"Qué bajo cayó el presidente Obama al pinchar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral".
Así lo aseguró el mandatario estadounidense, Donald Trump, este sábado.
Lo hizo por una vía en la que se ha vuelto habitual en el republicano, a través de Twitter, y sin mencionar prueba alguna que respaldara su acusación.
Y ahora, varias voces le están pidiendo precisamente eso, evidencias.
El último en hacerlo ha sido un miembro de su propio partido, el senador republicano Ben Sasse.
Sasse tildó de "graves" los señalamientos del presidente sobre su predecesor, el demócrata Barack Obama, y le pidió que diera más detalles de lo ocurrido según él y que explicara cómo llegó a descubrirlo.
""¡Terrible! Acabo de enterarme de que Obama tenía mis 'comunicaciones intervenidas' en la Torre Trump justo antes de la victoria. No se encontró nada. ¡Esto es McCarthyismo!", tuiteó también Trump a las 6:30 del sábado desde su casa descanso en Florida, citando la persecución a comunistas en EE.UU. liderada por el senador Joe McCarthy en los años 50.
Y sumó a lo escrito dos tuits más del estilo.
Un portavoz del ya exmandatario, Kewin Lewis, aseguró inmediatamente que las acusaciones eran "simplemente falsas".
"Uno de las reglas cardinales de la administración Obama era que ningún funcionario de la Casa Blanca podía interferir en una investigación independiente dirigida por el Departamento de Justicia", añadió, dejando con ello abierta la posibilidad de que haya habido ya una indagación judicial sobre el tema.
Asimismo, Ben Rhodes, quien fuera el consejero en política exterior y quien le escribía los discursos, se refirió a la cuestión en Twitter.
"Ningún presidente puede ordenar que se pinche ningún teléfono. Las restricciones como esa se implementaron para proteger a los ciudadanos de gente como tú", escribió, refiriéndose a Trump.
Y es que, de acuerdo a las leyes estadounidenses, la intervención de teléfonos sólo se puede aprobar bajo el supuesto de que el objetivo es un agente de una potencia extranjera sospechosa.
Los cuatro tuits del presidente de EE.UU. acusando a su antecesor fueron publicados luego de que el presentador de radio conservador Mark Levin hablara de las tácticas de "estado policial" del gobierno de Obama para intentar socavar la campaña electoral de Trump.
Ante esto, varios demócratas han sugerido que la intención del republicano con estos mensajes es desviar la atención de los señalamientos sobre los crecientes vínculos entre su administración y Rusia.
Mientras el gobierno de Trump es atormentado por un constante goteo de revelaciones sobre sus lazos con funcionarios rusos durante y después de las elecciones del año pasado, el presidente aparentemente ha identificado a la figura malévola detrás del escándalo: Barack Obama.
Según Trump, el culpable de entrometerse en la campaña electoral estadounidense es el expresidente de EE.UU. y no Rusia. Obama, afirmó Trump, es quien merece ser investigado.
El martes Trump dio una entrevista en la que acusó a Obama y a "su gente" de orquestar las recientes protestas políticas en todo EE.UU. y de estar detrás de las filtraciones del gobierno que han avergonzado a la Casa Blanca.
Hay escasa evidencia que respalde estas acusaciones, pero señalamientos como estos encajan dentro de un patrón. Los momentos de mayor agudeza de Trump suceden cuando se opone a alguien percibido como un antagonista, ya sea Jeb Bush en las primarias republicanas, Hillary Clinton en las elecciones nacionales u Obama ahora.
Trump está regresando a su papel político favorito, algo que surge como una necesidad debido a la presión que está ejerciendo el Partido Demócrata en Washington D.C.
Este podría ser el comienzo de un esfuerzo por enturbiar las aguas ante cualquier investigación que se aproxime, convirtiéndola así en una cuestión partidaria.