientras observa a otro domar a un tiburón de casi 3 metros de largo. La escena ocurre en una pileta cimentada rudimentariamente sobre un mar traslúcido de varios verdes y azules. Aunque yo guardo ese instante como uno de los más extraordinarios de mi reciente visita a Santa Cruz del Islote, una diminuta isla del Caribe de Colombia, allí es una escena de la vida cotidiana.Con poco más de una hectárea de extensión y alrededor de 500 habitantes, el sitio contrasta de manera fascinante con sus vecinas del Archipiélago de San Bernardo, del que hace parte, siete islas de manglar agreste, playas blancas y pocos habitantes.Santa Cruz del Islote, en cambio, está completamente urbanizado y además de los isloteños, alberga 150 gallos de pelea, 40 perros, dos acuarios donde hay un tiburón nodriza hembra —y cuando yo pasé por ahí, su cría recién nacida—, 8 tortugas de carey gigantes y otras decenas de manta rayas y peces grandes.Hay cuatro calles principales pero no hay carros ni motos,aunquehay botes por todas partes, amarrados flotando sobre el mar o sobre los patios de cemento de las casas.
Una isla artificial
Y hay aún algo más: Santa Cruz del Islote fue construida por el hombre. Es la isla artificial más densamente poblada del mundo.Para llegar hay que hacer un viaje de una hora en barco desde la pequeña ciudad de Tolú o de dos horas desde la famosa Cartagena.Muchos niños
En el islote tuve la impresión de que es la isla más juvenil que he visitado. Efectivamente, el 60% de la población de Santa Cruz del Islote son niños y adolescentes. Hay grupos de jóvenes conversando y oyendo música a todo volumen en los callejones y niños de todas las edades que corren por cada rincón, saltan lazo, juegan fútbol o practican boxeo. Hay niños pescando, nadando, remando sobre tablas de madera o flotadores; hay niños aprendiendo pesca submarina con adultos y nadando con las tortugas o el tiburón entre los acuarios; hay niños jugando con los perros o los gallos de pelea que están amarrados por ahí; hay niños muy chiquitos que le charlan a todo turista sobre el islote, que saben dónde está el adulto que uno está buscando… En las noches juegan dominó y los sábados hay peleas de gallos, una actividad que atrae a los adolescentes."Nunca cambiaría el islote"
Adrián representa muy bien esa nueva generación de isloteños con los que hablé. Comparten el sueño salvar las especies, limpiar la isla, diseñar un sistema de turismo ecológico, terminar el bachillerato y, ojalá, algún día irse a estudiar una carrera. Aunque pareciera que no muchos planean emigrar para siempre."Mi meta principal es terminar el bachillerato y luego estudiar ingeniería ambiental, pero nunca cambiaría el islote por ningún otro lugar", pondera Adrián. "La isla la ven de afuera como si fuera un peñoncito, pero el islote es un lugar único transformador e inolvidable". "Y la gente que viene a San Bernardo nunca se va yendo la misma persona".Noticias relacionadas