Carlos Herranz/Radio Francia Internacional
El escritor peruano atiende a Radio Francia Internacional en estos trágicos momentos que vive Francia, tras el ataque terrorista al semanario satírico Charlie Hebdo. Vargas Llosa alerta sobre la necesidad de defender libertades que creíamos eternas frente a los fundamentalismos que buscan polarizar nuestra sociedad
Consternado porque “quiere a Francia”. Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú 1936) atiende a RFI desde Uruguay, donde se encuentra de visita. Poseedor de los máximos galardones de las letras españolas, el premio Nobel de Literatura en 2010, subraya la importancia de combatir dentro de la legalidad el odio de los fanáticos hacia las libertades que hemos tardado siglos en conquistar. El peruano, que trabajó para el servicio exterior de la radio francesa, teme que el ultraderechista Frente Nacional de Le Pen pueda beneficiarse de la indignación que vive el pueblo francés y no duda sobre la portada que hoy hubiese publicado si fuese el director de un gran periódico: una primera plana con todas aquellas caricaturas alusivas a Mahoma, las más irritantes para los fanáticos,“ésa sería la mejor respuesta”, sentencia. El autor de “La fiesta del chivo” o “La ciudad y los perros” siente que él es hoy también Charlie Hebdo.
Carlos Herranz (RFI): Imagino que usted, una persona tan vinculada a Francia y a la libertad de expresión, siente en estas horas de una forma especial todo lo que está sucediendo en Francia a raíz del atentado contra el semanario Charlie Hebdo…
Vargas Llosa: Sin lugar a duda. Es un acto de barbarie que me ha conmovido. Quiero mucho a Francia, el primer país en el que hubo una carta de derechos del hombre, defendiendo entre otros derechos el de la libertad de expresión, una tradición fuertemente arraigada en Francia. Hay que ver detrás de esta barbarie un odio hacia lo que representa la civilización de la libertad, de la coexistencia pacífica, del derecho de crítica, que es precisamente lo que han querido castigar. Creo que es importante no sólo protestar y exigir un castigo ejemplar a los asesinos, sino, sobre todo, tomar conciencia de que esas libertades, que hacen esa superioridad de la cultura democrática sobre el fanatismo, están hoy en día amenazadas por grupos que están dispuestos a usar las peores formas de violencia para acabar con ellas.
¿Qué respuesta espera usted de la sociedad francesa, incluidos los medios de comunicación en días de luto como éste?
Tengo la impresión de que la reacción ha sido unánime, con la indignación debida. Una reacción muy comprensiva por lo multitudinaria, pero al mismo tiempo creo que puede tener unos efectos políticos muy negativos. Seguramente el Frente Nacional pueda beneficiarse de la indignación. Y seguramente, esto es lo que buscan los fanáticos: polarizar las sociedades occidentales y darle mayor fuerza a los extremistas, que son, a su manera también, enemigos de esas libertades.
¿Usted cree que la estrategia de aislar al Frente Nacional de manifestaciones como la del próximo domingo, de unidad nacional y repudio al ataque, puede ser contraproducente?
No creo que lo puedan aislar. Ha crecido mucho, y es una realidad a la que hay que combatir dentro de la legalidad, con ideas, argumentos, razones…Mostrando que el extremismo no es bueno para la democracia. El extremismo puede acarrear consecuencias funestas; la fragmentación de la sociedad. Los extremistas piensan que estas divisiones debilitan a lo que ellos consideran el “enemigo”.
Decía Stéphane Charbonnier Charb, el director asesinado de Charlie Hebdo, que "hoy hay menos censura que antes, pero la autocensura es más fuerte.” ¿Coincide con el diagnóstico? ¿El mejor triunfo de los fundamentalistas es la autocensura?
Es muy cierto. El crimen busca provocar la autocensura, esa sensación de peligro frente a lo que escriben. Y a esto hay que responder con mayor énfasis y claridad en los principios de la civilización, que son los mismos principios que sacaron al mundo de la barbarie, de la violencia… Creo que es indispensable una movilización en defensa de esas libertades, justamente, ejercitándolas.
La irreverencia y la sátira, ¿deben ponerse algún límite? Y en caso de que así fuera, ¿dónde deben estar?
La irreverencia forma parte de los derechos del ciudadano para expresarse. Es una manera de ejercitar la crítica que tiene un enorme alcance. El humor trasciende a las culturas. Es un derecho a defender. El derecho a criticar no sólo a partidos políticos, a los representantes del pueblo, también a las religiones. El derecho a criticar las religiones debe ser fundamental.
Pero a lo mejor limitar el debate a la libertad de expresión en cuanto a lo que ocurrió ayer sería reducir el ángulo. ¿Intenta el fanatismo apropiarse de ciertas conquistas que nos costaron siglos y que a lo mejor ahora no hemos sabido defender desde nuestros valores?
Hemos dado por hecho que las libertades de las que gozábamos en nuestras sociedades eran eternas, y no es así. El horror ha entrado y el enemigo está en casa. Ahora bien, es importante que esto no nos lleve a limitar nuestras propias libertades pensando que es la mejor manera de defenderse. Todo lo contrario. Sería dar al enemigo la victoria si practicamos la autocensura, por ejemplo con la idea equivocada y demagógica de que hay que respetar incluso lo que tengan de dogmático y de fanático las culturas. Nosotros nos hemos liberado a través de luchas que han durado siglos y que han tenido muchos sacrificados, de esos dogmas. Hemos conquistado unos valores, y eso hay que defenderlo con la máxima energía y firmeza pero siempre dentro de la legalidad, porque eso es lo que nos da superioridad respecto a las culturas totalitarias.
Si usted fuera el director de una gran periódico, ¿Cuál hubiese sido su portada en un día como hoy?
Sin ninguna duda, hubiese reproducido en la primera página todas aquellas caricaturas alusivas a Mahoma, justo las que más han irritado a los fanáticos y asesinos de los caricaturistas de Charlie Hebdo. Esa sería la mejor respuesta. Como dicen los franceses en estas últimas horas , yo ahora también me siento en la necesidad de decir: “Yo también soy Charlie Hebdo”