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Sessions ha combatido los intentos de reforma migratoria para regularizar a los sin papeles.

Quienes cuestionaban la candidatura presidencial de Donald Trump por su dura posición sobre temas migratorios, incluyendo su promesa de deportar a millones de indocumentados, ahora tienen más pruebas de que el magnate no hablaba a la ligera.

El presidente de Estados Unidos propuso para el cargo de fiscal general al senador republicano Jeff Sessions, conocido por su abierta oposición a todo tipo de inmigración.

Y el Senado lo confirmó este miércoles por 52 votos contra 47 tras un agrio debate marcado por la censura a la senadora Elizabeth Warren.

Un entusiasta defensor de construir el famoso muro en la frontera con México, no sólo se opone a la inmigración ilegal.

Sessions también se ha mostrado crítico con los programas para otorgar visados a trabajadores extranjeros destacados en el ámbito de la ciencia, las matemáticas y la alta tecnología.

"La inmigración legal es la principal fuente de inmigrantes de bajos salarios a Estados Unidos. En otras palabras, como una cuestión de política federal, millones de trabajadores extranjeros de bajo salario son puestos legalmente a disposición para sustituir a los estadounidenses con salarios más altos", escribió en un artículo publicado sobre el tema de The Washington Post en abril de 2015.

"Lo que necesitamos es contención en la inmigración: aminorar el ritmo de los nuevos ingresos para que los salarios puedan subir, poder reducir el número de personas que reciben asistencia social y las fuerzas de la asimilación nos unirán más entre nosotros", agregó.

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Sessions fue uno de los primeros senadores republicanos en apoyar a Trump.

Desde que llegó al Senado en 1997, ha rechazado las iniciativas que han incluido alguna posibilidad de crear un camino hacia la regularización de los inmigrantes que entraron o permanecieron en Estados Unidos sin permiso legal para ello.

No en vano, la revista conservadora National Review lo catalogó como "el peor enemigo de la amnistía" para los inmigrantes.

Durante la campaña electoral, Sessions defendió a Trump cuando propuso prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos y, tras ello, se opuso a una resolución en el Senado que declaraba que no se debía impedir la entrada al país a ninguna persona por motivo de su religión.

Su temprano respaldo a Trump, otorgado en febrero en plena campaña de primarias, lo convirtió en uno de los asesores más próximos al nuevo presidente, especialmente en temas de inmigración y de seguridad nacional.

El fantasma del racismo

Si Barack Obama nombró a Eric Holder, el primer afroestadounidense en el cargo de fiscal general, la elección de Trump es alguien que desde hace unos 30 años, las acusaciones de racismo han perseguido a Sessions.

En 1986, siendo fiscal en el estado de Alabama, un comité del Senado rechazó su nombramiento como juez federal después de que sus excolegas lo acusaran de racismo y afirmaran que hacía bromas diciendo que el Ku Klux Klan le había parecido bien "hasta que descubrió que fumaban marihuana".

"No soy racista. No soy insensible ante los negros", intentó defenderse Sessions ante el comité del Senado, recalcando que lo del Ku Klux Klan no era más que una broma.

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En el Senado, Sessions fue un duro opositor de las propuestas del gobierno de Barack Obama.

"El racismo es completamente inaceptable en Estados Unidos. Todo el mundo necesita ser tratado con justicia y objetividad", dijo Sessions en julio pasado a The Washington Post.

Conservador duro

Las posiciones polémicas de Sessions van más allá del tema migratorio o de su supuesto racismo.

No conforme con oponerse al cierre del penal de Guantánamo en Cuba, el senador republicano votó en contra de una legislación que buscaba prohibir "el trato cruel, inhumano o degradante" de los prisioneros.

También es un escéptico ante el tema del cambio climático y un adversario declarado del matrimonio homosexual.

Una vez confirmado como fiscal general, Sessions estará en una posición que le permitirá influir sobre la situación de los derechos y las libertades civiles, así como sobre la inmigración en Estados Unidos.

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Sessions es un defensor de la propuesta de Trump de construir un muro a lo largo de la frontera con México.

Pese a ello, Sessions ha sido capaz en el pasado de cruzar la frontera partidista en el Senado y ha llegado a apoyar a los demócratas en temas como una propuesta para limitar de forma estricta los gastos federales no relacionados con la defensa.

También es conocido por ser un hombre amable y, al parecer, es muy popular en su natal Alabama donde ganó sus consecutivas reelecciones en el Senado con, al menos, 59% de apoyo.

Poco consuelo para quienes vieron con buenos ojos las políticas impulsadas durante el gobierno del presidente Barack Obama en temas de derechos y libertades civiles, y que ahora temen que su aplicación con Sessions en la Fiscalía pueda sufrir retrocesos.