Las baldosas de la pared de la cocina de Regina Lucia Rodrigues da Silva, en el apartamento recién hecho que le dio la alcaldía de Río de Janeiro hace un año, se están despegando. "Están flojas", dice. Se caen.

"Voy a llamar a Dilma para que las venga a pegar", bromea la mujer de 48 años de edad que antes vivía en la favela de Rocinha.

Su nueva casa está en el Bairro Carioca, un complejo de vivienda pública que inauguró la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el 7 de junio de 2012 en la segunda ciudad más grande de Brasil.

"Esta infraestructura supera la de muchos barrios de las clases altas", dijo la mandataria ese día. Eran 460 los apartamentos que se inauguraban; 1.780 los que estaban por inaugurarse.

Ha pasado un año y la mayoría de los edificios siguen vacíos, según constató BBC Mundo en una reciente visita. Unos inmuebles fueron saqueados y algunos residentes están descontentos.

Un barrio nuevo

La ciudad anfitriona de algunos encuentros del Mundial de fútbol en 2014 -entre ellos la final- y de los Juegos Olímpicos en 2016 ha vivido diferentes cambios durante los últimos dos o tres años.

Una de las prioridades de su alcalde, Eduardo Paes, electo en 2009, ha sido transformar las favelas -aquellos barrios de invasión famosos por sus pendientes, pandillas y densidad poblacional- en ciudadelas formales.

Y cuando la opción no es transformarlas, la idea es acabar con ellas.

El Bairro Carioca será el receptor de muchas de las familias que salgan de las favelas. Hasta ahora han llegado unas 2.200 personas, pero se esperan alrededor de 10.000.

Residente de Bairro Carioca

Benedita Marques tuvo que mudarse a otra favela, después de que el sorteo de Bairro Carioca no la favoreciera.

No es el único complejo habitacional con ese objetivo, pero sí es "el más especial" -como manifiesta a BBC Mundo la portavoz de la alcaldía Celia Abendl- "porque a diferencia de los otros, no está en un suburbio".

Además de 112 inmuebles de cuatro pisos cada uno, el Barrio Carioca alberga escuelas, una clínica, un gimnasio y un centro comercial.

Los edificios son todos del mismo corte, pintados en colores crema. Los separan calles cuadriculadas que forman un área de 125.000m2. Cables de electricidad cruzan el cielo de un poste a otro.

Lo que era antes un barrio industrial, ahora pretende convertirse en una concurrida zona residencial al norte del centro de la ciudad y al pie de la estación de metro y tren, que está a cinco minutos.

En deterioro

Pero Regina, que fue una de las afortunadas cariocas que ganó el sorteo para quedarse con una de las unidades habitacionais, es una de aquellos que no están satisfechos con el Bairro Carioca.

Se queja de la calidad de los apartamentos, de que las paredes están pintadas con cal. Y cuenta -riendo- que varios de sus vecinos han cambiado las puertas para sentirse más seguros.

En su recorrido por el lugar, BBC Mundo encontró los camerinos del gimnasio saqueados y destrozados. Había preservativos usados y excremento en el piso. Por fuera, las rejas fueron despedazadas.

Gimnasio del Bairro Carioca

El gimnasio del Bairro Carioca fue saqueado.

En el barrio hay agentes de seguridad y la policía tiene su propia caseta, pero para Henrique de Oliveira, un profesor de geografía que hacía el tour el día de nuestra visita, "eso no es suficiente".

"Para que la gente se adapte, debes acompañar estos proyectos con mejoras en la educación y la cultura", señaló mientras observaba que las ventanas de los edificios vacíos han sido quebradas.

Es una apreciación que BBC Mundo le manifestó a Pierre Batista, director de la Secretaría Municipal de Vivienda de la alcaldía, quien replicó que "por eso tenemos una política social de acompañamiento, para que la gente se adapte a sus nuevas casas".

Regina, sin embargo, dice que solo ha hablado con los representantes de la alcaldía una vez. Y fue para reclamar por las baldosas.

Polémica más amplia

Según el Instituto Brasileiro de Geografía e Estadística, más de 11 millones de brasileños viven en favelas, de los cuales 16% están en São Paulo y 14% en Río, la ciudad que más vivienda genera al año en el país.

El alcalde Paes quiere formalizarlas todas para 2020, porque, según Batista, "las favelas carecen de dignidad, de calidad de vida; no dan oportunidad de mejorar, viven en condiciones mínimas, sin luz, sin agua".

Benedita Marques, una vecina de Regina en Rocinha que no obtuvo un apartamento y tuvo que mudarse a otra favela, no está de acuerdo: "Nos sacaron porque supuestamente estábamos en peligro, pero nosotros nunca sentimos ese peligro; vivíamos felices en la comunidad".

Apartamento del Bairro Carioca

Las puertas de los apartamentos del Bairro Carioca no dan confianza a los residentes, que decidieron cambiarlas.

A lo que Regina añade: "preferimos vivir con traficantes que con policías".

La idea del alcalde de formalizar las favelas no es bien recibida por muchos activistas urbanos. Para ellos, "formalizar" se usa como un eufemismo de "remover".

Según la urbanista Theresa Williams, quien dirige el popular blog Rio On Watch, la política del gobierno local para recibir el Mundial y los Olímpicos se desprende de la naturaleza histórica y cultural de Río.

"Pensamos que las favelas son barrios de invasión, pero tienen tanto contenido histórico que se han convertido en algo que no es para nada provisional", le dice a BBC Mundo. "Es una espacio consolidado, mucho menos precario de lo que se cree, que la gente ha construido con sus propias manos".

La activista estadounidense y brasileña cree que mientras la política urbana no incorpore las características de las favelas y las prioridades de la gente en el diseño de los nuevos espacios, "va a haber una desconexión entre visión y realidad".

"La gente -dice- se va a sentir engañada". Tal como se siente Regina cuando habla de su nueva casa: como si estuviera en el lugar equivocado.