Fue una protesta pacífica durante la mayor parte del día, pero concluyó con fuertes disturbios en el centro de Río de Janeiro.
La primera huelga general en más de 20 años en Brasil fue convocada por los sindicatos en contra de una propuesta del gobierno del presidente Michel Temer para reformar el sistema de pensiones.
Muchos ciudadanos se quedaron en sus casas, mientras las tiendas, bancos y escuelas permanecieron cerrados.
Sin embargo, en el centro de Río de Janeiro las tensiones se elevaron con autobuses y autos quemados, cierres de calles y tiendas destrozadas.
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El presidente Temer dijo que lamentaba los incidentes, pero destacó que insistirá en seguir adelante con sus "esfuerzos para modernizar el país".
Agregó que los trabajadores y el gobierno se esfuerzan juntos para sacar al país de la "peor recesión de su historia".
Los sindicatos, por su parte, aseguran que serán los más pobres quienes cargarán con el costo de la reforma, que incluye retrasar la edad de jubilación y reducir otros beneficios.
Según el gobierno, esos cambios son necesarios para evitar el colapso del sistema de pensiones.
Los efectos de la protesta se sintieron en todo el país.
Muchas vías fueron bloqueadas en Sao Paulo, Río y otras ciudades.
Durante la tarde, manifestantes de oposición participaron en concentraciones para protestar contra el plan del gobierno.
En Río, algunas de las protestas derivaron en actos violentos. Policías y manifestantes intercambiaron gases lacrimógenos y piedras.
De acuerdo con el diario O’Globo, ocho autobuses fueron incendiados.
En Sao Paulo, la ciudad más grande del país, miles de manifestantes marcharon frente a la residencia privada de Temer y fueron dispersados con gases lacrimógenos.
De acuerdo con el gobierno, la protesta no tendrá efectos sobre los planes de reforma.
A inicios de esta semana, una votación en el Congreso le dio a Temer un claro respaldo para seguir adelante con sus planes.
Según Daniel Gallas, corresponsal de la BBC en Sao Paulo, este ha sido el sello distintivo del actual gobierno: un presidente muy impopular en las calles que, sin embargo, es capaz de conseguir que las cosas salgan adelante en el Congreso.
Temer asumió la presidencia hace un año, cuando la entonces presidenta Dilma Rousseff fue suspendida por el Congreso para ser sometida a un proceso de impeachment.
En septiembre pasado fue juramentado oficialmente como presidente, luego de que el Senado destituyó a Rousseff, para cumplir lo que resta del periodo presidencial hasta diciembre de 2018.