El Senado en México aprobó una controvertida y extensa reforma al sector energético del país que hasta ahora ha permanecido firmemente controlado por el Estado.

La reforma, que fue aprobada por 95 votos a favor y 28 en contra, mantendrá el crudo en manos del Estado pero, lo más crucial, permitirá la interevención de compañías energéticas privadas y extranjeras.

El gobierno afirma que la reforma es clave para apuntalar la estancada producción de hidrocarburos y dar un nuevo impulso a la segunda mayor economía de América Latina y décima productora mundial de crudo.

Pero quienes se oponen acusan al gobierno de renunciar a la soberanía de los recursos naturales del país.

La reforma deberá ahora ser aprobada por la Cámara de Diputados.