Argentina tiene reservas internacionales superiores a US$41.000 millones. Un desempleo de 6,9%. Una actividad económica que creció 3,2% entre enero de 2012 y el mismo mes de 2013. Una balanza comercial positiva, y una deuda pública de 40% del PIB, muy inferior a la de los principales países europeos que es el doble.

Todos números -basados en cifras oficiales- que normalmente satisfacería una evaluación ortodoxa o liberal sobre la economía de un país.

Sin embargo, Argentina es uno de los países que menos confianza transmite en los mercados financieros, si se considera la percepción de riesgo que se le estima a su deuda soberana.

Según datos de esta semana de Bloomberg, el costo para asegurar la compra de deuda soberana en los mercados es más alto para Argentina que para cualquier otro país del mundo.

El indicador, llamado credit default swaps, coloca a Argentina en 3,500 puntos básicos. Esto significa que por cada US$10 millones en bonos de deuda soberana argentina que se compren, el costo de asegurarlo contra una posible cesación de pagos es de unos US$3,5 millones.

El segundo en esta tabla es Chipre, un país actualmente sumergido en el colapso financiero a raíz de la imposibilidad manifiesta de pagar su deuda externa y que ha incluso recurrido al corralito para impedir una desbandada de capitales.

El costo para asegurar US$10 millones de deuda soberana chipriota esta semana fue de US$900.000, casi tres veces menos que lo que cuesta hacerlo con la argentina.

¿Cómo es que Argentina es considerada un lugar más riesgoso que Chipre, que acaba de entrar en una profunda crisis financiera con cesación de pagos y corralito?

La respuesta se encuentra en un juicio actualmente en curso en Nueva York, entre bonistas de deuda no paga argentina y la propia nación sudamericana.

"Buitres"

Tenedores de bonos de la firma NML Capital -propiedad del magnate estadounidense Paul Singer- buscan que una corte neoyorquina obligue al Estado argentino a pagarles papeles de la deuda que compraron y que entró en cesación de pagos en 2001, como parte del mayor default de deuda soberana de la historia.

Tras años de idas y venidas, en octubre pasado el juez Thomas Griesa falló a favor de los bonistas y ordenó pagarles 100% de lo adeudado, pese a que más de 90% de los tenedores de dichos bonos aceptaron canjearlos en 2005 y 2010 por nuevos papeles ofrecidos por el gobierno argentino (aunque con una quita de más de 60% del capital).

Cristina Fernández de Kirchner

La presidenta argentina asegura que se honrarán las deudas, pero no favorecerá a los "buitres".

El fallo ha sido criticado por el propio gobierno estadounidense ya que puede poner en riesgo futuras reestructuraciones de deuda soberana, al pagarle a los bonistas que buscaron su pago mediante un tribunal desestimando cualquier oferta de reestructuración de pagos.

Argentina ha apelado dicha decisión del juez Griesa, pero sin suerte. Y este viernes se cumple el plazo fijado por la corte de Nueva York para que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner explique cómo piensa pagar.

Aunque la mandataria argentina ha reiterado que su país cumplirá con los pagos previstos a acreedores, también aclaró que no dará preferencias a los bonistas que acudieron a la vía judicial -a los que llama "fondos buitres"- por encima de aquellos que aceptaron el canje.

"Es una situación complicada. Se espera que el gobierno argentino ofrezca las mismas condiciones de los canjes que los fondos buitres ya rechazaron en años anteriores. Por lo que al no haber una solución de pago, esto coloca a Argentina al borde de un default técnico", dice a BBC Mundo el economista Matías Tombolini, docente de la Universidad de Buenos Aires.

El default técnico se puede hacer efectivo si la corte de Griesa hace cumplir el pago de 100% de la deuda de los demandantes, unos US$1.300 millones, mediante el embargo de los fondos que transfiere el gobierno argentino trimestralmente al Banco de Nueva York para el pago a tenedores de bonos que sí aceptaron el canje.

Si ocurre tal embargo, Argentina no cumpliría con el pago entrando en efecto en default.

"Y la consecuencia de esto no afecta en lo inmediato porque Argentina no participa del mercado internacional de crédito, pero sí encarece en el mediano plazo el crédito para empresas privadas que deseen invertir en el país", dice Tombolini.

Desde octubre pasado esta disputa judicial tiene a los mercados especulando con un posible default argentino, lo que incrementó su percepción de riesgo entre los inversionistas.

Para el gobierno de Fernández de Kirchner, detrás de dichas especulaciones hay intereses financieros de cobrar los mencionados seguros por cesación de pago.

¿Venganza?

Desde 2001, cuando el gobierno de siete días de Adolfo Rodríguez Saa decretó la suspensión de pagos de la deuda externa, Argentina inició un proceso de desendeudamiento sobre todo a partir de la presidencia de Néstor Kirchner en 2003.

Costo del seguro de deuda

Los cinco países más costosos para asegurar deuda soberana -con credit default swaps-, a cinco años, son:

  • Argentina: 3519
  • Chipre: 901
  • Venezuela: 704
  • Ucrania: 573
  • Líbano: 428

* Todos los valores en puntos básicos, al 25 de marzo, 2013.

Tal política llevó, por ejemplo, al pago total de acreencias con el Fondo Monetario Internacional.

Esto además se complementó con la reforma de la legislación del Banco Central de la República Argentina -impulsada por el Ejecutivo- para empezar a usar las reservas internacionales para pagar deuda, y eliminar como objetivo único el control de la inflación y ampliar la política monetaria a objetivos más sociales.

En sí, un abandono de la ortodoxia económica por la heterodoxia.

Para algunos en Argentina ello se tradujo en una suerte de venganza de los mercados que no sólo no perdonaron el default de 2001, y las consecuentes reestructuraciones con quitas de capital de más de 60%, si no además el presunto abandono de la políticas más liberales.

Y esta "venganza", dicen los que sostienen esta teoría, se refleja en el riesgo país o los credit default swaps.

"El riesgo país sigue ubicado en niveles muy elevados sin influencia relevante en el funcionamiento diario de la economía doméstica, revelando así que sólo es un índice de utilización política del mundo financiero, puesto que los indicadores de deuda argentinos son muy sólidos en relación con el PBI, reservas internacionales, sector externo y horizonte de vencimiento", escribió en febrero el economista Alfredo Zaiat, autor del libro Economía a Contramano.

En cambio, el economista Matías Tombolini descarta la hipótesis de la venganza.

"Si los mercados se vengaran por un default pasaría lo mismo con Grecia o Chipre y no es así", señaló.

Según Tombolini Argentina tenía el mismo riesgo país que Brasil en 2005 (menos de 200 puntos básicos en ese entonces, comparado a los 1.400 de hoy en día).

"Pero todo cambió con la intervención del Indec (el cuestionado organismo que publica las estadísticas oficiales, intervenido en 2006)", señaló.

Desde entonces hay una gran disparidad entre la inflación oficial (de 10,8% actualmente) y la de analistas privado (más de 20%). Y sindicatos y empresas suelen usar las cifras privadas a la hora de negociar aumentos salariales cada año.

Publicaciones como The Economist dejaron de usar la cifra oficial, y el FMI incluso censuró a Argentina por lo que llamó cifras "poco creíbles".

"Y la clave es que Argentina emite deuda que paga rendimientos según la inflación oficial, puede haber cuestionamientos (entre algunos inversionistas) quienes creen que deberían ganar más dinero", señaló Tombolini.