Marcelo Ríos

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El chileno Marcelo Ríos fue el primer tenista latinoamericano en llegar a ser el número 1 del mundo.

Ni en el momento más exitoso de su carrera, en el que su elogiado talento dio pie al hito de convertirse en el primer latinoamericano en ser el número 1 del tenis en el mundo, el chileno Marcelo Ríos dejó de ser él mismo.

Fue hace 20 años, cuando el "Chino" venció de manera categórica en tres sets al estadounidense Andre Agassi en la final del entonces conocido torneo Lipton, en Cayo Vizcaíno, Florida, logrando el que en su momento había sido el mayor éxito del deporte chileno.

Pero su rostro apenas esbozaba una sonrisa.

Marcelo Ríos

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Ríos llegó a la cima oficialmente el 30 de marzo de 1998 luego de vencer el día anterior a Andre Agassi en el torneo Lipton en Miami.

Es verdad que tiró su raqueta a la grada, levantó los brazos y ondeó la bandera de su país, pero al cabo de unos segundos, durante la ceremonia de premiación, no hubo nada que permitía diferenciar quién había sido el ganador del partido.

"Es algo, en verdad, realmente bueno, realmente grande", fueron algunas de las escuetas palabras con las que el chileno expresó lo que sentía tras acabar el reinado de cinco años del estadounidense Pete Sampras y ascender por primera vez a la cima del tenis.

No es casualidad que en el día de la consagración de su talento, Ríos volvió a confirmar su imagen como una de las figuras más enigmáticas que el tenis había visto a lo largo de su historia.

Distante al júbilo que se vivió en Chile y a la admiración que producían los golpes imposibles que lograba en cada partido, al mundo del tenis le costaba entender la irrupción del "zurdo de Vitacura", la zona privilegiada de Santiago en la que creció el jugador chileno.

Marcelo Ríos junto a Andre Agassi

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Sólo por el trofeo uno pudo reconocer al ganador de la final.

Ni los espectaculares tres meses que vivió en los primeros tres meses de aquel 1998, cuando su juego alcanzó un nivel superior al resto de los jugadores en el circuito profesional, fueron suficientes para convencer sobre el verdadero potencial de un tenista tan magnifico como irregular.

Diferente

Con sólo 22 años, Ríos ganó el torneo de Auckland en Nueva Zelanda, llegó a la final del Abierto de Australia frente al veterano checo Petr Korda -quien daría positivo por dopaje ese año en Wimbledon- y fue campeón del torneo de maestros de Indian Wells.

Después de este último torneo, hace 20 años, el reconocido periodista Franz Lidz, de la prestigiosa revista estadounidense Sports Illustrated, escribió un artículo titulado "El tenista más odiado el tenis (…) que desde hace tiempo ha estado en la cima en comportamiento grosero" que luego justificó en un texto de casi 2.000 palabras.

Citó el sentir de jugadores del circuito profesional, mencionó el premio "Limón" que ganó Ríos por años consecutivos como el menos cooperativo en Roland Garros, destacó las palabras del australiano Mark Woodforde, quien vaticinó correctamente que que nunca ganaría un Grand Slam -"porque no posee un gran golpe en su repertorio"- y mostró retazos de su tensa relación con la prensa, confrontación que se mantiene hasta hoy.

La percepción de Lidz tuvo eco en otros países y con el paso de los años. Andrew Longmore, del Independent en Reino Unido, lo describió como "la estrella que necesita un corazón", mientras Martin Johnson, del Telegraph, se refirió al tenista que "sigue siendo número uno en ser odioso".

En 1998 Ríos ganó en total siete títulos y llegó a estar seis semanas en total como número uno. Nunca más pudo volver a ese nivel y a partir de ahí se produjo un progresivo descenso -afectado por la lesiones- que acabó con su retiro en 2004.

Marcelo Ríos

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Más allá de las opiniones sobre su carácter, el "Chino" Ríos fue admirado por su juego.

Luego tuvo un renacer en el circuito de veteranos, donde ganó ocho títulos y completó hasta 25 partidos sin perder, para convertirse en el único en llegar a la cima en las tres etapas de un tenista: juvenil, profesional y seniors.

Legado

Hay consenso en el mundo del tenis que el "Chino" Ríos ha sido uno de los talentos más grandes que ha dado el deporte de la raqueta, pero que condicionado por su fuerte personalidad, de confrontación y hablar directo, puede que también haya sido uno de los más desperdiciados.

"Creo que en mi vida he aprendido a no mirar al pasado, siempre he tratado de mirar al presente", dijo Ríos en una entrevista con BBC Deportes en 2006.

Marcelo Ríos

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Ríos arrasó en el circuito de veteranos y volvió a ser número uno, pero nuevamente las lesiones condicionaron su longevidad.

"Ya lo que fue mi carrera y lo que hice es pasado, entonces no vivo mucho de lo que hice o no hice".

"No me arrepiento de nada de lo que hice en mi carrera. Di siempre lo mejor y es todo lo que pude dar", aseguró.

Nunca se sabrá lo que pudo ser, pero esa no debe ser una razón para no destacar lo más importante, que es lo que fue.

Un tenista que superó su aparente desventaja física –es el número uno más más bajo de la historia– y el hecho de provenir de un país ajeno a grandes triunfos deportivos hasta llegar a ser el mejor del mundo.

Fernando González (izquierda) y Nicolás Massú

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Fernando González (izquierda) y Nicolás Massú consiguieron las únicas medallas de oro olímpicas de la historia de Chile diez años después del debut como profesional de Ríos.

Logro que trascendió y sirvió de inspiración para que Chile viviera el momento importante de su historia: las medallas de oro en tenis de Nicolás Massú y Fernando González en las Olimpiadas de Atenas en 2004.

De allí que pese a los años de peleas, diferencias y acusaciones entre ambos, González reconociera esta semana en la radio chilena ADN que Ríos fue es "sin duda uno de los más destacados, algo muy importante y fue el primer deportista chileno en hacer algo grande en el mundo".


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