Es la 18va economía más grande del mundo y uno de los aliados más importantes de Occidente: el estratégico guardián de la puerta a Oriente Medio.
Y este domingo, Turquía —eternamente dividida entre su lado más secular y europeo y un interior más conservador, que profesa la fe islámica— acude a las urnas para una votación histórica.
En el papel, el referendo constitucional convocado por el presidente Recep Tayyip Erdogan le da a los turcos la posibilidad de elegir entre un sistema de gobierno presidencialista y uno parlamentario.
Pero en la práctica, el voto va mucho más allá.
En palabras del corresponsal de la BBC en Estambul, Mark Lowen, "Turquía está llamada a decidir qué tipo de país quiere en el futuro".
La decisión seguramente tendrá consecuencias más allá de sus fronteras.
BBC Mundo te explica en 4 claves por qué el referendo de este 16 de abril es una de las votaciones más importantes en la historia de Turquía. Y por qué debería importarte.
1. Qué se vota en el referendo
Desde su fundación, en 1923, la moderna República de Turquía ha tenido un sistema de gobierno fundamentalmente parlamentario.
Pero Recep Tayyip Erdogan ahora propone abolir el cargo de primer ministro, que él ejerció de 2003 a 2014, y concentrar la jefatura de Estado y la de gobierno en el puesto que ostenta desde hace casi tres años: el de presidente.
La presidencia que propone Erdogan tendría además amplísimos poderes, incluyendo la posibilidad de crear leyes por decreto y la de disolver el parlamento.
El mandatario también podría nombrar directamente a ministros y jueces, sin necesidad de confirmación parlamentaria.
Además, el parlamento vería drásticamente limitados sus poderes para investigar o suspender al presidente.
El mandatario ha dicho que la reforma le permitiría a Turquía tener un gobierno más fuerte, decisivo y estable.
Erdogan ya ha estado ejerciendo muchos de esos poderes bajo el estado de emergencia decretado luego del fallido intento de golpe de Estado de julio del año pasado.
Sus críticos, sin embargo, sostienen que una victoria del "Sí" acabaría completamente con el sistema de contrapeso necesario para una verdadera democracia.
Y muchos de los que acusan a Erdogan de actuar de forma cada vez más autoritaria temen que la reforma empeoraría todavía más la situación.
Por eso, en opinión de Lowen, "la decisión del domingo se ha convertido, en la práctica, en un referendo sobre Erdogan y la Turquía que ha moldeado a su imagen y semejanza".
2. Cómo es la Turquía de Erdogan
Según Lowen la Turquía de Erdogan es "un país ferozmente nacionalista, conservador y actualmente asediado por múltiples problemas".
"Un país antes estable ahora es blanco de ataques. Su rápido crecimiento económico se ha estancado. Decenas de miles de personas fueron arrestadas luego del fallido golpe. Sus esperanzas de entrar a la Unión Europea se están evaporando", resume.
El balance, sin embargo, no es necesariamente todo negativo.
Turquía es ahora una de las 20 mayores economía del mundo y nuevas escuelas, hospitales, carreteras y otros gigantescos proyectos de infraestructura han transformado positivamente la vida de millones de turcos.
Bajo el gobierno de Erdogan, la clase media ha crecido considerablemente, con los más pobres accediendo a cada vez más oportunidades.
Pero Turquía también está más polarizada que nunca.
De hecho, una de las transformaciones más significativas tal vez sea que el lado más conservador y religioso de Turquía, que se sintió olvidado durante décadas, encontró a su paladín en al actual mandatario.
Eso indudablemente le preocupa a los guardianes del secularismo turco, que vieron como Erdogan abolió en 2013 la prohibición de vestir velo islámico en las instituciones públicas y más recientemente impuso mayores restricciones para la venta de alcohol y la práctica de abortos.
Para sus simpatizantes, como Mehmet Meral, Erdogan "es uno de nosotros… habla nuestro idioma, puede ponerse agresivo, como nosotros, y le dice al mundo lo que le queremos decir", como le dijo a la BBC, en Riza, la remota zona de Anatolia la que proviene la familia del mandatario.
Mientras que para personas como Oget Okten Tanor, una profesora emérita de la Universidad de Estambul -castigada a sus 82 años por firmar una petición para acabar con las operaciones militares en territorios kurdos- Erdogan es lo peor que le ha pasado al país.
Tanor tuvo que abandonar Turquía y salir al exilio después de un golpe de Estado en 1971.
"E incluso entonces estábamos mejor, porque había un poder judicial en el que se podía confiar, cortes civiles con las que podías contar", asegura.
"Ahora todas están bajo la presión del gobierno y no hay separación de poderes", le dijo a la BBC.
Cerca de 160.000 personas, acusadas de vínculos con el Movimiento Gülen, fueron detenidas luego del intento de golpe de Estado, y muchas más fueron despedidas de ministerios, escuelas, el ejército o la policía.
Turquía también recuperó recientemente el poco honroso título de país del mundo con más periodistas arrestados.
3. Qué factores van a decidir el resultado
El referendo va a ser un gran examen de la popularidad de Erdogan, un hombre que, en palabras de Lowen, es reverenciado por sus simpatizantes a un nivel "que no tiene par en el mundo democrático".
"Pero ese nivel de devoción sólo es igualado por el profundo odio que inspira en la otra mitad de este país profundamente dividido", advierte el corresponsal de la BBC.
Coherentemente, la mayoría de las últimas encuestas arrojan un empate técnico entre el "Sí" y el "No", con no más de un par de puntos de ventaja para la propuesta del presidente.
Y esto en un contexto en el que Erdogan no ha dudado en tildar a los simpatizantes del "No" de "traidores" y "terroristas".
Así las cosas, temas como la seguridad y la economía podrían terminar siendo decisivos.
Durante la campaña, por ejemplo, Erdogan ha insistido en que mayores poderes le permitirían ser más efectivo en la "lucha contra el terrorismo".
En los últimos dos años, cerca de 30 atentados en Turquía ha dejado unos 500 muertos.
La creciente inestabilidad del país es fuente de preocupación en la Unión Europea, con quien Turquía tiene fronteras marítimas y terrestres.
Los opositores de Erdogan, sin embargo, creen que la creciente inseguridad es en buena medida resultado de su apoyo a facciones islamistas.
Algunos hasta lo acusan de haber maniobrado para acabar con el cese de fuego con el movimiento independentista kurdo, PKK, -un importante factor en el aumento los atentados- para consolidar detrás suyo al voto nacionalista.
El fin del cese del fuego, en julio de 2015, reactivó un conflicto que ha dejado más de 40.000 muertos desde la década de 1980.
El sureste de Turquía ahora vive asolado por toques de queda, operaciones militares y una guerra urbana que ha dejado 2.000 muertos en los últimos dos años.
El impacto del aumento de la inseguridad, sin embargo, se ha hecho sentir en todo el país. Y ha golpeado particularmente duro a la economía, especialmente al sector turístico.
Efectivamente, Turquía pasó de ser el sexto país más visitado del mundo en 2014, con 42 millones de visitantes, a recibir nada más 25 millones de turistas el año pasado.
Esa es una de las razones por las que la economía se está contrayendo por primera vez desde 2009, la moneda se ha devaluado y el desempleo ya supera el 12%.
"Empecé aquí cuando tenía 18 años y estos es lo peor que hemos estado jamás", le dice a la BBC Erol Avci, un empleado de una tienda del emblemático Gran Bazar de Estambul, de 57 años.
"Las ventas han caído un 80%. No ganamos nada", se lamenta.
Para Alper Balli, del servicio turco de la BBC, aunque no todos culpen a Erdogan por el estado de la economía, "si hay un precio que pagar por la situación, él es el que va a pagarlo".
Aunque Balli asegura que es imposible predecir el resultado.
"Cualquiera que gane, va a ganar por una nariz", le dice a BBC Mundo.
Así las cosas, el fiel de la balanza podrían ser los turcos que viven en el extranjero, por quienes Erdogan tuvo duros cruces de palabras con varios países de la Unión Europea.
Varios países de la UE, empezando por Holanda, prohibieron la participación de ministros de Erdogan en actos proselitistas a favor del "Sí".
Y el mandatario turco respondió llamándolos "fascistas" y "nietos de nazis".
Esta confrontación podría haber acabado definitivamente con las aspiraciones de Turquía de ser admitido como miembro de la Unión Europea.
Pero, según Alper Balli, el análisis de algunas encuestas sugiere que la misma podría terminar favoreciendo a Erdogan en el referendo.
4. Qué va a pasar después
Una victoria del "Sí" fortalecería muchísimo a Erdogan, virtualmente garantizando su continuidad en el cargo -y la inmunidad que eso conlleva- hasta 2029.
Pero, sobre todo, lo investiría con unos poderes sin precedentes en la historia moderna de Turquía.
Muchos creen que eso le permitiría profundizar las transformaciones ya iniciadas bajo su mandato, lo que alejaría cada vez más a Turquía de la Europa secular para acercarla al religioso Medio Oriente.
Pero tampoco faltan quienes consideran que, una vez alcanzado su propósito, el mandatario podría recuperar el tono más conciliador de sus primeros años y buscar alianzas para salir de la crisis.
Una victoria del "No", por su parte, tampoco implicaría el final de Erdogan, aunque indudablemente fortalecería a la oposición.
Y, sobre todo, le abriría una oportunidad al cambio político.
El referendo, sin embargo, no terminará de resolver la tensión entre las dos Turquías.
Pero dará una buena idea de cuál de ellas está ganado la batalla por definir el futuro del país.