SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuando Trujillo decidió viajar hasta su natal ciudad de San Cristóbal, cerca de las diez de la noche del 30 de mayo de 1961, no se imaginó que aquella fecha quedaría marcada en memoria del pueblo, como el día en que los dominicanos comenzaron a celebrar con entusiasmo el “El Día de la Libertad”, aunque por indiferencia cómplice se ha jugado al olvido.
Han pasado sesenta años de lo que muchos llamaron “el tiranicidio del 30 de mayo”. La muerte de Trujillo, quien gobernó durante treinta y un años, sometiendo a la población a una política sustentada en el miedo, persecución política, censura a la prensa, tortura de los presidiarios, y sobre todo el crimen a mansalva para imponerse y perpetuarse como mandatario.
Después de seis décadas, todavía el neotrujillismo juega a cambiar la historia, tratando de convertir a las víctimas en victimarios y al dictador en símbolo contrario de lo que realmente fue, lo que obliga al esclarecimiento de lo que significó el más terrible período de sombra vivido por los dominicanos: urge la creación de la Comisión de la Verdad.
El 30 de mayo es una fecha para recordar y celebrar. Aquel martes, en el que un reducido número de hombres se apostó en la carretera Sánchez, que como prolongación de lo que hoy es el Malecón de Santo Domingo, servía de camino hacia San Cristóbal, el sátrapa que gobernó con manos de hierro se encontró de frente con la muerte, que le reclamó las decenas de miles de asesinatos cometidos durante su mandato.
En la conspiración que costó la vida al dictador participaron de manera principalísima: Salvador Estrella Sadhalá , Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Modesto Díaz, Tunti Cáceres Michel, Juan Tomas Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió , Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda, considerados desde entonces héroes de la Patria.
Balaguer dispuso Día de Duelo Nacional
Mediante ley número 5595 del Poder Ejecutivo, publicada en el periódico La Nación del16 de agosto de 1961, se declaró la histórica fecha como “Día de Duelo Nacional, no laborable”, en “tributo a la memora del Generalísimo” y se procedió a colocar en el lugar del atentado un monumento de recordación al dictador.
Piden declarar el 30 de mayo “Día de la libertad”
El 5 de abril de 1962, cuando ya había terminado la dictadura y el país pasaba a ser gobernado por el Consejo de Estado, el periódico El Caribe pareció iniciar una campaña para promover que el día de la muerte del tirano fuera considerado por el nuevo gobierno como una festividad nacional y permanente.
El cintillo insertado en el periódico decía: “Dominicano: Apoya la Idea de Celebrar el 30 de Mayo “Día de la Libertad”.
El pueblo celebró el 30 de Mayo con alegría
La fecha del 30 de mayo, al cumplirse el primer año del tiranicidio en 1962, fue celebrada con actividades festivas a nivel nacional, aunque en algunos lugares antiguos miembros de la desarticulada organización trujillista conocida como “Partido Dominicano”, intentaron impedir las celebraciones.
Por ejemplo, la ciudad de Moca fue escenario de numerosas actividades, entre ellas un acto solemne en que se entregó al Ayuntamiento un óleo de los hermanos De la Maza y de Tunti Cáceres Michel, obra del pintor Virgilio García, mientras que en la capital dominicana se organizó “el desfile del Chivo de la Campana”.
El Parque “Eugenio María de Hostos” sirvió de centro de concentración, en el que miles de capitaleños disfrutaron de concurridas fiestas, con la participación de orquestas bailables y el resonar de las cadenciosas letras de “mataron al chivo en la carretera” y “el pueblo celebra con mucho entusiasmo, la muerte del chivo el 30 de mayo”.
Ese día, en el lugar donde cayó ajusticiado el tirano, donde antes se había colocado una tarja conmemorativa alusiva a la “grandeza” del sátrapa, ese día se procedió a quemar una estatua que simbolizando un chivo sirvió como parte del baile popular organizado para la fecha en el Malecón.
Por igual, tuvieron actividades bailables en la Base Aérea de San Isidro, en el Club de Oficiales de las Fuerzas Armadas, en la Feria, y en el campamento del Ejercito Nacional situado próximo a la bahía de San Souci, en la parte oriental de la capital.
También realizaron actividades bailables en el Centro Social Obrero, en el Centro Sirio-Palestino, el Teatro Agua-Luz, y fiestas en locales de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos y del Bloque Foupsa Libre. Por igual en los ayuntamientos y en los parques del país, así como en oficinas públicas, incluyendo la Secretaria de Estado de la Presidencia.
Santiago celebro “La Fiesta del Chivo”
Santiago de los Caballeros celebró con entusiasmo desbordado lo que llamaron “La Fiesta del Chivo”; una actividad festiva provincial en la que los participantes consumieron cientos de chivos guisados al compás de la música: “El 30 de Mayo” fue una explosión de alegría y de entusiasmo que comenzó desde las primeras horas de la mañana y se prolongó hasta el día 31, cuando todavía podían verse o escucharse conjuntos típicos recorriendo las calles principales en los barrios bullangueros, sancochos, guisos, chivos horneados y otras fórmulas y creaciones originales se pusieron a la moda, destacándose entre otras novedades, el “Chivo a la Chapita”, “Chivo en salsa de Reaccionarios” y “Chivo a lo María Plataforma”, creaciones originalísimas de la cocina santiaguera”.
En el lugar donde antes estuvo la estatua del dictador, se levantó un gigantesco chivo “que simbolizaba el tirano muerto”. Hubo actividades bailables en la mayoría de los clubes de la ciudad, así como en los principales hoteles y restaurantes se compartió con alegría. En los barrios populares, se bebió y bailó hasta la madrugada.
Expedicionarios de Junio al Panteón Nacional
Como parte de los actos organizados para el 30 de mayo de 1962, con la presencia de familiares, amigos, y miembros de la Fundación Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, se depositaron en el “Panteón de la Patria”, de manera temporal, los restos de veintidós expedicionarios de la gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo, llevados al histórico edificio de los Jesuitas en la calle Las Damas, hasta tanto sus restos pudieran ser identificados por especialistas y familiares.
Un olvido inexplicable
La dictadura de Trujillo terminó de manera definitiva la noche del 18 de enero de 1962, luego de que un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas se rebelaron contra el efímero gobierno del general Rafael Ramón Rodríguez Echavarría y repusieron el gobierno del Consejo de Estado, cuyos miembros fueron encontrados prisioneros en la Base Aérea de San Isidro.
Dos días antes, el doctor Joaquín Balaguer había saltado el muro que separaba su residencia del edificio vecino de la Nunciatura Apostólica, buscando refugio.
De esa manera logró escapar a los reclamos populares, que lo veían como representante directo del gobierno dictatorial y de la represión militar escenificada en los primeros días de enero de 1962.
Tres meses después de la escapada de Balaguer al exilio y del derrocamiento del efímero gobierno golpista del general Rodríguez Echavarría, ya era común señalar el 30 de mayo como “Día de la Libertad”, pero inexplicablemente los principales miembros del Consejo de Estado, que se tenían como políticos antitrujillistas, desoyeron el reclamo de disponer por ley aquella fecha, como de regocijo nacional; pero esa actitud no impidió que años tras años, el 30 de mayo marcara las actividades políticas y festivas, confirmación de que se estaba viviendo en un ambiente que tendía a la libertad.
Una ley trujillista para conmemorar la fecha
Resulta inexplicable, que habiéndose promulgado una ley, la numero 5595, para exaltar aquella fecha como “Día de duelo Nacional no laborable”, promulgada por Joaquín Balaguer el 11 de agosto de 1961, “como tributo a la memoria del generalísimo doctor Rafael L. Trujillo Molina, padre de la patria nueva”; todavía a 60 años no se ha realizado una investigación jurídica para derogar la ignominiosa legislación, y aprobar desde el Congreso Nacional “El Día de la Libertad” como debe de ser, confirmación de que los dominicanos rechazamos las dictaduras y anhelamos vivir en un sistema político de plena democracia y de respeto a los derechos humanos.
Se tiene por seguro, que los reclamos para que las autoridades del Consejo de Estado declararan el 30 de mayo como “Día de la Libertad”, fueron desatendidos por el gobierno que, dirigido principalmente por miembros de la “Unión Cívica Nacional”, no le dio importancia a lo solicitado y nunca derogaron la referida ley.
Tampoco procedieron a declarar la fecha como día festivo nacional, sin embargo la población celebró durante más de diez años la gloriosa fecha como “Día de la Libertad”, lo que obligó a que el neotrujillismo encabezado por Joaquín Balaguer, que gobernó la República Dominicana desde julio de 1966, tal vez en la creencia de que los gobiernos anti trujillistas así lo habían dispuestos, consignó en la ley 108 de julio de 1967, que el 30 de mayo era fecha no laborable porque en ella se celebraba “El Día de la Libertad”; pero hasta ahora no se ha encontrado la referida pieza legislativa anterior a la de 1967, aunque pronto ese mismo gobierno ignoró el mandato de su propia ley y bajo un clima permanente de represión política, la población fue dejando de festejar la patriótica fecha.
Una ley para celebrar la muerte del tirano
En abril del 2011, la Comisión Permanente de Cultura de la Cámara de Diputados, dirigida por el congresista Manuel Jiménez, emitió una recomendación: un informe desfavorable para que el 30 de mayo no fuera declarado por ley “Día dela Libertad”, bajo el argumento de que en el año 1967 fue promulgada la ley 108, en la que se consignaba, entre los días festivos y no laborables, el día 30 de mayo, quedando aquel mandato legislativo en un limbo inexplicable y confuso, pues hasta donde se recuerde el gobierno de Balaguer no propició los festejos del 30 de mayo y los medios informativos coincidieron con el gobierno ignorando también la esperada conmemoración.
El silencio cubriendo la gesta
Desde el primer aniversario del ajusticiamiento de Trujillo, la expresión popular para referirse al acontecimiento fue “El Día de la Libertad”, y así aparece años tras años recogido en los medios de prensa más importantes del país.
Por ejemplo, en la conmemoración de 1963, en la primera página del periódico La Nación, su titular de primera página fue “Rinden Homenaje a los Héroes del 30 de Mayo: el pueblo celera Día de la Libertad”. Sin embargo, pasando el tiempo, los medios de prensa fueron sacando de sus páginas todas las noticias que pudieran estar relacionadas con la muerte de Trujillo. En 1979, cuando ya gobernaba el “Partido Revolucionario Dominicano”, el periódico Listín Diario no destacó la fecha en primera página como antes lo hacía, y solo insertó una nota y algunas fotos, perdidas en una página cualquiera, donde se dice que el síndico de la capital pedía a los maestros que incentivaran el conocimiento de lo que significó el 30 de mayo para los dominicanos. De esa forma el 30 de mayo terminó siendo un día en el que solo se organizaban algunos eventos patrióticos en el lugar donde antes fuera ajusticiado Trujillo.
Tratando de resarcir la injustica
La reciente decisión del presidente Luis Abinader se inscribe dentro de una iniciativa correcta, con la que el mandatario quiere reparar el inmerecido silencio con que se ha querido cubrir la gloriosa hazaña de un grupo de dominicanos, que con su acción y al costo de sus propias vidas, pusieron fin al tenebroso régimen de Rafael L. Trujillo.
En decreto número 335-21 del 20 de mayo del presente año, el presidente Abinader declaró el 30 de mayo como “Día de la Libertad”, en homenaje a la resistencia nacional y a las víctimas de los miles de asesinatos del régimen de Trujillo. Además, la decisión del Ejecutivo creó una Comisión conmemorativa de los 60 años del ajusticiamiento del dictador, en la que se encuentran la Comisión Permanente de Efemérides Patrias; la Academia Dominicana de la Historia; el director del Archivo General de la Nación (AGN) y la rectora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), además de Bartolomé Pujals Suárez, como director ejecutivo.
Con la decisión presidencial se ha dado un importante paso de avance, que no debe quedar en la simple organización de algunos actos oficiales. Se requiere un programa de actividades permanentes, especialmente en el ámbito educativo, explicándole a la juventud, a través de las instancias escolares y académicas, además de los medios de prensa y de las redes sociales, lo que significó el régimen de Trujillo. Ojalá que la Comisión designada recomiende al Poder Ejecutivo y al Congreso Nacional, dejar constituida de manera oficial, una Comisión de la Verdad para que se esclarezcan los crímenes y delitos cometidos por Trujillo durante sus treinta y un años de gobierno.